Caracterizar un personaje

Les presento cuatro vías para caracterizar al protagonista de un cuento o una novela. Primero es la descripción física.  El autor ha considerado que destacar las características biológicas es importante y lo hace. No siempre hace falta.  Fíjense en este ejemplo  de Juan Bosch en su cuento “Todo un hombre”:

“Yeyo va a explicar su caso. Tiene gestos parcos y voz sin importancia. La gente se asombra de verle tan humilde. Es de cuerpo mediano, de manos gruesas y cortas, de ojos dulces. La verdad es que parece avergonzado de la importancia que le da el público”.

Segunda vía: Descripción moral a lo largo de la obra. Se dicen los rasgos del individuo, a veces un adjetivo basta, otras veces el autor persiste en aportar pinceladas sobre el carácter del sujeto. Un ejemplo perfecto de la presentación de un sujeto anodino es el cuento Vida gris, de Julio Ramón Ribeyro:

“Nunca ocurrió vida más insípida y mediocre que la de Roberto. Se deslizó por el mundo inadvertidamente, como una gota de lluvia en medio de la tormenta, como una nube que navega entre las sombras. Su presencia no era ansiada ni evitada, pues no poseía aquella parquedad desagradable, ni era tan parlanchín que fastidiara”.

La tercera vía para conformar el personaje es ponerlo a actuar y que el lector  vaya dándose cuenta  de qué tipo de individuo es aquel.  Les pongo por ejemplo el personaje Filipo Deive, de la novela ELLA Y TÚ, de mi autoría. A través de la obra se le presenta como un sujeto extraño, sombrío, callado, que nunca ríe y tampoco cumple sus deberes conyugales:

Dicen que  se ha acentuado la sombra de tu carácter. Trabajar en una funeraria no era realmente tu aspiración, ni podía serlo. ¿Quién quiere trabajar  donde  el negocio es  la muerte y el cliente llega empapado de  tristeza?”.

Cuarto vía: otros personajes son quienes  destacan o revelan las cualidades del principal. Vean el caso del cuento “El ahogado más hermoso del mundo”, de  García Márquez.  El personaje principal, caracterizado por ser corpulento y hermoso, no dice una palabra, no realiza un gesto, no emite ruido alguno, pues se trata de un muerto. Es la comunidad quien le pone nombre: Esteban.
“Habían jugado con él toda la tarde, enterrándolo y desenterrándolo en la arena, cuando alguien los vio por casualidad y dio la voz de alarma en el pueblo. Los hombres que lo cargaron hasta la casa más próxima notaron que pesaba más que todos los muertos conocidos, casi tanto como un caballo,… y se dijeron que tal vez había estado demasiado tiempo a la deriva y…”.

JPM

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