Reforma Constitucional, Justicia Independiente

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EL AUTOR es presidente del Frente Cívico y Social. Reside en Santo Domingo.

Por ISAIAS RAMOS

Un país con 178 años de vida republicana y con 39 modificaciones a la Constitución es un país que denota inestabilidad de nuestra clase gobernante. Hasta el momento, la Constitución ha sido víctima de reformas y modificaciones por cuatro de los últimos cinco presidentes y el actual pretende continuar la racha. Si fuera por las modificaciones y las reformas que se le han hecho a nuestra Constitución, ya viviríamos en una sociedad de más orden, justicia e igualdad de derechos para cada ciudadano.

Se ha demostrado que las modificaciones y reformas no han tenido un impacto positivo, si no mas bien todo lo contrario. Pues esta ley de leyes –base fundamental del estado –donde la separación de poderes está bien definida, está más bien permeada por una clase política carente de principios, la cual es capaz de torcer todo lo que toca, denotando que no son los fallos estructurales lo que padecemos, sino un mal de fondo enorme donde no se asumen compromisos ni con la propia Constitución y muchos menos con las leyes y normas establecidas para una convivencia social de paz. Esta partidocracia le ha dado vida a aquella famosa frase del Dr. Joaquín Balaguer de que “la constitución es un pedazo de papel”.

Estas reformas siempre se realizan con excusas baladíes, como lo es ahora el tema de la «Justicia Independiente». Entiendo que se pretende justificar el rotundo fracaso de promesas incumplidas que realizó el presidente cuando era candidato de someter a la justicia a los corruptos que han robado y saqueado al pueblo dominicano. Por lo visto, estas promesas han quedado en simples palabras pues los que nos han robado, saqueado y oprimido continúan en las calles presentándose como grandes señores, burlándose en la cara de todo un pueblo.

Esta reforma a la Constitución que se va a imponer contra viento y marea –pues ya se han afilado y aceitado todos los poderes fácticos—debería sonrojar a cualquier gobierno con un poco de responsabilidad cívica y social. El fin de esta reforma es darle validez a un relato para continuar creando falsas expectativas de justicia. Además, es una coartada perfecta para ellos poder presentarse ante el pueblo en las elecciones del 2024, sin afectar en este momento el sistema de impunidad del cual ellos están demostrando ser parte, alargando las promesas de justicia por toda una eternidad. Parece ser que esta partidocracia va a desviar y distraer a la población de los problemas reales que afectan a la sociedad. Nada ha impedido a las autoridades actuales someter a la justicia a los que la sociedad ha señalado como responsables de los robos y saqueos que han cometido contra la población.

En una sociedad donde los fundamentos del orden, la justicia y el respeto a la dignidad humana han sido destrozados, donde la degeneración moral es propiciada y permitida por los que deberían contenerla, donde la justicia está lejos de aquellos que han robado y saqueado al pueblo, no podemos esperar absolutamente nada que no sea más de lo mismo pues ellos se protegen los unos a los otros.

En un país donde los responsables de la opresión, la miseria y la ignorancia que sufre el pueblo, caminan por nuestras calles con altivez y sin ningún temor a la justicia. Entonces hablamos de un país, de un estado y una justicia que le ha fallado a la sociedad.

Ni siquiera los principales responsables de los actos más bochornosos de corrupción han sido investigados y mucho menos han rendido cuentas ya que se pretende proteger a una clase política sin escrúpulos, sin principios y sin valores morales y esto es inaceptable ante la sociedad.

El hecho de que se pagaron cuatrocientos diez millones de dólares para garantizar la impunidad de lo que fue el famoso «peaje sombra» y así evitarle «molestias» a los responsables de dicho despropósito es una falta de consideración al pueblo. Contamos con un sistema político colapsado que no brinda ninguna posibilidad de cambio al pueblo dominicano.

Al final vemos que la justicia en este sistema se ha convertido en una distracción para la población, donde continuamente le crean falsas esperanzas a la población de una justicia que nunca llega. Por esta situación, las calles siguen llenas de corruptos que pretenden seguir sometiendo al pueblo. No esperemos absolutamente nada de este sistema que esta corrompido—nada bueno va a suceder y mucho menos satisfacer el hambre y sed de justicia que adolece la nación.

Deberíamos preguntarnos como esta reforma constitucional que pretende realizar el gobierno nos afectara. Con esos parches y retazos continuaremos posponiendo los verdaderos cambios que debemos realizar. Si llevamos a cabo esta reforma, estaremos prolongando los problemas que nos aquejan.

El conflicto que hoy vivimos entre la mentira y la verdad podría ser el comienzo del fin. Ya sea que terminemos arropados por las tinieblas y la luz no brille más, o luchemos para que el sol de justicia alumbre nuestro porvenir. Mientras existan hombres y mujeres aferrados a la verdad, siendo leales a los principios y valores morales que le dieron nacimiento a la nación, la posibilidad de que el sol de justicia nos ilumine es una verdadera esperanza.

 

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