Twitter: Un espacio de fanatismo ideológico

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El autor es abogado. Reside en Santiago.

POR LUIS GUTIERREZ

¨La historia se repite dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa¨. Karl Marx, El 18 de brumario de Luis Bonaparte.

 

Los conflictos religiosos en Europa durante los siglos XVI y XVII fueron cruentos. Sus causas son complejas, pero podríamos decir que fueron el fanatismo religioso, tanto de católicos como de protestantes. Muchos hombres de esa época utilizaron sus creencias religiosas para obtener fines políticos, verbigracia: Oliver Cromwell, quien impuso una dictadura e inició una gran persecución religiosa, sobre todo en Irlanda.

De igual modo, en la historia reciente ha habido otros personajes que han utilizado la religión como arma para obtener poder. Es el caso en España de Francisco Franco, quien junto a sus acólitos inició ¨una cruzada¨ para liberar a dicho país del ¨comunismo, el ateísmo y la masonería¨. Franco, se erigió como ¨Caudillo de España por la Gracia de Dios¨.

Cromwell, Franco y muchos otros entendían la fuerza de las religiones y su poder sobre el ser humano. La idea de lo divino siempre ha causado una fascinación entre nosotros, seamos creyentes o no. Y por supuesto, los políticos, los dictadores y dictadorzuelos nos han manipulado con las religiones.

Ahora bien, debemos entender que desde hace siglos hemos vivido un proceso de secularización, en el cual la idea de lo divino ha sido paulatinamente remplazada por la idea del hombre. Dieu c´est moi. El ser humano es natura naturans y natura naturata.

Pues bien, ese proceso de secularización ha llegado a limites extremos en nuestro siglo. Las ideologías son las nuevas religiones (religiones políticas), y Twitter es la nueva arena donde se combate.

Así, mientras hace unos siglos se perseguía por pensar diferente desde el punto de vista religioso, hoy en día los twitteros han iniciado una ¨guerra santa¨ contra sus adversarios. 

Ya no hay enfrentamiento entre catolicismo y protestantismo, sino entre ¨libertarios¨ y ¨progresistas¨. La única diferencia es que en las guerras confesionales se asesinaba físicamente, mientras que en la guerra ideológica twittera se asesina moralmente.

Por supuesto, no puedo ser injusto con las comparaciones. En la Europa de los siglos XVI y XVII mucha gente hizo enormes sacrificios defendiendo una causa religiosa y muchos dieron su vida, por el contrario, el twittero de hoy lanza su guerra ideológica desde el confort de su hogar o su oficina. Muchos de estos ¨guerreros¨ de Twitter son de hogares acomodados, gente probablemente harta de todo y con un snobismo supino.

Al igual que Cromwell, el twittero criminaliza a sus adversarios. El libertario cree que el progresista es un ¨comunista¨, ¨stalinista¨, ¨mediocre¨, etc., mientras que los progresistas llaman a sus adversarios ¨fascistas¨, ¨fachas¨, ¨pinochetistas¨, y un largo y cansino etc. Incluso hubo un twittero que recientemente dijo que con sus adversarios no argumentaba, ¨simplemente los mandaba al carajo¨ (lo que denota un fanatismo impresionante).

Sin embargo, el twittero se equivoca en algo fundamental: por más que quiera no va a cambiar el mundo en 140 caracteres. Aquí la gran diferencia con el fanático religioso de siglos atrás: este último combatía en el mundo real y conocía el ambiente donde se desarrollaba. A contrario sensu, el twittero vive en su burbuja, en su confort, soñando hacer la revolución desde su iPhone, twitteando sobre la justicia social sin haber ido a un barrio marginado.

En definitiva, la historia se repite dos veces: las guerras confesionales europeas fueron una tragedia, pero la actual guerra twittera es una gran comedia y farsa, que nos da ganas enormes de reír, pero que últimamente da deseos de llorar.

Nota aclaratoria: no pretendo generalizar. No todo el usuario de Twitter es como lo he descrito (de hecho, quien escribe es usuario de dicha red social). De manera que no quiero que algunas personas puedan sentirse ofendidas. Lo que he pretendido con el presente artículo es visibilizar a un tipo de twittero, que se caracteriza por su fanatismo ideológico, ya sea conservador o progresista y que criminaliza a todo el que piensa distinto.

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