Santana frente a Santana (4)

 

 

No hay prueba de que la Anexión figurara en la agenda de las dos primeras administraciones de Pedro Santana. Todo lo contrario, pues ya en 1845 se hallaba en el país el agente norteamericano William Hogan, y al año siguiente el teniente David Dixon Porter, enviados a solicitud de Santana por el gobierno de Estados Unidos con la finalidad de constatar la conveniencia de reconocer la soberanía de la República. Los esfuerzos diplomáticos asociados a esa iniciativa, se redoblaron durante la segunda gestión gubernativa de Santana, dando por resultado que además de Estados Unidos, también nuestra independencia fuera reconocida por Holanda, España, Hamburgo, Bremen y el reino de  Cerdeña, y que se abrieran las respectivas legaciones consulares de EUA, Oldemburgo y Hanover.

 

La prioridad que los gobiernos de Santana asignaban a esos tratados, obedecía a dos propósitos fundamentales. Por un lado, afianzar la legitimidad de la República ante la comunidad internacional, lo que simultáneamente apuntalaba el objetivo primordial de preservar el territorio, dado el freno que esos reconocimientos imponían a las aspiraciones imperiales de Haití. Y por otro, fijar reglas recíprocas de comercio con las naciones más desarrolladas, mecanismo que de paso posibilitaba el acceso a nuevas tecnologías y un asentamiento migratorio más calificado.

 

El Tratado suscrito con España era un acto jurídicamente imprescindible para sellar debidamente el ciclo de la independencia iniciado en 1844. Fue mediante el mismo que la Corona española renunció a sus derechos legítimos sobre el territorio dominicano, previamente reconquistados en 1808 del dominio francés gracias a la gesta criolla de Palo Hincado. Durante las primeras negociaciones, llevadas a cabo en Madrid en torno a ese importante Tratado, Mella admitía en comunicación dirigida en 1854 al gobierno español, que España era “la legítima propietaria del territorio de la República Dominicana”. Trataba de convencer al Ejecutivo de esa nación de la conveniencia del protectorado, ya que, según sus propias palabras, el mismo le aportaría a España “una garantía más, sobre las que hoy puede tener, de conservarse indefinidamente en las Antillas”.

 

Ambas declaraciones equivalían a una aceptación explícita por parte del gobierno dominicano presidido por Santana, vía su enviado especial en Madrid, de una realidad incuestionable a la luz del derecho internacional. Sin embargo, de ningún modo implicaban “una entera renunciación de la soberanía nacional…sino un medio de evitar…el triunfo de una invasión haitiana”, opinión ésta del reputado biógrafo Rufino Martínez, quien agrega que con el protectorado “se buscaba precisamente, no renunciar al estado libre, sino lograr su seguridad”.

 

Mella fue uno de los más cercanos colaboradores de Santana, al grado de haberle servido como secretario personal y de haber luchado bajo sus órdenes en la memorable Batalla de Las Carreras. Fue además Ministro de Guerra de su gobierno y Comandante de Armas en Puerto Plata, y un destacado aliado político y militar en el propósito de sacar a Báez del poder durante la guerra civil de 1857 propiciada por éste con los desaciertos económicos de su administración.

 

Por su lado, Sánchez entendía en 1853 que Pedro Santana era el Libertador de la Patria y Padre del pueblo dominicano. Así lo manifestaba en su artículo titulado “Amnistía”, publicado el 6 de marzo de 1853 en el periódico Eco de la Opinión, en cuyas líneas relataba el acto inaugural del segundo mandato constitucional de Santana, al que había asistido. Consideraba entonces Sánchez, que “el rasgo brillante, de clemencia, con que el Libertador presidente (Pedro Santana) se ostentó el domingo 27 de febrero, el Padre del pueblo, es uno de aquellos actos reservados a los grandes hombres que tienen el privilegio de acertar en las situaciones más difíciles, con las medidas verdaderamente útiles y patrióticas”.

 

Las condiciones de patriota y Padre del pueblo dominicano que Sánchez le atribuía a Santana, se daban cuatro décadas antes de que el gobierno de Lilís adoptara la resolución que oficializó en 1894 la tríada de los Padres de la Patria: Duarte, Sánchez y Mella. Pero además, Sánchez consideraba en su artículo, que el acto de juramentación de Santana había sido “una amnistía, digna introducción del gobierno del elegido de la Providencia por tantas veces para salvar la patria, del elegido de los pueblos por segunda vez para la presidencia de la República”.

JPM

VER AQUI ARTICULOS ANTERIORES:

Santana frente a Santana (1)

Santana frente a Santana (2)

Santana frente a Santana (3)

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