Tácticas colocan policía NY en centro debate racial
NUEVA YORK.- Las tácticas que emplea la policía de Nueva York en sus encuentros con la población, en especial con las minorías latinas y afroamericanas, han colocado a esta institución en el centro del debate en torno al racismo y la discriminación racial que existen en Estados Unidos.
El caso que catapultó a la policía neoyorquina a los reflectores del debate fue la muerte en junio pasado de Eric Garner, cuya asfixia a manos de un policía fue captada en video. Pese a la evidencia, el responsable no enfrenta cargos criminales, según decidió en noviembre pasado un gran jurado.
Garner es el caso más visible de lo que algunos califican como abuso de parte de la policía contra los afroamericanos de la ciudad, pero dista de ser el único.
Ronald Singleton fue muerto apenas días después que Garner, mientras estaba bajo custodia de la policía. Su caso fue declarado como un homicidio en que la restricción que sufrió a manos de los uniformados fue un factor.
Asimismo Akai Gurley fue muerto en noviembre pasado a tiros por un policía, que luego declaró que su decisión de disparar había sido un error. Gurley, desarmado, cruzaba un pasillo en el complejo habitacional donde vivía en el barrio de Brooklyn cuando fue asesinado.
El caso de Garner, así como la muerte del adolescente Michael Brown, en Missouri, y cuyo responsable tampoco enfrenta cargos criminales, generaron docenas de manifestaciones contra la brutalidad policial en Nueva York y en Estados Unidos.
Los abusos denunciados no sólo se refieren a encuentros fatales entre uniformados y afroamericanos desarmados, sino a la violencia cometida en general por policías en su trato con la población.
Según un informe del contralor de Nueva York, Scott Stringer, en el año fiscal 2013 fueron presentadas nueve mil 500 quejas contra la policía, lo que generó un gasto para llegar a acuerdos y pagar multas por 137.2 millones de dólares, una cifra mayor que la de cualquier otra dependencia local.
El informe expresó que las estaciones de policía con más quejas (generadas por supuestas malas conductas de los oficiales, violaciones de derechos civiles y heridas o daños por patrullas) están al sur del Bronx y en el centro de Brooklyn, donde predomina la población afroamericana.
En ese contexto, y en una aparente sed de venganza por la aparente injusticia en los casos de Garner y de Brown, un asesino solitario con una larga historia de violencia ejecutó este mes a los policías de Nueva York Wenjian Liu y Rafael Ramos.
En consecuencia, algunos uniformados, entre ellos el líder del sindicato de patrulleros Patrick Lynch no perdieron tiempo en culpar de las ejecuciones de Liu y Ramos a las manifestaciones civiles contra la brutalidad policial, así como al alcalde de Nueva York, que había expresado su respeto por las marchas.
El descontento de los oficiales quedó en clara evidencia cuando miles de ellos le dieron la espalda al alcalde Bill de Blasio durante el funeral del oficial Ramos, celebrado el sábado pasado.
El malestar policial, además, fue llevado aún más lejos luego de que muchos de ellos, en los hechos, renunciaran a realizar su trabajo y a cumplir con sus responsabilidades.
El tabloide The New York Post reportó que tras las ejecuciones de Ramos y Liu, las multas de tránsito cayeron 94 por ciento, igual que los citatorios por orinar o beber alcohol en la calle, en tanto que las multas por estacionarse en lugar indebido bajaron 92 por ciento y los arrestos por droga en 84 por ciento.
En un editorial publicado este jueves, el diario The New York Times apuntó que la parcial parálisis de la seguridad de la ciudad son acciones «repugnantes e inexcusables», y que equivalen a «un acto público de extorsión por parte de la policía» en su confrontación con el gobierno de De Blasio.
Las críticas a los uniformados, sin embargo, sólo parecen haber subido el tono de la confrontación y no una reforma de sus métodos.
Para la policía de Nueva York los casos de abuso no parecen señalar ninguna tendencia ni predisposición en contra de las minorías. Las estadísticas tampoco parecen influir su posición, en que se mantienen como víctimas de una población que no reconoce su sacrificio.
Uno de los últimos ejemplos de la brutalidad con que de manera rutinaria la policía es señalada de tratar a personas de color es el video de un hombre que, en el día de Navidad, decidió bailar detrás de unos uniformados.
En el video, inspirado en un reto para bailar detrás de personas lanzado por la conductora de televisión Ellen Degeneres, se ve cómo el hombre, Alexander Bok, es sometido por el cuello, insultado y, una vez que los policías comprenden que no tienen motivo para arrestarlo, lanzado al piso.
Fuente: UNIVISIóN
jt/am