Vivir dos veces un mismo día

Hay experiencias que es preciso vivirlas para apreciarlas y poder tener una idea clara de la sensación que generan. Por más claras que sean las explicaciones que se escuchen o se lean sobre ellas, no es posible percibir la impresión que causan a los sentidos del que las vive. Ya en otra ocasión me referí a mi experiencia vivida al viajar de Los Ángeles a Melbourne, Australia, saliendo cerca de las once de la noche de un jueves. El vuelo duró 17 horas, pero resulta que al llegar a Melbourne no era viernes, sino sábado por la mañana. O sea, que las horas del viernes se perdieron sin ser vividas. Pero no me pregunté entonces qué sucede cuando se hace el viaje en sentido contrario. Es más, confieso que ni siquiera lo hice al iniciar dicho retorno. Como lo considero algo curioso, les relato mi experiencia. Salí de Melbourne hacia Sidney a las 8 de la mañana de un miércoles. A las 9:25 ya estaba en Sidney y a las 12 del mediodía el avión despegó hacia Los Ángeles. El vuelo de 15 horas fue tranquilo y sin ninguna novedad. Unas tres horas antes de la llegada, levanté la cortina de la ventana y vi la luna. Atribuí el evento al paso de un huso horario y lo pensé circunstancial y breve, por lo que no seguí su evolución. Al aterrizar en Los Ángeles, no se nos informó a los pasajeros la hora local. Se veía una claridad tenue. Tomando en cuenta el tiempo de viaje y la diferencia de horario estimé que estaba anocheciendo. Quizá las 7 u 8 de la noche, en ese caso de la tarde. Con esa idea bajé del avión. Al caminar por un pasillo que conducía a Migración para el chequeo correspondiente, me crucé con un señor que con amabilidad me dij -Good morning. Y yo, mecánicamente le contesté igual, sin pensar en lo que decía. Más adelante vi que dos empleados que se encontraron se saludaron del mismo modo y entonces reaccioné y me pregunté si también estaban equivocadas o tenían por costumbre saludarse de ese modo aunque fuera de noche. Con la inquietud de la duda me acerqué a un empleado del aeropuerto, de origen hindú, y comencé con él un diálogo en inglés. Señor –le dije-, he visto a varias personas que al saludarse lo hacen diciéndose “buenos días”. ¿Acaso aquí ahora es de mañana? El hindú se detuvo y me miró de arriba abajo y colocándose las manos en la cintura me dij “Se ve que usted hizo un viaje muy largo”. Así es –le respondí-. Pero dígame, mi amigo, ¿qué hora es aquí en este momento? El hindú miró su reloj y me contestó: “Las ocho de la mañana”. -Y ¿qué día es hoy?-, me vi obligado a preguntarle, a lo que me contestó: -“Miércoles”. -Solo atiné a darle las gracias, en medio de mi desconcierto. Quedé con una confusión total. Había salido de Melbourne el miércoles a las 8 de la mañana. Transcurrieron 4 horas hasta que salí de Sidney hacia Los Ángeles. El vuelo duró 15 horas y resulta que al bajar del avión me encontraba en el mismo día y a la misma hora en que había salido 19 horas atrás. Punto cero. A iniciar de nuevo. O sea, que ese miércoles, del que ya había vivido casi la totalidad de sus horas, tendría que vivirlo de nuevo. Pienso que fue una compensación por el viernes que perdí cuando viaje de Los Ángeles hacia Melbourne, Australia. La interrogante que me queda es cómo contabilizar el asunto en relación a mi edad. ¿Viví un día de más, viví uno de menos, o el asunto quedó parejo?

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robinson mendoza
robinson mendoza
2 Años hace

me suele pasar lo mismo pero ya con días muy repetitivos
como puedo darle solución a esto ???