Máscaras al piso…   

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El autor es político y profesor de historia. Reside en Santo Domingo

Por años he venido escribiendo sobre el partido “sociedad civil” -lo conozco bien- y cómo, junto a la periferia intelectual-periodística de los partidos oposicionistas o de proyectos presidenciales, fueron construyendo, aunque suene incongruente, todo un discurso anti-partido vendiendo la socorrida idea de que corrupción pública -sin agregar privada- era, y es, sinónimo de políticos. De ahí, en parte, la génesis-“éxitos” de los “independientes”, hoy tan de moda.

Con esa construcción discursiva -“sociedad civil” y periferia intelectual-periodística oposicionista- fueron arrinconando a la clase política a través de múltiples vías -máscaras o disfraz-: filtrando los espacios ciudadanos de protestas, haciendo críticas sistemáticas a los gobiernos -en vez de acompañarlos, también, con propuestas-, recibiendo cuantiosos recursos nacionales y extranjeros sin rendición de cuentas públicas que, curiosamente, exigen a los poderes públicos y partidos políticos, teledirigiendo movimientos cívicos ciudadanos que, próximo a las elecciones nacionales, convierten en movimientos políticos-electorales; y luego, como militantes políticos cualquiera, se agencian puestos públicos, “situados” en el exterior o, consejerías gubernamentales.

Incluso, en nuestro país, esa doble periferia, más política que otra cosa, fue capaz de llevar la voz oposicionista a las pasadas admiraciones del PLD -que, en honor a la verdad, también tuvo su mecenazgo minoritario pro-“sociedad civil” (mayoría reenganchada)- casi en todos los frentes: “cívico-ciudadano”, mediático-periodístico, de redes sociales, y hasta de lobby internacional….

Hoy, por suerte y ante el país, a esos actores políticos se les ha caído la máscara o disfraz (“políticos de la secreta”, como bien lo radiografió el extinto periodista Rafael Molina Morillo), pues, en todo su derecho ciudadano, disfrutan de puestos en los poderes públicos, mientras sus otrara discursos de “independencia” y sus ácidas críticas antigubernamentales y anti-partido ruedan por la cuneta haciendo mutis allende los mares o en algún recoveco del organigrama estatal (¡Oh, Dios!, cuanto extrañamos los latigazos ético-filosóficos-críticos -¿….?- de Andrés L. Mateo y Juan Bolívar Díaz, por solo citar dos de los más conspicuos otrora “hacedores de opinión publica”).

Ya Karl Marx lo sentenció: lo primero, es la subsistencia del hombre -a través del trabajo-. Pero, por Dios, “políticos de la secreta”, no había -ni hay- necesidad de ocultar sus preferencias políticas.                                                                                

Por supuesto, no toda la “sociedad civil” y periferia intelectual-periodística (bocinas progubernamentales o pro-oposición); a si sea coyuntural, cabe en ese saco; pero si la mayoría. ¿O no?

Nuestra “sociedad civil” -o lo que queda de ella en genuino ejercicio crítico constructivo o de acompañamiento propositivo- debería leerse -¿o releerse?-, con suma urgencia, el manual de Directrices de las Organizaciones de la sociedad civil (OSC) de la OEA, digo, si quiere reorientar su práctica o ámbito de competencia temática.

franciscocruz1959@yahoo.com

JPM

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Carlos Reyes
Carlos Reyes
2 Años hace

No incluiste la asociación de delincuentes y sicarios mediáticos instaurada por el perverso sanjuanero con asesoría de Joao Santana y dirigida por Marchena y el rey del ajo José Ramón Peralta

Última edición 2 Años hace by Carlos Reyes
Ojo crítico
Ojo crítico
Responder a  Carlos Reyes
2 Años hace

Esa asociación de malhechores mediáticos dañilista, rompió récord con mucho y demasiado.
El hombre del tiburón podrido cumplió ampliamente haciendo lo que nunca se había hecho su slogan del fraude político más después del trujillato el danilato.