Una lucha inaplazable

El auge y consecuencia de la criminalidad, la violencia callejera –y hasta doméstica-, la delincuencia son de los grandes desafíos que tienen, gobierno y gobernados, en la República Dominicana.

En todo este entramado, la presencia del narcotráfi co reclama protagonismo. Y lo tiene.

La acción de las más destacadas bandas y carteles de las drogas ha tenido como escenario la República Dominicana, punto geográfi co estratégico para el trasiego de cocaína y heroína, principalmente, desde los centros de producción en las selvas colombianas y venezolanas hacia los mercados de mayor consumo, Estados Unidos y Europa.

Buena cantidad de esa droga, sin embargo, se queda en nuestro territorio como pago de los carteles a sus ‘operadores’ locales.

Y este es el elemento principal que hoy genera que esas bandas locales –supervisadas por elementos extranjeros- vendan drogas localmente, traten de hacer sus ‘envíos’ propios a Estados Unidos y Europa y genere, entonces, los ‘puntos’ de venta al ‘menudeo’ de cocaína y heroína en barrios y ciudades, generando una falsa economía y las violentas andanzas de rivales por el control del ‘negocio’.

El sicariato, uno de los instrumentos de la violencia que rige las acciones de las bandas del narcotráfi co, se ha aposentado en el país y es responsable de asesinatos, extorsiones, presiones, corrupción.

Pero también la complicidad, de autoridades y gente de poder, constituye uno de los obstáculos en esta desigual lucha.

La situación de la criminalidad, la violencia y la delincuencia en el país parece ir en aumento, en forma incontrolable, a niveles que las autoridades no se atreven a organizar y poner en ejecución nuevos programas –-Barrio Seguro, Ciudad Tranquila, etc.– por temor a que el fracaso provoque más desazón y quejas de la sociedad.

La realidad de lo que ocurre es tan trascendente que el Presidente Danilo Medina, el ex presidente Leonel Fernández, el ex candidato y aspirante a presidencial Luis Abinader, el ex jefe de la Policía Nacional y experto en seguridad ciudadana Guillermo Guzmán Fermín, han hecho serios pronunciamientos analizando el tema, exponiendo sus causas y consecuencias y aportando propuestas de solución.

La autoridad –la policía, los fi scales, los jueces, el Gobiernoestá obligada a dar una respuesta contundente y efectiva, no necesariamente violenta y sanguinaria, como la que vemos en estos días en Brasil, pero si que ponga a raya a los delincuentes, en especial a esos que no tienen el menor respeto por la vida, a esos que matan por robar un celular, una cartera o un motor, que se enfrente con energía a los que se han enganchado a sicarios.

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