Poniendo la mirada en la verdad

Cuando se observa detenidamente a los partidos y políticos contemporáneos, en todo el mundo, no se puede distinguir la verdad entre todas las cosas que dicen. Generalmente hablan de acuerdo a la circunstancia, y no de acuerdo a principios. Esto ha traído como consecuencia, que muchas personas dicen que «los políticos son mentirosos.» Aunque no comparto, en su totalidad dicho decir, sin embargo, no lo es del todo falso; pues, muchos dan la impresión de que la melodía del acordeón es la misma de la guitarra, demostrando contradicciones, variaciones y engaños en sus pronunciamientos. Los pueblos son muy sabios, más de lo que uno se puede imaginar. Llamar «bruto» al pueblo, es evidencia de que el pueblo no concuerda con lo que el emisor quiere; ésto trae como consecuencia un divorcio de intereses que se manifiesta en la frustración del individuo. El pueblo no tiene el entendimiento de toda la verdad, pero la poca que llega a él, la discierne, la aplica y la manipula. De ahí que, es difícil convencer un pueblo, para que acepte cualesquier propósitos. Una paradoja de la vida es que el pueblo busca la verdad, aunque no le preste la debida atención. El apóstol Pablo escribió a los colosenses: «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo» Col. 2:8. Esta advertencia, es de suma importancia en el redil cristiano, pues se nos despierta en el sentido de que hay engaños, en los que nos pueden envolver. El pueblo tiene la responsabilidad de analizar todo lo que alguien enseña, para conocer su verdadero origen. Nada se debe creer a la ciega, sino con el justo conocimiento de la verdad. Afirmar algo como verdad, sin basarse en un conocimiento previo, es una irresponsabilidad. De ahí que, hay dos fuentes vitales del conocimient La revelación de Dios, y la ciencia humana. Ambos conocimientos nos llegan, no tenemos como comprobarlo por sí mismos, sino que creemos en aquellos que nos los legaron; pero cada afirmación puede estar fundada en uno de esos conocimientos. Los que se basan en la ciencia, como único conocimiento verdadero, por lo general rechazan los conocimientos revelados; mientras, los que se basan en el conocimiento revelado, menosprecian en gran manera el conocimiento de la ciencia; y hay una posición sabia, que entiende que todo el conocimiento revelado es verdad, mientras que el de la ciencia no todo es verdad. Mirar que no le engañen es una responsabilidad individual, cada quien tiene que ocuparse en la búsqueda de la verdad. La existencia de muchas iglesias, y cada una sostiene basarse en la Biblia, la cual es declarada como la palabra de Dios, obliga a que cada quien revise continuamente el fundamento de cada una de sus creencias religiosas. Más que ocuparse en acusar a otros, en buscar fallas en otros, se debe asegurar en sí, qué tanta verdad hay en sus creencias. Por ejemplo, el diezmo es un engaño recolectarlo en las iglesias, porque fue dado únicamente a la tribu de Leví, entre sus hermanos israelitas, Heb. 7:5. Asimismo, enseñar que alguien, además de Jesucristo, subió al cielo constituye una falsedad, Juan el apóstol, escribió: «Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo» Jn. 3:13. En consecuencia, sólo debe exaltarse a ese quien murió por nuestros pecados, que fue sepultado y resucitado; y hay testimonios, fehacientes de verlo ir al ciel «viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba…este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» Hc. 1:9- 11. En el mundo hay muchas verdades comprobadas tanto en la ciencia como en la Biblia, pero es necesario ser cuidadoso. El hombre por sus intereses, tergiversa las verdades científicas como las religiosas; el problema está en el hombre. Ambas verdades son manipuladas de la manera que el hombre quiere. Por eso, no se puede creer en nada que no esté avalado en el conocimiento previo. Pero también, nadie tiene el derecho de ridiculizar un conocimiento avalado en las dos fuentes antes indicadas. De ahí que, debe respetarse a ambos conglomerados el de la fe y el de la ciencia. La ciencia adquiere el conocimiento de la naturaleza; la naturaleza habla de Dios, por ser su creación; y el ser humano sólo es beneficiario de Dios, de la naturaleza y la ciencia. Rechazar la verdad lleva al fracaso al ser humano. Se puede ser científico y ser cristiano, como también se puede ser cristiano y ser científico, ya que la verdad debe ser común a ambas posiciones; la verdad es una sola. Los conflictos entre la ciencia y la fe, se deben a que en ambas posiciones se ha manipulado la verdad, pues en las dos hay fanatismo e intereses. Salomón, rey de Israel, escribió: «Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus parpados hacía lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal» Prov. 4:25- 27. «Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?» Ecl. 7:13. «y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla» Ecl. 8:17. De ahí que, se dice a los de fe: «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» I Co. 10:12. Dios le bendiga.

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