Una gran pesadilla

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EL AUTOR reside en Miami.

Siempre me he considerado un soñador, pero con la desdicha de que la mayoría de las veces cuando despierto de mis sueños, ya he olvidado la esencia de lo soñado. Otras veces he soñado despierto y cuando he querido interpretarlos, me he quedado dormido. Ahí se diluyen mis aspiraciones. Pero seguiré soñando ya sea dormido o despierto, pues he seguido las percepciones del que dijo que la vida es un frenesí y una ilusión, una sombra, una ilusión y que la vida es un sueño y los sueños, sueños son.

Pocas veces voy temprano a la cama y dar por terminadas las faenas del día. Mis noches son cortas, pues soy escaso de dormir. Dedico menos tiempo de lo que la mayoría exige a sus cabezas sobre la almohada. A veces le robo algunas horas a las mañanas, y hago que los días me resulten más cortos. Pero al fin, disfruto las 24 horas del reloj, de una u otra forma, ya sea con los días más cortos o las noches más largas.

No me alcanza el tiempo para disfrutar la luz del día, pero tampoco para gozar la oscuridad de la noche.

 Anoche tuve la necesidad de dormirme temprano. Me sentí agobiado por las múltiples actividades en las que  estuve envuelto durante todo el día. El profundo estado en que me vi envuelto, me llevaron a introducirme hasta la inmensa distancia de la narcosis alucinógena donde se alojan y manifiestan nuestros deseos frustrados. Entendí la razón de aquel poeta que dijo «Que es bueno vivir, pero todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo es despertar.

Recientemente, antes de caer dormido por el cansancio de la dura faena del día, mientras soñaba despierto viví el significado del discurso que previamente había ofrecido esa noche a la nacion y al mundo, el presidente Danilo Medina. Me decía a mí mismo, medio somnoliento, que el presidente hizo lo que nunca se había hecho. Pero yo estaba confundido, pues no sabía que lo que el presidente realmente hizo, fue lograr que el aceite y el agua se pudieran juntar, metafóricamente expresado.

El presidente Medina logró que el PLD y el presidente del partido del jacho prendió pactaran una unidad politica con propósitos comunes, pero dudosos y con fines individuales para complacer apetencias que solo satisfacen a intereses negativos al país. Meditaba yo, casi anestesiado por el cansancio, que cómo podía ser posible que llegara una situación histórica en nuestro país en que dos organizaciones que correspondieran a filosofías completamente disimiles pudieran hacer acuerdos en detrimento de la nacion.

El PLD nació fruto de las creencias de su fundador de que sería la organización que representaría el liderazgo en favor de los intereses de las clases sociales menos afortunadas. Ese partido ha perdido la esencia de las razones que le dieron origen a su existencia y a los sueños de su ideólogo y maestro. El PLD se derechizó. Los herederos del profesor Juan Bosch se burlaron de los principios de la organización.

El PRD por el otro lado, todavía podría ser la organización genuina de las aspiraciones de la mayoría del pueblo dominicano. Miguel Vargas Maldonado traicionó los ideales del Dr. José Francisco Pena Gómez y desvirtuó completamente la filosofía de partido opositor a las políticas antidemocráticas de los gobiernos. Miguel Vargas traicionó el PRD y en esencia le dio un duro golpe a la democracia de partido y del país.

Pero, vuelvo al asunto de mis sueños y al agotamiento que estaba padeciendo. Sólo fue parte de soñar despierto y bajo los efectos de la narcosis que produce las emociones de los que no aceptamos la violación a los principios éticos y morales a que han llegado algunos protagonistas de la politica de nuestro país. De repente el gozo de soñar se convirtió en una gran pesadilla.

Soñaba que la inseguridad social se incrementaba y que los principales cómplices de la corrupción eran los mismos que simulaban protegerme. Sentía que mi cuerpo se desprendía de mi mismo y que agonizaba ante la pérdida de valores que experimentaban las familias. Veía asaltantes por doquiera. La televisión transmitía toda clase de noticias. Y escuché cuando el presidente decía que todo estaba bien. Pero, me equivoqué, no estaba soñando ni despierto ni dormido. Era nuestra realidad palpable. Me pellizqué para confirmar que estaba despierto. Si, estaba consciente y orientado.

Me voy a la cama a tratar de soñar por un mejor país, aunque sea despierto, pero que me duerma, sin sueños y sin pesadillas.

 

 

 

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