A rajatabla: Hipocresía

                            

No creo que alguien de la mentada sociedad civil se acuerde hoy de la  comunidad de Gonzalo, un caserío asentado  en la falda  del Parque Los Haitises, donde se intentó levantar una fábrica de cemento que daría oportunidad de empleo y dinamismo económico a su gente.

En rechazo a esa iniciativa encaminada por un grupo empresarial de Santiago, se levantó un gran movimiento de opinión pública que advirtió sobre el daño que esa instalación causaría a esa  área protegida, donde nacen muchos ríos.

Finalmente, la cementera se instaló en otro sitio y el parque Los Haitises quedó a buen resguardo con su alergia endémica que le causa el constante monaquismo que labriegos todavía sin oportunidades de empleo realizan en su vientre.

La mentada Sociedad Civil se atribuyó el triunfo que significó impedir la construcción de una planta industrial en la cercanía de una zona que funge como pulmón del territorio nacional, por lo que todos los clasemedia que levantaron carpas en  el poblado de Gonzalo retornaron felices y contentos a  sus poltronas  urbanas.

La historia ha sido diferente con el parque nacional Francisco Alberto Caamaño en una  zona sedienta de Azua, en cuya vecindad opera desde hace muchos años, una fábrica de cemento que provee de empleos a centenares de personas.

Los dueños de esa industria explotan sin el permiso correspondiente  una cantera de agregados de construcción que se dice está ubicado sobre terrenos de ese parque, por lo que formalizaron una solicitud de autorización que fue rechazada por el Ministerio de Energía y Minas.

Esa área protegida está avalada por una ley y un decreto que no pueden ser violados,  por ninguna persona física o jurídica sin riesgo de ser  traducidos a los tribunales, pero los propietarios de esa empresa, incluido el candidato presidencial de oposición, mezclaron  sus intereses corporativos con  su agenda política.

Ahora resulta que defender un parque nacional  significa  incurrir en abuso de poder o persecución política, pero lo que es peor, se alega que esa área protegida no  sirve para nada y que fue declarada así, porque por ese lugar arribó la guerrilla de Caamaño.

Ojala que los dueños de esa cementera resuelvan su problema, sin violar la ley, que puede ser localizando otra cantera, para que esa  empresa  continúe progresando como todas las otras inversiones de esa familia, al amparo del  crecimiento que experimenta la economía después del desastre del 2000-2004.

Lo que aquí quiero subrayar es la doble moral  que exhiben grupos de la mentada Sociedad Civil,  al defender  con pasión  el parque Los Haitises y desdeñar  al parque Francisco Caamaño, cuando  ambas  áreas protegidas    merecen  por igual la protección y el amparo ante  la agresión del capital.

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