¿Por qué se quebró el proyecto continuista de Danilo Medina?

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

Tras el triunfo del Partido de la Liberación Dominicana en las elecciones presidenciales del 1996 el doctor Leonel Fernández integró a los beneficios del Estado a la escasa militancia de esta organización para entonces, labor que el propio gobernante asignó al todo poderoso ministro de la Presidencia, Danilo Medina Sánchez, quien ya tenía sus aspiraciones de colocarse la banda tricolor.

En 1997 Danilo Medina sostuvo un encuentro en un hotel de Boca Chica con siete de sus más cercanos colaboradores, a quienes les manifestó: “vamos a trabajar en una corriente que en el tiempo se convierta en el partido mismo”. Cosa esta que se comenzó a trabajar de inmediato, porque exigía fidelidad no al partido o al gobierno, sino a su persona.

Incluso, tras resultar electo como candidato presidencial para los comicios del año 2000, en su campaña eliminó las siglas: “PLD” por su nombre, además, en las banderas le estamparon: “Danilo”, es decir, el hoy gobernante pretendía suplantar la filosofía de toda una institución por su visión personal.

A pesar que ese modelo ya había fracasado con Salvador Jorge Blanco 1982-1986, con el llamado Gobierno de Concentración Nacional, y con Hipólito Mejía con el Proyecto Presidencial Hipólito –PPH-, que en ambos casos salieron del poder ahogado y desacreditado.

Otro elemento fundamental, fue que durante la pre campaña interna del PLD, Danilo sostenía en sus visitas a los organismos de la organización: “confíen en mí, yo no les fallaré”, también les decía: “pueden coger fiao, que yo pago cuando sea presidente”. sin embargo, para consolidar su proyecto personalista, tras su juramentación hubo una línea bien trazada desde el Palacio Nacional de barrer con toda la militancia peledeísta en la administración pública, fueron caserías de bruja o Pogrom las que se efectuaron.

Esto así porque quienes estaban en el Estado le debían sus cargos a Leonel Fernández o por su militancia en el PLD, y el objetivo era que la gratitud sea a Danilo o al danilismo. No obstante, “compra” con nuevos cargos o dejando en sus puestos a la mayoría de los miembros del Comité Político y con esto los doblega, al igual que a gran parte de los miembros del Comité Central.

Pero en las estructuras medias y de base Danilo se devalúa en forma sorprendente y acelerada, a tal punto que los locales de los comités intermedios, que siempre estaban abiertos, fueron cerrado hasta el sol de hoy, hecho que le obliga a imponer que las grandes decisiones políticas de la organización se hagan en el Congreso Nacional y no en los organismos de dirección como había sido la tradición, y da paso a las llamadas “primarias abiertas”, como forma de contrarrestar la fortaleza que tiene Leonel Fernández en ese ámbito y abre la reinscripción de nuevos militantes, que el mismo había congelado desde el 2011.

Este factor antes explicado le granjea a Danilo una especie de enemistad con la militancia tradicional de su otrora partido, que se unifica en torno a la sombrilla de Leonel Fernández y le sirve de plataforma política para enfrentar el modelo autoritario continuista del gobernante.

Pero no fue el único error de estrategia de Danilo Medina, como forma de dejar una imagen que sirva de luz para entender la situación, he sostenido por más de 2 años y medio que el actual gobernante no iba a poder sostener una segunda candidatura a la Presidencia de la República, porque en la era digital no se puede sustentar un proceso con un cálculo análogo,

A que me refiero, pues que Danilo Medina desde su ascenso al poder traza una estrategia de gobierno de largo plazo, sustentado en el reparto de beneficios, canonjías y dádivas a distintos sectores para concitar su respaldo, por ejemplo, las visitas sorpresas, al sector del campo; respalda la postura de EE.UU. en Venezuela; pacta con la China continental y hasta los visita en busca de traer las inversiones que le prometieron; a los empresarios nacionales les amplia las exenciones fiscales a pesar que el FMI y otros organismos reclamaron en forma insistente que las elimine, aumenta el presupuesto de comunicación de RD$1,200 millones a más de RD$5000 millones, y compra a la mayoría de los hacedores de opinión publica de los distintos medios.

Una gran parte de la oposición política fue comprada con cargos en distintos estamentos, contratas para la construcción de carreteras, puentes, edificios, adquisición de materiales de construcción, o diversos tipos de asignaciones, o adquisiciones de bienes y servicios.

En el caso de Leonel Fernández, a quien señaló como “el diablo de cara a Dios, ó el mal frente al bien o el mismo infierno contra el cielo, le lanzó una profusa campaña de desinformación acusándole de los peores hechos en sus gobiernos, incluyendo el déficit fiscal que se produjo con el desplome de Baninter, y de los recursos que fueron gestionados para enfrentar la crisis financiera mundial del 2008, que evitó la caída del crecimiento económico nacional.

Además, lanza una dura amenaza de que está dispuesto a doblar a quien sea con tal de lograr la candidatura del PLD, cuando acordona el Congreso Nacional de tropas militares con armas de guerra, y les interviene los teléfonos a los legisladores de la oposición.

Es evidente que Danilo Medina montó un muñeco para gobernar la nación por 12 a 20 años: eclipsa al PLD, compra a los empresarios, a la oposición, hacedores de opinión pública, se adhiere a China, le da un caramelito a EE.UU. y varias figuras importantes de la sociedad civil fueron integrados a su gobierno; pero como no es un hombre de academia, sino un pragmático, obvió un factor importante: el contexto internacional.

Cuando las grandes nacionales capitalistas del mundo, incluyendo a EE.UU se han trazado como estrategia velar por la calidad de la democracia y combatir la corrupción en forma directa y tesonera, Danilo Medina obvia la primera y afianza su proyecto en la segunda.

De ahí la dura intervención de varios senadores de Estados Unidos, incluyendo al presidente de la poderosa comisión de Relaciones Exteriores;  del secretario de Estado, Mike Pompeo; del director ejecutivo de la  Corporación de Inversiones Privadas y de la propia embajada de Estados Unidos, y su homóloga de la Unión Europea y otras instancias externas.

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