Reforma policial

La reforma policial es una necesidad, pero no en base a las elucubraciones de una sociedad civil que sólo busca principalías noticiosas, y le importa nada la suerte de mujeres y hombres que sirven en la institución, y que tienen que modernizar su trabajo.

 

A corto y largo plazo hay que hacer cambios en la policía. El tremendismo de acometer acciones a la carrera para modernizar a una institución a veces lastrada en el pasado no puede generar golpeos innecesarios.

 

Lo primero en la policía es preservar a los agentes serios, responsables y que tienen buena hoja de servicio. No son los culpables de métodos y metodologías que se quedaron décadas atrás. Fueron ejes y piezas de una maquinaria que desde hace años se debió engrasar.

 

Hay dos formas de hacer una reforma policial: de golpe de guillotina, o lentamente, adecuando sus necesidades a realidades de hoy, pensionando a los agentes viejos y capacitando a los que tienen edad de poder seguir en el servicio.

 

Se necesita una policía del siglo 21, pero que no puede ser  construida en un abrir y cerrar de ojos, porque sus males y sus errores no cayeron del cielo, sino que fueron prohijados e impulsados por gobiernos de turno. Se pasó de una policía persecutoria de las ideas políticas, a otra que trata de lidiar con la delincuencia sin poder erradicarla.

 

Para entrar al siglo 21 la policía tiene que ampliar su lado de investigación, el seguimiento científico de los crímenes, la lectura de perfiles y sobre todo  ser una abanderada de los derechos humanos. La función principal de la policía es, tiene que ser, proteger al ciudadano.

 

En el lado oscuro está la corrupción. Como parte de la sociedad dominicana en la policía se dan todos los vicios del conglomerado. Es necesario echar a las manzanas podridas y premiar a los responsables. Dice una fiscal que en el 90 por ciento de los atracos está involucrado un uniformado, y esa es una correlación que debe variar.

 

Pero sobre todo, se tiene que trabajar con la credibilidad de la Policía, necesario es que los ciudadanos se sientan resguardado cuando le pase por el lado un agente del orden. Si no es para proteger al ciudadano indefenso, ¿para qué existe la institución?.

 

El actual jefe de la policía, y algunos de los anteriores, están luchando para modernizar la institución, pero ello no será posible si el trabajo no es integral y lo primero a tratar es que hay un derecho sacrosanto al respeto a los derechos humanos de cada ciudadano.

 

Es posible la modernización de la policía, con el auxilio de los oficiales y clases serios y responsables. Es un trabajo de 24 horas, muy por encima de la búsqueda de un titular de periódico o el oportunismo de congresistas de pesca para  difundir proyectos de leyes insustanciales.

 

Jpm

 

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