Pretensiones maléficas del PLD
La sociedad dominicana está en la antesala de otra jornada de desazón. La razón está en los peligros que rodean la elección de nuevos miembros de la Junta Central Electoral. La administración sana y equilibrada de los procesos electorales es esencial para el funcionamiento de la democracia. De ahí la importancia de conformar con justeza esa institución.
Organizaciones políticas, como representantes de la sociedad civil han reclamado al Senado la prudencia que requieren las circunstancias y sugirieron el perfil, profesional y moral, que han de tener los aspirantes al puesto. Piden que sean personas probas, políticamente independientes y con hábitos de declarar sus impuestos.
El magistrado Jorge Subero Issa, quien ha sido presidente de la Suprema Corte de Justicia y también de la JCE, sugirió que, para escoger a los integrantes de la Junta el proceso “debe ser fruto del consenso, más o menos como el que se logró en 1994”. Así se han expresado también congregaciones religiosas y gremios profesionales.
A estas peticiones, los senadores del Partido de la Liberación Dominicana, que son mayoría, responden recordando que es a ellos a quienes corresponde esa tarea. La referencia despectiva a monseñor Agripino Núñez, refleja que los miembros del PLD no asisten gustosos al diálogo con la sociedad civil que coordina el prelado.
Más de tres senadores peledeístas han considerado innecesario sustituir a los miembros de la JCE, cuyo periodo expiró el 16 de agosto. Dos de ellos han emitido opiniones muy favorables a la gestión del doctor Roberto Rosario, controversial pasado presidente de la Junta. Eso puede ser indicio de una intención no grata.
El PLD ha demostrado que no cree en la democracia, siempre se ha burlado de ese sistema político y la ha llamado despectivamente “la mentada”. El senador que preside la comisión encargada de evaluar a los aspirantes a miembros de la JCE ha sido el más espléndido con las alabanzas a Rosario. ¿Podrá Dionis Sánchez abordar con serenidad la elección?
Muchos abogados quisieran la oportunidad de formar parte del tribunal de elecciones. Pero pocos han depositado sus currículos para optar por el puesto. Las señales emitidas por algunos senadores han bajado los ánimos. La oposición ha advertido que podría haber problemas de gobernabilidad si se imponen intereses antidemocráticos.
Este pueblo no soporta más intranquilidad. Quienes gobiernan pudieran mostrarse más elásticos. Lo bueno de la democracia es la posibilidad de participación amplia, porque la democracia es tolerante, contrario al dicho de un senador: “Eso no lo vamos a tolerar”. El reclamo es consenso, para la escogencia de los jueces electorales. Evitemos sinsabores.