¿Quién golpeó primero?
Detrás de los rumores promovidos por las bocinas del oficialismo sobre un supuesto plan de golpe de Estado, se persigue amedrentar y preparar a la opinión pública como paso previo a futuras acciones represivas contra las diversas manifestaciones de la indignación y el hartazgo popular; expresados con civismo, entusiasmo y moderación. Sentimientos y estados de ánimo que este pueblo no puede canalizar, como establece la Constitución, en vista de que tenemos un sistema judicial secuestrado.
Desde hace años se vienen registrando, tanto en esta capital como en cada pueblo y paraje del interior del país, innúmeras protestas en demanda de servicios públicos elementales; como son el suministro de agua potable, de electricidad, hospitales funcionales, caminos vecinales, etc., sin lograr obtener la atención de las autoridades locales ni nacionales, y mucho menos de la prensa y medios de comunicación que, en su mayoría, está al servicio de esa mancuerna mafiosa entre el oficialismo y buena parte del empresariado.
Ahora, ante este tsunami popular -verde como la esperanza recobrada y reforzado por aguas internacionales desde el norte y el sur- se preocupan por la permanencia de un gobierno que nació ilegítimo, engendrado en la oscuridad de la más escandalosa corrupción y que tuvo de padrino, precisamente, a Odebrecht.
Si fuesen inteligentes los interpelados, darían pasos efectivos para apuntalar la democracia y la institucionalidad que, precisamente ellos, han contribuido a resquebrajar e ilegitimar. Porque ha sido el insaciable peledeísmo oficialista el que le ha dado más de un golpe al Estado dominicano y a una democracia conquistada a fuerza de la sangre y el sacrificio de dominicanos de varias generaciones.
Los que hoy hablan de planes de golpes de Estado y de “manos negras” detrás de las justificadas protestas del pueblo, son los mismos que han metido sus manos en las arcas del erario y han golpeado con sus puños a los sistemas judicial, electoral y de partidos; a la independencia y a la legitimidad de los tres poderes del Estado; a nuestro medio ambiente; entre muchas otras bellaquerías ocultas y de conocimiento público. Y, como si fuera poco, han atropellado y desnaturalizado nuestra Carta Magna.
EL GOLPE MAS LETAL
Ahora bien, el golpe más letal e irreversible que estos gobiernos morados han infringido a nuestro pueblo y país -a mi modo de ver las cosas- ha sido al sistema de valores que rigen el accionar y la conducta de la mayoría de los dominicanos: han prestigiado la adquisición del dinero fácil, entronizando el enriquecimiento ilícito, la corrupción y la impunidad como norma de Estado; inconducta esta que ha calado en todos los estamentos de nuestras instituciones públicas y buena parte de la sociedad, hasta llegar al punto de metástasis.
Y paralelamente con la corrupción y el mayor endeudamiento registrado por gobierno alguno, han generado el empobrecimiento y la pérdida de la calidad de vida de la gran mayoría de los dominicanos. De ahí, el incremento de la delincuencia y de la inseguridad ciudadana, que han cambiado radicalmente nuestro estilo de vida, al convertirnos en prisioneros en nuestras propias casas.
Con su ejemplo, y cerrándoles todas las puertas a nuestra juventud, han llevado a muchos de nuestros jóvenes a prostituirse como nunca antes, a venderse como ganado flaco; potencializando el aumento de los embarazos en niñas y en adolescentes, los suicidios, las violaciones y los feminicidios.
A esta degradación moral se une la compra y venta de conciencia de decenas de comunicadores, activistas barriales, sindicalistas, medioambientalistas, políticos de oposición y también de los que les han pasado factura a la Patria y puesto precio al sacrificio conque sus familiares honraron sus apellidos.
Y qué decir de la gran deuda social acumulada al cabo de más de 20 años que ha llevado a este pueblo al hartazgo: disfuncionalidad de la justicia; carencias extremas en todos los servicios públicos, y en la educación y la vivienda; desempleo y sueldos congelados por más de 20 años, con una canasta familiar que ronda los 28 mil pesos y un salario mínimo de entre 6 y 12 mil pesos para civiles y militares. Y todo esto, mientras nos restriegan sus riquezas mal habidas con la prepotencia propia de los desclasados corruptos y nuevos ricos.
Ellos golpearon primero y lo siguen haciendo. Y el pueblo aun no golpea ni necesita ponerse los guantes, pues basta y sobra con lo que hasta ahora está haciendo de forma contundente: un plebiscito para decirle al gobierno y a sus bocinas que ya no permitirá más corrupción ni más impunidad.
Postdata:
(He tenido este sueño, recurrente, con muchas escobas: me encontraba en esa casa de la Independencia con Cervantes, donde tantas veces me convocaron el honor y la decencia; donde hice guardias nocturnas, imponiendo mi rechazo a recibir privilegios por mi condición de mujer. Hacíamos limpiezaprofunda y echábamos fuera todo, y a todos; solo rescatábamos la foto de Juan Bosch y la Bandera Nacional.
jpm