Turismo y crecimiento: La fuerza de la estabilidad (OPINION)
El más reciente informe del Banco Central, presentado por su gobernador Héctor Valdez Albizu, proyecta un crecimiento económico acumulado del 5 % para finales de 2024. Hasta agosto, la economía dominicana ya había crecido un 5.6 % interanual, consolidando su liderazgo en América Latina.
Este progreso no surge de la casualidad, sino de un entorno macroeconómico favorable, caracterizado por la estabilidad de precios, baja inflación y reducción de tasas de interés, que han sido los pilares del fortalecimiento de diversos sectores económicos, especialmente el turismo.
El turismo es uno de los principales beneficiarios de este contexto. La estabilidad de precios le ha permitido a los proveedores y prestadores de servicios turísticos del país mantener tarifas atractivas, lo que resulta en una mayor competitividad frente a otros destinos.
En términos simples, es como si el país se convirtiera en un supermercado donde los precios no suben, lo que atrae a compradores —en este caso, turistas— que buscan calidad sin pagar de más.
Los destinos populares como Punta Cana, Santo Domingo, Bayahíbe, Puerto Plata, Samaná, entre otros, han experimentado un incremento en la afluencia de visitantes, impulsado por tarifas accesibles y la confianza que inspira una economía estable.
La inflación
La inflación controlada ha sido un factor crucial. Cuando los precios de los insumos no se disparan, por ejemplo, internamente, las empresas turísticas que ofrecen bienes y servicios a precios estables, es decir, tarifas atractivas sin sacrificar sus calidades.
Esto se traduce en ventaja competitiva, ya que los visitantes valoran la predictibilidad, haciendo las experiencias tranquilas sin sorpresas desagradables de sus bolsillos. Es como si el restaurante al que solemos comer mantenga todo el año los mismos precios de su menú, lo que asegura que seamos clientes constantes.
De igual manera, la reducción de las tasas de interés ha abierto la puerta a nuevas inversiones en infraestructura turística. El dinamismo que manifiesta la construcción de hoteles y los proyectos inmobiliarios no solo mejora la calidad de los que ofrece, sino que también genera un ambiente de certidumbre entre los inversionistas nacionales e internacionales.
Este entorno es similar a cómo un emprendedor encuentra las condiciones perfectas para expandir su negocio: financiamiento accesible, costos controlados y una demanda creciente.
Este equilibrio económico y de estabilidad, se convierte en nuevos empleos y riquezas. Con más turistas, aumenta la demanda de personal en hoteles, restaurantes y otros servicios turísticos, lo que genera un ciclo virtuoso. De hecho, ya los hoteles de Verón-Punta Cana no tienen que hacer despidos masivos por temporada baja.
Es similar a un teatro lleno de espectadores: mientras más grande es la audiencia, más actores, técnicos y personal de apoyo se requieren, lo que dinamiza el empleo y lo que asegura su rentabilidad.
Sin embargo, el impacto positivo no se detiene en el turismo. Otros sectores, como la construcción, la agropecuaria y zonas francas, también han experimentado un notable crecimiento. La construcción, por ejemplo, creció un 4.9 % en los primeros ocho meses del año, gracias a proyectos clave que ampliaron la oferta nacional. Esta inversión no solo facilita el flujo turístico, sino que refuerza la infraestructura, beneficiando a múltiples sectores económicos.
De modo que, el sector servicios, impulsado en parte por el auge del turismo, también ha tenido un desempeño sobresaliente. Con un crecimiento del 5.4 %, este sector se ha visto beneficiado por la expansión de áreas como hoteles, bares y restaurantes, que crecieron un 7.1 % en el mismo período. Estas cifras reflejan cómo una política económica acertada tiene un impacto directo en el bienestar de la población y en la proyección internacional del país.
Aunque el entorno global enfrenta incertidumbres geopolíticas y económicas, la economía dominicana demuestra mollero como capacidad de resiliencia. Tal como un barco que navega por aguas turbulentas, el país ha ajustado sus velas para mantenerse en curso, guiado por políticas prudentes y un liderazgo político y económico sólido. En ese sentido, el turismo, se resalta como uno de los motores principales, lo que se consolida con esta estabilidad macroeconómica.
Los números que reporta el gobernador Valdez Albizu abonan la esperanza, resaltando cómo la actividad turística aporta a la economía dominicana. Por ejemplo, entre enero y agosto de 2024, el país recibió 7.8 millones de visitantes.
Donde este flujo constante de viajeros ayuda a la generación de empleos e impulsa a otros sectores como la agricultura; sin embargo, la joya de la corona como generador de empleos y riquezas es la industria turística, lo que la convierte en un pulmón para el crecimiento económico del país.
En fin, el crecimiento económico dominicano ha sido fruto, entre otras estrategias, en este caso la que ha estado enfocada a la estabilidad de precios, el control de la inflación y la reducción de tasas de interés.
Estos elementos, así como decisiones que han animado al turismo como su gestión, han permitido al país robustecer como un destino atractivo tanto para turistas como para inversionistas. Con una proyección positiva para el cierre de 2024, la República Dominicana sigue brillando como la joya del Caribe, combinando belleza natural y fortaleza económica.
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