Que me perdone Franklin Báez Brugal

Parecería que el distinguido ponente veía a Cristóbal Colón arrimando sus naves a La Isabela en pleno siglo XXI y un grupo de indígenas lo recibía con aplausos delirantes».

La forma de analizar los discursos es una disciplina y, al mismo tiempo, es una rama de la lingüística aplicada, según lo expresado por Zellig Sabbettai Harris, uno de los lingüistas estadounidenses más destacados. En el estudio metodológico del discurso entran la antropología, la lingüística, la filosofía, la poética, la sociología, la psicología cognitiva y social, la historia y las ciencias de la comunicación.

Ahora bien, cuando examinan y valoran un discurso los medios de comunicación dominicanos parten, no de un razonamiento disciplinario ni siguiendo las «huellas del contexto», como sugiere el lingüista y catedrático del discurso de la Universidad de Ámsterdam, Teun van Djik, sino que lo hacen tomando en consideración únicamente la prosapia social, el grupo económico al cual pertenece el ponente y su influencia para brindar favores o patrocinios.

En la valoración del discurso entran la teoría literaria, el orden del discurso, la psicología del procesamiento del discurso, las noticias, la ideología, el conocimiento y el contexto. El periodista o comunicador social dominicano por lo general no suele tomar cuidado de ninguno de estos aspectos fundamentales del discurso. Por el contrario, sin hacer una investigación juzga que las «palabras del discurso fueron iluminadoras» sin haber formulado un análisis crítico del discurso.

Al valorar el discurso de Franklin Báez Brugal pronunciado durante la celebración del 53 aniversario de la Asociación de Industrias de la República Dominicana, el conferenciante se quejó diciendo que ahora se generan menos empleos que cuando no existían los acuerdos de libre comercio y que ahora hay menos valor agregado nacional en la industria que el existente hace 20 años.

Lo que no dijo el distinguido ponente, porque el propósito de su discurso estuvo enfocado en política y no en asuntos económicos o empresariales, fue que una de las claves para la generación de empleos y del éxito empresarial está en la innovación y la creatividad, la cual se convierte en una fuente de ventaja competitiva sostenible. Si hay menos valor agregado es porque la innovación, creatividad y el liderazgo han faltado en el sector industrial dominicano.

A propósito de lo que dijo el disertante me permitiré traer a este trabajo una frase de Guy Kawasaki, con la cual pretendo aclarar su preocupación: «No os quedéis estancados. Todo, absolutamente todo, se puede mejorar. Nadie sabe en qué dirección o en qué sentido, pero si continua quejándote y conformándote te será muy difícil ser innovador o creativo».

Coincido en parte con varios aspectos del discurso de Báez Brugal, empero por ese mismo motivo sus críticas sobre la corrupción de Estado y sobre pobreza y enriquecimiento rápido de ciertos políticos uno estaría obligado a preguntarse dónde ha estado viviendo este empresario.

Posiblemente, por una cuestión generacional, la voz del disertante parecería muy tardía y, por tanto, olvida en el tiempo que unos pobres políticos han venido saqueando el país.

El filósofo inglés y autor de la obra Leviatán (1651), Thomas Hobbes, dijo que «en la naturaleza del hombre encontramos tres causas principales de querella: la competencia, la desconfianza y la gloria».

El señor Báez Brugal y sus asesores, en sus críticas al Gobierno del presidente Danilo Medina y al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), parece que buscaba la gloria de la cual habló Hobbes y no la competencia industrial. La prensa local catalogó sus palabras de «contundentes». Y, ciertamente, fueron sus palabras tan contundentes que podían confundirse con la expresión de cualquier político de oposición.

En una conferencia en Nueva York el prestigioso economista estadounidense, profesor de la Universidad de Columbia y premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, refiriéndose a la innovación y sustentándose en una frase del también economista, galardonado con el Premio Nobel por su trabajo pionero sobre el crecimiento, Robert Solow, indicó que «se puede ver la era de las computadoras en todas partes, menos en las estadísticas de productividad».

Sin embargo, Stiglitz, hablando sobre el desempleo —del cual se quejó Franklin Báez Brugal en su discurso— dijo: «Es más, si una innovación, como por ejemplo los cajeros automáticos en la banca, conduce a un aumento en el desempleo ninguno de los costes sociales —ni el sufrimiento de aquellos que son despedidos, ni el aumento en los costes fiscales por tener que pagar a estas personas las prestaciones por desempleo— se refleja en la rentabilidad de las empresas».

En cuanto a la falta de satisfacción de los empresarios dominicanos por los resultados del intercambio comercial con el «mundo» habría que regresar de manera obligada a lo que plantea Joseph Stiglitz: …cuando los mercados son incompletos y la información disponible para las partes es asimétrica, incluso si la estructura del mercado llega a ser perfectamente competitiva, la distribución de los recursos no es necesariamente eficiente. De hecho, casi siempre existen esquemas de intervención gubernamental que pueden inducir mejoras para alcanzar resultados más deseables desde el punto de vista social».

Báez Brugal pasó por alto algo importante que pudo demostrar Stiglitz y es lo siguiente: «Los equilibrios de mercado pueden ser de dos clases: agrupadores (cuando solo existe un esquema contractual que todos los agentes aceptan) o separadores (cuando existe un contrato diferente para cada tipo de agente).

Continúa exponiendo el prestigio economista estadounidense: “El objetivo del screening es llevar siempre a situaciones de equilibrio de separación, de tal forma que cada agente aceptará sólo el contrato que esté más acorde con sus propias características, pues sabe que su tipo determinará los pagos que recibirá. Así, entonces, es claro que esta estrategia invalida el efecto adverso de la asimetría informativa y, por tanto, conduce a asignaciones de recursos socialmente eficientes”.

Y para concluir tengo que decir que el discurso de Franklin Báez Brugal me obliga necesariamente a expresar que el olvido de dicho empresario está en el paternalismo de la Ley 299, de Incentivo Industrial.

Si el ponente hubiese tenido voz de mando durante los años de apogeo de esta ley hubiese sido un adelantado de los mares. Imaginen al doctor Joaquín Balaguer en lugar del presidente Danilo Medina. Imaginen a Payo Ginebra y a todo el auditorio dejando solo a Franklin Báez Brugal.

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