Elecciones del 2020 determinantes para la dominicanidad
Definitivamente, estamos en campaña electoral, aunque por ley, está prohibido. Claro, eso es para algunos, porque a finales del 2016 ya las bocinas del PLD, hablaban de reelección, y lo hacían sin el menor sonrojo.
Les voy a decir algo y de manera muy seria; señores: R.D. nunca había estado tan amenazada y a la deriva, como lo ha estado en los últimos tres años; y hoy en la actualidad, estamos a solo cuatro años para que los vecinos nuestros celebren los dos siglos de haberse apropiado ilegalmente de la parte este de la isla (1822-2022)
Tal celebración sería un exabrupto imperdonable de parte de ellos; pero todos sabemos que es perfectamente posible; porque ya ellos han demostrado de lo que son capaces en su afán de hacer público el odio que nos tienen. Y no me digan ahora, los traidores dominicanos, que estoy tratando de sacarle ventajas políticas a un tema tan importante y determinante para nosotros como Nación.
Solamente hay que recordar los cientos de veces que grupos enardecidos de haitianos, dentro y fuera del territorio, han quemado de manera pública nuestra bandera; no obstante, las demostraciones de solidaridad que hemos realizado cuando han ocurrido sus grandes desgracias. Pero, paradójicamente, esos apoyos fraternos, son considerados altamente insultantes para la oligarquía política haitiana.
Que celebren los doscientos años de su invasión a nuestro territorio, es algo que debemos suponer y que ellos esperan, hasta con júbilo.
República Dominicana ha venido sufriendo de una ocupación pacífica por tierra de manera sostenida y una avalancha de vientres de parturientas haitianas, que merman nuestro presupuesto de salud. Estos dos hechos han sido apadrinados de manera indolente por todos los gobiernos, desde la muerte de Trujillo para acá.
De no registrarse una transformación intensa y rápida, perderemos nuestra Patria, junto a nuestra Dominicanidad; el legado mas grandioso de los Trinitarios. Lo bueno es, que ya los valientes hombres y mujeres dominicanos, lo saben, y saben también, quiénes son los traidores y culpables de esta masacre a sangre fría de la nación fundada por los Padres de la Patria.
Las venideras elecciones del 2020, son armas letales para la defensa y supervivencia de nuestro país y de nuestra Patria. En ellas nos estaremos jugando el futuro de nuestra nación, que sin duda alguna, está siendo sacrificada sin cruz ni flores; simplemente, sustituyendo la población y la cultura dominicanas.
Partiendo de que tenemos un volumen de votantes cuya edad oscila entre los dieciocho y los treinta años, el mercado electoral no nos favorece, porque la mayoría de ellos desconoce -y es triste decirlo y mas aún, admitirlo- los hechos históricos ocurridos entre 1801-1805 y luego hasta el 1822.
Tampoco recuerdan o mas bien desconocen, el horroroso “degüello de Moca” que, hasta dentro de una Iglesia fueron degollados 40 niños dominicanos, solo con el pretexto de que su piel no era de color negro. Y aquí hay que dejar bien claro, que no es como afirman los historiadores haitianos y ciertos traidores dizque “dominicanos”, que los crímenes se cometieron con la intención de abolir la esclavitud.
Quise traer estos horribles episodios a colación, porque en verdad, forman parte de nuestra historia. Y no es para menos decir que hace tiempo se empezó a repetir la historia, sólo que, con una nueva pero igualmente nefasta manera de aniquilar la población dominicana.
Los invasores de hoy no llegan con el poderío avasallante de su ejército de entonces sino, con la devoradora fuerza de su “invasión de vientres”, miles de mujeres preñadas, que vienen a parir a nuestros hospitales, con nuestro presupuesto y que se quedan a vivir en nuestro territorio.
Ya uno de sus altoparlantes, vocero del gobierno haitiano, el ministro de Relaciones Exteriores, afirmó que esa “invasión de vientres”, sí funciona para ellos. En dos ocasiones ha reiterado que, su país Haití, no va a recibir y menos reconocer ningún haitiano nacido en R.D. Pero nuestro GOBIERNO calla, o sea no reacciona ni funciona; y mientras tanto, el Estado Dominicano se evidencia como el súper cómplice de nuestra ocupación.
En estas elecciones tenemos que sepultar el fanatismo, el amiguismo y los intereses personales; desechar el coyunturismo y el oportunismo; debemos sufragar en favor del candidato que nos garantice una Patria soberana, como la que Duarte, Sánchez y Mella nos dejaron de herencia, para nosotros y para nuestros hijos.
Debemos enfocarnos en un voto visionario de convicciones patrióticas, un voto firme para el bienestar de la Nación, que nos garantice los servicios y las condiciones de vida fundamentales para un ser humano; no como ahora, que carecemos de ellos. Claro, para los senadores, diputados, ministros, alcaldes, secretarios, jueces, etc., y todo el que esté cerca del Comité Político y del Comité Central, estos servicios se les sobran.
Hago énfasis en el voto, porque en él descansa la salvación de la República. Es con el voto que, de manera democrática, sacaremos el Estado dominicano de la dictadura en que se encuentra, y a través del mismo, vamos a lograr parar la haitianización y ocupación del país por parte de ellos.
Reitero de nuevo, y que quede claro, dicha ocupación viene con apoyo directo del PLD y sus gobiernos; de profesionales de la comunicación, traidores, como son: Juan Bolívar Díaz, Huchi Lora, Altagracia Salazar, Marino Zapete y otros más que conocemos muy bien.
Estas traiciones del PLD y sus gobiernos en general, sabemos muy bien dónde se sustentan; ahora, habría que ver dónde se basan y sustentan las de los comunicadores mencionados.
Señores, el Estado dominicano le está permitiendo y facilitando -que es peor aún- que miles de haitianos, pobres en su totalidad, se trasladen a vivir a RD, que miles de haitianas vengan a dar a luz (parir) gratuitamente a nuestros hospitales, a tal punto que, el 40% de los niños que nacen en el Gran Santo Domingo son haitianos, y ni decir en la maternidad de Santiago.
Dominicanos, mientras los políticos intelectuales haitianos están orquestando su plan con Canadá, Francia y otras potencias, los nuestros, están sumidos y embriagados de poder y avaricia. No terminan de saciar sus ambiciones y pareciera, como si el vudú le está ganando la guerra al cristianismo, en mi adorada y entrañable República Dominicana.
Ya, para terminar, solamente quiero reiterar mi llamado a que seleccionemos los mejores hombres y mujeres; los que están comprometidos con el pensamiento Duartiano y han demostrado su devoción por la Dominicanidad. A nuestros líderes, si realmente los mueve el interés por nuestra Patria, que se unifiquen alrededor de las mentes mas lúcidas; que todos sabemos quiénes son.