Renuncia a lealtades partidarias: tocando fondo

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

Creo que nada ha sido tan oportuno como este proceso electoral y de campaña política para mostrar de un tirón hasta qué punto puede degradarse la condición humana y la dignidad de las personas.

Para que estemos claro, este comportamiento no es una dinámica nueva que se la ha inventado el PRM y el presidente Luis Abinader; no, eso viene de lejos, es una práctica consuetudinaria que viene afectando de manera nociva al sistema de partidos y a la democracia dominicana desde hace más de 40 años.

Ahora bien, lo que se ha visto en estos últimos meses, semanas y días, no tiene punto de comparación, ver como simpatizantes, miembros, dirigentes medios y altos de partidos de la oposición política renuncian a lealtades partidarias, creencias, principios y simpatías, por vulgares dádivas, eso lacera profundamente.

Luego de ver y evaluar esta conducta reiterada, uno no hace más que llegar a la conclusión de que estamos en presencia de una sociedad que desgraciadamente se arrastra y súbitamente se descompone. Estamos tocando fondo.

Y lo peor de todo esto, amables lectores, es que los actores llamados a detener esta desgracia en vez de erradicarla o disminuirla a su mínima expresión, lo que hacen es que la reiteran y glorifican con más fuerza en pleno siglo XXI, incluyendo a este gobierno quien dice y se ufana en vender un cambio.

Entiendo que todos tenemos el derecho a cambiar de partidos, cansarse de seguir a un líder, no estar de acuerdo con una y que otra decisión que se adopte en el partido en el cual milita en un momento determinado, pero de ahí venderse de manera descarada es una conducta reprochable.

Con esta reflexión no pretendo dar lecciones de moral a nadie, ni mucho menos trazarle pautas de que deben de hacer o no con sus vidas, Dios me libre, pero lo que sí me apena es como una gran parte de la clase política criolla ha entrado en el enjabonado camino de defender intereses y no causa.

Estamos asistiendo a un sálvese quien pueda, no importa que el camino se pierda la institucionalidad, democracia y sobre todo y por encima de todo, la Patria amenazada.  Qué pena.

jpm-am 

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