Todos a trabajar

 

Los esfuerzos por mejorar la gestión pública  dominicana en los últimos tres lustros han sido innegables. No se puede negar que el aparato estatal independientemente de lo que se diga a registrado avances notables muy difícil de esconder.

La plataforma burocrática del Estado dominicano se ha venido modernizando y tecnificando  de manera acelerada  colocándose a la vanguardia, junto a los modelos más avanzados de gerencia de personal de las naciones más desarrolladas del mundo en ese ámbito.

Los recursos humanos son calificado, la tecnología es de primera generación, los paquetes de compensación y beneficios son atractivos,  los programas de  educación y entrenamiento intensivo al personal que labora en las entidades públicas son la más clara muestra de que lo que estamos planteando.

Sin embargo, la  cantidad de empleados que tiene el Estado que asciende a 609,525 personas a julio de este año y la nómina mensual que paga es de RD$9,234 millones, de acuerdo con cifras de la Contraloría General de la República, debe ser mejor aprovechada.

A que me refiero, bueno; pienso que todo ese avance e inversión económica que se ha hecho en estos más de 15 años debe revisarse a los fines de lograr un afianzamiento y optimización en el uso de ese recurso humano y los fondos que se destinan para ese propósito.

Por ejemplo, de la administración pública hay que erradicar, en primer lugar, el clientelismo político que doblega de manera reiterada la meritocracia  y las competencias profesionales.

De igual manera, hay que trabajar en una transformación del servidor público que está  acostumbrado a reproducir prácticas de conductas incorrectas y alejadas del compromiso y la eficiencia laboral.

En la administración pública tiene  implantarse y respetarse  a sangre y fuego un sistema de evaluación individual por objetivo que comprometa y haga entender al servidor público  que si no cumple,  no recibirá un eventual aumento de salario o promoción y que podría ser  separado del cargo que ostenta.

No se puede seguir en las instituciones públicas centralizadas y descentralizadas con un personal sin compromiso ni vocación de servicio porque no se le han asignado sus responsabilidades y tareas. Asimismo, hay que separar de la administración pública a todos aquellos ¨empleados¨ que están más pendiente a lo que se le depositará  el 25 de cada mes, que requerir y cumplir las actividades laborales que  son de su responsabilidad.

El apañamiento y permanencia de estas malas prácticas en Estado lo que dan espacio es  al irrespeto, la mediocridad, la burla y el despilfarro de los escasos recursos económicos que se recaudan y  esto no puede ser.

JPM

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