Qué hacer con la epidemia homicidio-suicidio (2)

imagen
El autor es abogado. Reside en Santo Domingo

Garma (1960) comprende el suicidio como producto de la relación entre dos factores: el ambiente desfavorable y la constitución emocional del individuo, y hace énfasis en la depresión resultante del duelo y de la melancolía, el papel del objeto perdido, la deformación masoquista de la personalidad y la internalización de las agresiones del ambiente.

De la suma de esos factores, según él, podría emerger una personalidad autodestructiva. También, con una base teórica psicodinámica, Menninger (1970) considera que por lo menos tres deseos podrían llevar al acto suicida: el deseo de morir, el deseo de matar y el deseo de estar muerto.

Agrega el autor, con relación al deseo de matar, que éste puede dirigirse, no sólo hacia un objeto interno, traducido en el exterminio de la propia vida, sino también hacia un objeto externo, ya que la experiencia clínica reiteradamente confirma que el suicidio a menudo se destina a destruir la vida de los supervivientes.

 Algunas personas deprimidas creen que el suicidio es la única venganza satisfactoria contra los propios padres, o incluso contra algún ser querido. Ese deseo de matar, parte de la idea de que todo suicidio “es antes de todo un homicidio” (Menninger, 1970, p. 36.

 Recuerda que, en la lengua alemana, el significado literal de la palabra es “homicidio de sí mismo”. Pero, si hay “en el suicidio un yo que se somete al homicidio y parece deseoso de hacerlo”, debe haber una explicación para ello.

Para dicho investigador, el deseo de matar resultaría de la destructividad primaria: bajo ciertas condiciones, los impulsos destructivos, investidos en uno o más objetos, se desprenden del ello, permitiendo que el impulso homicida, liberto, se aplique “sobre la persona de su origen, como objeto sustituto, realizando así, un homicidio dislocado”.

La conducta suicida es comprendida como resultado de una  obscura interacción que encierra varios aspectos, entre los cuales resaltan la constitución biológica del individuo, su historia personal, aspectos psicológicos-psiquiátricos, hechos fortuitos y el ambiente que  le rodea. (Turecki, 1999).

 

De acuerdo con varios estudios, se tiene el siguiente perfil del suicida: la mayoría de los casos es un hombre, de raza blanca, deprimido, posiblemente alcohólico, que vive solo o aislado socialmente, y utiliza un método letal e irreversible para matarse.

Además, tiene problemas sexuales o conyugales, padece de estrés y hay una serie de hechos negativos en su vida, de modo que el suicidio aparece como la única solución permanente para sus problemas (Maris, Berman y Silverman, 2000). Sin duda, el suicidio y el homicidio son tratados asiduamente en los estudios relacionados con el comportamiento violento y la criminalidad.

Los investigadores buscan comprender cuáles son los factores psicológicos, sociales y culturales que llevan a una persona a quitarse su propia vida o la de otro. Entre los actos violentos investigados se encuentra el homicidio seguido de suicidio.

Este es un tipo impactante de crimen que incluye una situación en la cual una persona quita la vida a otra y en un periodo máximo de 24 horas, se suicida. En la literatura especializada esto también es denominado “muerte diádica”, “suicidio extendido” o “suicidio ampliado”.

 Los estudios muestran que el homicidio-suicidio ocurre, sobre todo, entre personas relacionadas íntimamente, dentro de sus propias casas, precipitado por discordias familiares. Las victimas suelen ser mujeres, con edad inferior a la del agresor, y el instrumento más utilizado para el homicidio y para el suicidio es el arma de fuego.

La mayoría de las veces el homicida es el marido/ex marido o novio/ex novio de la víctima. El perfil del homicida-suicida, con base, parece ser el de un hombre de media edad, deprimido, sin trabajo fijo, violento, celoso y que utiliza un arma de fuego para matar a su pareja, y a veces, a los niños que conviven con ellos (hijos e hijastros). 

Por otro lado, ilustraciones que compararon a personas que cometían homicidio con otras que solamente se suicidaban, llegaron a la conclusión, que el perpetrador de homicidio-suicidio posee características más similares a aquellas de quienes cometen solamente suicidio que a las de los que matan, sin atentar contra la propia vida.

En este sentido, Berman (1996) señala que en el homicidio-suicidio es necesario que haya motivación para el hecho, aparte de la hostilidad, así como un nivel de dominación y dependencia entre agresor y víctima.

jpm-am

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
0 Comments
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios