¡Vamos a sincerarnos!
Como decíamos los otrora izquierdistas: “vamos a sincerarnos”. En otras palabras, ¡dejémonos de simulaciones! Hace más o menos dos décadas que el narcotráfico creó fisuras en nuestras organizaciones políticas y otros estamentos de nuestra sociedad.
En Nueva York como en República Dominicana, muchos sabemos que el narco se entendió con encumbradas figuras políticas que todavía tienen vigencia. Por fanatismo, genuflexión y clientelismo, todo el mundo; periodistas, la justicia, la sociedad civil y otros políticos, se hicieron los desentendidos.
No basta con pueriles argumentos para desmentir esa realidad. Los encontronazos de candidatos presidenciales de los dos principales partidos políticos acusándose mutuamente de cobijar a narco-políticos en sus filas, constituyen actos de mozalbetes y del común de la gente. Una acusación no debe ser rechazada con una respuesta similar.
Los aspirantes a la presidencia del oficialismo peledeísta y el Partido Revolucionario Moderno (PRM), por lo contaminado de nuestra sociedad y algunos compromisos, deberían ser más inteligentes e implementar otros mecanismos para dirimir sus imputaciones.
Como dijimos en un artículo anterior, en esta etapa hay que estar conscientes de que la narco-política nos ha infestado. ¿Qué puede hacer el pueblo llano? Sólo nos queda formular votos para que los capos, si ocupan posiciones trascendentes, tengan mejores intenciones que nuestros políticos tradicionales.
Y ratificamos que no se sabe quién es más honesto: si un político taimado demagógico o de verbo florido que diezma a los desposeídos con actos de corrupción, o si por el contrario, un narcotraficante que sólo lesiona a quien quiere incursionar en sus delitos, y no es dado a sustraer o robar lo ajeno. Es decir, nuestras riquezas y dinero.
Aunque no estemos de acuerdo con el narcotráfico, resulta cuesta arriba determinar cuál lesiona más a las masas desposeídas. Al margen de actos de sicarios, en el mundo de las drogas sólo se involucra el que así lo desee.
JPM
En todos los gobiernos despues de Trujillo, el narcotrafico y el trafico de influencias han permeado a la sociedad dominicana,lo que significa que tenemos que luchar dentro de la trichera de enfrente para combatir a estos bandidos.