A grandes males, grandes indiferencias
Quizás sea la creciente cantidad de noticias negativas y la exorbitante violencia que todos los días muestra ribetes nuevos, lo que aumenta la apatía de una población que parece que perdió su capacidad de asombro.
Con sus propios afanes a cuestas, acostumbrada ya a ver comunes ese tipo de acontecimientos, la gente hojea, escucha, comenta de forma breve y olvida.
Por eso poco inmutan las noticias sobre muerte atroces, violaciones sexuales a menores y otras tantas aberraciones que no pasan más de un día en las páginas de los diarios y en los noticiarios.
Son sucesos a los que raras veces se da seguimiento para llegar hasta su conclusión en la justicia. La lista es larga y de cuando en cuando alguien podría preguntarse qué pasó con tal o cuál caso, sobre todo, si es resonante, si implica a gente conocida.
Caso contrario, olvido absoluto y desgracia del mismo tamaño o mayor.
Salidos de palestra, una gran cantidad de procesos queda en el limbo, nadie tiene constancia de qué pasa con ellos. Si las autoridades logran resolverlos o siguen impunes.
Hasta los mismos medios de comunicación dan cada vez menos espacios a esos episodios de infamia.
Tal vez acostumbrados a que una noticia de ese tipo es sustituida rápido por otra más grave. Por eso, porque un tema “tumba” a otro.
Esa dejadez ante tanta bestialidad es fomentada por la desconfianza en el sistema judicial, por la creencia de que esto no lo arregla nadie y que cada día será peor. Culto al pesimismo que agrava el caos.