Se vislumbra una esperanza

La crisis que vive el mundo, en varios aspectos, trae gran frustración a la humanidad, especialmente a aquellos que están conscientes de esta terrible situación.

Aquellos que viven ajenos a la realidad, no saben el tiempo en que viven, ni entienden porqué viven como viven. Esto es de lamentar, porque muchos se aprovechan de ellos y explotan su ignorancia, haciendo más difícil su situación.

Pero, a la vez, los explotadores saben que tarde o temprano se les pedirá cuentas, de todo lo que han hecho; esa es la realidad de la vida, se cosecha lo que se siembra. «No engañéis y no seréis engañados».

Cuando el hombre no ve salida a su situación, tiene la tendencia a frustrarse y pasar por traumas, que debilitan sus facultades de acción. Por eso, la pobreza genera más pobreza; la violencia, más violencia y; la corrupción, más corrupción.

Esta conducta de carácter social y psicológica depende de la cultura en que vive el individuo. Hay un dicho que reza «el dominicano se la busca,» eso hace que el dominicano siga hacía adelante, inclusive buscando nuevos horizontes.

Sin embargo, la frustración los lleva a los vicios destructivos.

El ser humano, desde su perspectiva frustratoria, no ve salida y se aferra a las más humillantes filosofías que le generen cierta atracción. Muchas personas han asumido el ateísmo filosófico, como una verdad, para desde esa trinchera despotricar contra todos aquellos que no estén de acuerdo con su frustración.

De ahí que, no respetan a los que creen diferentes, y siempre les responde con las mismas argumentaciones que otros han inventados. Esta realidad, proyecta su realidad interior en un ciento por ciento; frustración e impotencia.

Ahora bien, entre los frustrados del ateísmo, que la teología Ilustrada quiso conquistar con sus argumentaciones y algunos frustrados teístas, que han querido concordar con todas las filosofías, han dado al traste a una teología humanista, donde pone a Dios en defensa del pobre y a la religión al servicio de la lucha del pobre.

Mas, para Dios el rico y el pobre son sus criaturas, a quienes ama y por quienes Cristo murió. La condición de ser pobre, no salva ni condena y la condición de rico no condena ni salva. Jesucristo dijo que es difícil para el rico salvarse, pero no indica imposibilidad de salvación para él; la religión no debe ser utilizada al servicio de los intereses del hombre, sino de los de Dios.

Desde unos años atrás, el hombre está exigiendo sus derechos, lo cual implica una revolución interior manifestada con protestas sociales. Esta no es la solución de la crisis del mundo, pero se vislumbra una mínima esperanza.

La verdadera esperanza se vislumbra, cuando el ser humano reclame el cumplimiento de sus deberes y exija el respeto a sus derechos. Esta visión concretada traerá la verdadera esperanza para todo ser humano. Pero no es ético exigir derechos, sin cumplir deberes. Esta es una situación que hay que concienciar a los humanos.

El que quiere que Dios le ayude, pero no hace la voluntad de Dios, considera que El es un tonto, que está al servicio de sus antojos. Dios también exige de sus criaturas que cumplamos con nuestros deberes delante de él, para que tengamos razón de nuestros derechos concedidos por él. Job, personaje del Antiguo Testamento, nos narra en su libro, el reclamo que le hizo a Dios, por la situación en que estaba sufriendo, según él, sin haber hecho nada. La pregunta es, ¿debería Job altercar contra Dios? Job, cumplía con sus deberes, podía reclamar sus derechos ante un Dios justo; y como tal, Dios le recompensó.

Se vislumbra una esperanza, porque personas del «millenium,» están pensando más en el aspecto social que en el aspecto individual, como una reacción a la era científica que individualizó a las personas trayendo dictaduras, la búsqueda de riquezas ilícitas, la falta de agradecimientos por el bien recibido, la división del trabajo, pero a la vez de clases sociales, entre otros comportamientos que buscaban hacer del hombre un número. Pero, todo es efecto de una causa, y la reacción ante una acción que busca vislumbrar una esperanza para el hombre.

Este siglo XXI, se considera un «siglo de la espiritualidad,» pero no significa de la cristiandad, que sería lo mejor. Se busca el espíritu o esencia de las cosas, lo que socialmente podría dar un giro a la conducta humana, desde un enfoque de lo prioritario, lo esencial ante lo superfluo, lo banal, lo inservible.

Por eso, cuando se habla de valores morales y espirituales hay que diferenciar lo teórico de lo práctico. Es tiempo de valorizar la familia ante el placer; la persona, ante lo material; lo permanente, ante lo temporal; lo espíritu ante la materia.

Sólo podemos hablar, de un verdadero vislumbrar de esperanza, si centralizamos a Cristo en nuestras vidas, quien es la esperanza de gloria para el mundo. Jesucristo es el bien social, basado en el amor al prójimo; él es el bien eterno, dador de la vida eterna; él es el bien comunitario, por la unidad en su iglesia; él es el bien supremo, porque está por encima de todas las cosas.

Si Cristo es tomado como el centro de la sociedad, sus enseñanzas aportarían todo lo que el hombre necesita para vivir en una sociedad de bien y para bien. Sólo en Cristo se vislumbra la verdadera esperanza.

Usted, amigo lector, le invito a leer la Biblia, interiorice sus enseñanzas y haga de Cristo Jesús su guiador, y podrá comprobar que Jesucristo no es teoría, es realidad vivida. Da esperanza cierta y segura, a quienes depositan su futuro en él.

Todos debemos aprovechar esta gran oportunidad que Dios nos da, en su Hijo, para salvarnos y darnos una visión de la vida diferente. Veamos a Cristo, no como un simple hombre, sino como lo es en verdad luz del mundo, pan de vida; la puerta de la vid, donde hay pastos y libertad y; él es bendición para todos, la esperanza de gloria.

JPM

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RATADE DOSPATAS
RATADE DOSPATAS
3 Años hace

Aquellos que viven ajenos a la realidad, no saben el tiempo en que viven, ni entienden porqué viven como viven. Esto es de celebrar porque nos se aprovechamos de ellos y explotamos su ignorancia, haciendo más facil vivir del cuento.
 Pero, a la vez, los explotadores sabemos que tarde o temprano NO se nos pedirá cuentas. Todo lo que hacemos; esa es la realidad de vivir a costillas de otros, sembramos. ignorancia para vivir de los incautos