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Una fábrica de delincuentes
Por RUBEN MORETA
Estuve tratando de identificar, además de la pobreza, los factores etiológicos de la desbordante inseguridad ciudadana que arropa a la sociedad dominicana y creo acabo de descubrirlo en unas declaraciones de agosto del año pasado del Jefe de la Policía Nacional, Mayor General Manuel Castro Castillo, quien reveló que en su gestión de apenas dos años «más de tres mil agentes de esa institución han sido cancelados por mala conducta y por cometer actos reñidos con la ley”.
Otros dos datos contundentes: el Director General del Cuerpo Especializado de Seguridad Aeroportuaria y de la Aviación Civil (CESAC), General Miguel Paulino Espinal, informó la cancelación de unos 150 miembros que incurrieron “en la comisión de acciones ilícitas, actos de indisciplina, entre otros”.
De igual forma, en la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) en la gestión del Mayor General Rolando Rosado Mateo se echaron a la calle más de trescientos agentes “por colaborar con el narcotráfico”.
No tengo los datos estadísticos de las acciones profilácticas de las otras agencias y cuerpos de seguridad del Estado, pero en todas se vienen haciendo depuraciones de elementos tiznados por la corrupción e indisciplina.
En la formación de agentes de seguridad del Estado (policías y militares) el gobierno invierte cuantiosas sumas. Este entrenamiento es riguroso y con altos estándares académicos y humanísticos.
En ese sentido, las escuelas de entrenamiento de los uniformados dominicanos tienen nivel universitario, ofertando salidas en grado y postgrado en ciencias militares y policiales.
De igual forma, tras el egreso de los centros de formación y su vinculación al servicio activo, los policías y militares del patio (guardias, marinos y aéreos) reciben sistemáticos entrenamientos para su actualización profesional, tanto en el país como en academias del extranjero, especialmente en los Estados Unidos.
Surge una pregunta obligada: ¿a qué se están dedicando el rio de ex-agentes expulsados de la Policía y las fuerzas armadas dominicanas por la comisión de actos ilícitos?
Quizás una parte de los expulsados logren colocación en otros empleos formales, o creen pequeños negocios, o se dediquen a la agricultura, pero hay un grueso que al parecer se está dedicando a delinquir en los barrios metropolitanos.
Es posible que ahí radique el factor desencadenante de la crisis de seguridad ciudadana que nos acogota a todos, porque estamos lanzando a delinquir libremente a millares de bandoleros perfectamente entrenados en el uso de la fuerza.
Tras el despido de policías y militares por cometer actos reñidos con la ley, no existe una labor de “inteligencia” que dé seguimiento a esos elementos.
Si usted toma los periódicos impresos y digitales encontrará que en los principales hechos delictivos que cotidianamente se registran en el país, siempre hay participación de ex agentes de las instituciones castrenses. Asimismo, es pronunciado el porcentaje de miembros activos de los institutos armados del país implicados en actividades del bajo mundo.
El narcotráfico ha encontrado en las agencias represivas del Estado, llamadas a combatirlo, el mejor aliado en sus operaciones. Los casos de mayor divulgación mediática -Caso Quirino, Caso Paya, Caso Rolando Florián Félix, Caso Figueroa Agosto, entre muchos otros- evidenciaron la participación y/o complicidad de miembros de los estamentos militares y policiales como brazos operativos de la logística de esos entramados mafiosos.
La base aérea de Las Calderas en Baní, fue un bunker de un cartel de narcotraficantes. En la sede de la Tercera Brigada del Ejército Nacional en San Juan de la Maguana, Quirino Castillo era tratado como un semidiós.
Increíble, pero es desde el mismo Estado donde tenemos la fábrica de delincuentes, porque no somos rigurosos en la selección del personal que desea ingresar a las filas de las agencias armadas, por la crisis moral de los individuos y porque le pagamos un indigno salario.
Pongamos atención a ese lado de la cancha, porque nos están metiendo los goles.