Por una transparencia electoral

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EL AUTOR es abogado.

Escapa a mi entendimiento el por qué algunos medios de comunicación dominicanos, tanto televisivos como escritos, se irritan con el honorable embajador de los Estados Unidos, James Brewster, cuando este eminente diplomático muestra interés porque en las próximas elecciones presidenciales haya la transparencia que reclaman los buenos y decentes dominicanos. Se me ocurre traer a este trabajo una frase del eminente escritor y novelista brasileño Paulo Coelho, la cual podría aclararme esta suspicacia mía: «El guerrero es transparente en sus acciones y secreto en sus planes».

 

Quizás lo de la urticaria de los medios de comunicación dominicanos, sobre todo los que están adheridos al gobierno como la hiedra vendría por lo de «secreto» y no necesariamente por lo de «guerrero». La Junta Central Electoral (JCE) no debería, en su magna función de organizadora del próximo evento electoral, mostrar escozor porque en el caso específico de Participación Ciudadana (PC), que ha mostrado en toda sus trayectoria un alto interés y preocupación por la transparencia de los últimos procesos electorales celebrados en el país, no sea escuchada en esta oportunidad.

 

¿En qué consiste el requerimiento que se le ha formulado por escrito  a la Junta Central Electoral. Sencillamente, por encima de Participación Ciudadana que hace un petitorio correcto está el gran universo de la sociedad dominicana que no tiene voz ni voto en los medios de comunicación y mucho menos que no tiene la suerte de prestancia o reconocimiento social.

 

Decir lo contrario sería mentir y el momento es para abrazar la luz natural del Caribe sobre el miedo que tiene el sector oficial y cientos de comunicadores pagados que empujan la reelección sin dejar que el caballo vea.

 

A lo que se aspira es a una diafanidad en los sufragios de los votantes y, además, se ha elevado esta solicitud a la Junta Central Electoral con el objeto de despejar algunas dudas, recurriendo con el debido respecto a esa institución a que se haga una especie de muestreo aleatorio manualmente solamente con una muestra representativa que incluya un 10 por ciento de todo el universo electoral.

 

Ahora bien, una cosa es que un candidato quiera propinarle a sus contendores una «pela electoral» para justificar unos valores excesivamente altos que les han sido proporcionados a manera de complacer su ego político y otra cosa es que la Junta Central Electoral se niegue o argumente cuestiones superficiales para tratar de eludir un asunto que beneficiaría su propia integridad como organismo neutral.  Esa actitud de la Junta Central no es entendible desde una lógica moral.

 

En su  magnífica obra Educación y camino el educador brasileño y experto en cuestiones de educación, Paulo Freire, expresó: «…En efecto, si la realidad, creada por los hombres, les dificulta objetivamente su actuar y su pensar auténticos, ¿cómo pueden, entonces, transformarla para que puedan pensar y actuar verdaderamente?».

 

Cada vez que un organismo extranjero o norteamericano le solicita o le hace alguna sugerencia a la JCE que tenga que ver con transparencia, no sé por qué motivo los ejecutivos de ese organismo deliberante y algunos medios de comunicación tienden a embravecerse y endosarle al Gobierno de los Estados Unidos el manoseado juicio de la injerencia en los asuntos de un Estado soberano.

 

Lo que se le está proponiendo a la JCE es hacer una verificación previa del sistema electrónico del conteo de votos, como diría el ensayista y pensador inglés Thomas Carlyle: «Para disipar una duda, cualquiera que sea, se necesita una acción». Y no es ese petitorio formulado a la Junta Central Electoral la acción que se necesita para disipar la duda de la cual habló tan elocuentemente Carlyle y el embajador Brewster.

 

Como escritor estadounidense debo expresar que nunca es menor ni mayor la duda antes de las elecciones, porque es precisamente en este momento cuando el celo de los ciudadanos es más reñido, de no ser así veamos lo que expresó el prosista y político alemán Otto von Bismarck: «Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería».

 

Me pregunto: ¿No será que los valores que le conceden las encuestas al presidente reeleccionista Danilo Medina obligan un triunfo con similar proporción y al comprobarse que no va a ser como se pensaba se ha formado un desasosiego emocional en los predios del Palacio Nacional y del Partido de la Liberación Dominicana que podría justificar a que se haga una locura electoral y es precisamente eso lo que la embajada de los Estados Unidos y una buena parte del pueblo ha querido prever para preservar la escasa paz que respira la parte sana de la sociedad?

 

John Drayden, aquel brillante poeta y dramaturgo inglés autor de la magnífica tragedia El emperador indio, dijo que: «La locura es un cierto placer que solo el loco conoce».

 

La Junta Central Electoral en vez de encararse con el embajador de los Estados Unidos lo que debería hacer, en cambio, es estimular a otras instituciones de ciudadanos a preocuparse por la diafanidad del proceso electoral, porque actuando así el pueblo votante aumentaría su fe y su confianza en ese proceso.

 

En definitiva, es posible que Danilo Medina gane el certamen pero jamás con los números  que le asignan las firmas encuestadoras. Ahora bien, en esas firmas hay personas muy serias y responsables, pero el presidente Medina no tiene la magia o el misticismo ni el encanto de Orfeo que al oír sus melodiosas canciones provocaba en las personas un éxtasis tan maravilloso que al escucharlo producía un encantamiento extraordinario.

 

Sin embargo, ya no es posible cambiar el resultado de las elecciones. Danilo Medina ganará no con la cifra exagerada que proclaman las encuestas, el resultado final anda por los alrededores del 51-52 por ciento, eso sería así en tanto y cuanto en la Junta Electoral no se forme un contubernio perverso y declaren al candidato del PLD ganador con un 66 por ciento de los votos electrónicamente manipulados, cual es la cifra a la que aspira el reeleccionismo. Con este triunfo Danilo Medina tratará de hacer suyo la expresión  española que dice: «matar dos pájaros de un tiro«: a Luis Abinader y a Leonel Fernández. Ya a este último Danilo le asestó la primera estocada y lo vemos dócilmente en un vehículo haciéndole campaña al presidente reeleccionista como si fuese un activista de la base del PLD.

 

En el caso de Luis Abinader, a éste lamentablemente se le hizo difícil mejorar su proporción de voto debido a cuatro factores esenciales:

 

  1. El Partido Revolucionario Moderno (PRM) salió tarde al ruedo electoral.

 

  1. Débil atractivo o falta de halo personal de Abinader para poder seducir a los votantes indecisos.

 

  1. El discurso político de Abinader no ha podido calar en un alto porcentaje de la masa, lo que podría generar una abstención electoral significativa por desilusión y por desencanto, cuestiones estas que podrían favorecer indirectamente a su contrincante reeleccionista.

 

  1. Está frente a una maquinaria política y económica gigante y compacta en la que los recursos del Estado juegan un rol importante en su contra.

 

Definitivamente no habrá segunda vuelta, al menos que el electorado quiera levantarse e ir a las urnas con la expresa intención de un voto castigo que estremecería no el país sino a aquellos que se han prolongado en el poder con las vivencias de las trampas y los diseñadores mediáticos del bien y del mal.

 

Queriendo referirme por ultimo a la lucha desigual entre Luis Abinader y Danilo Medina —desigual por la diferencia de los recursos económicos que media entre ambos candidatos y por el poder del Estado en una sociedad presidencialista— qué mejor ejemplo que el expuesto por Ernesto Sábato para alcanzar a entender el esfuerzo que hace el candidato del PRM cuando el escritor y ensayista argentino expresó: «Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento, logra ser Goya, pero generalmente es un desastre».

JPM

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