Pedro Henríquez Ureña en la Argentina (3 de 3)
Pedro Henríquez Ureña proyectó ante el mundo la máxima eficiencia en su trabajo docente y de divulgación cultural en Argentina, a pesar de las espinas que le pusieron unos cuantos poderosos que en aquel país tenían secuestrada las principales instituciones académicas. Por eso, y mucho más, otro dominicano insigne resaltó en él “la clase de espíritu que fue en el campo de la cultura”. (Biografía de PHU. Rufino Martínez).
En sus memorias dejó claramente establecido que su parábola vital estuvo marcada por muchos infortunios: “…mi vida fue haciéndose bastante triste, ensombrecida por el recuerdo de la muerte y por la poca aprobación que encontraban mis tendencias”.
La revista literaria argentina Martín Fierro, hasta su desaparición en el 1927, acogió parte de su producción intelectual. En el diario La Nación, ahora sesquicentenario, publicó varios trabajos de estudios lingüísticos, literarios, métricos y filológicos, entre ellos un ensayo clásico (20-12-1931) sobre el dramaturgo noruego Henrik Ibsen y el escritor ruso León Tolstói en el cual señaló que “al terminar el siglo XIX eran ellos, entre todos los escritores vivos, quienes ejercían la máxima influencia sobre la literatura del mundo occidental…”
Venciendo prejuicios y ataques solapados de aquellos que no soportaban el resplandor de su desbordante sabiduría, Pedro Henríquez Ureña integró, junto a otras figuras de las letras universales como Jorge Luis Borges, José Ortega y Gasset, Octavio Paz, Eduardo Mallea, Waldo Frank y Jules Supervielle el primer Consejo Asesor de la legendaria y vanguardista revista Sur, fundada en el 1931 por la escritora Victoria Ocampo, fallecida en 1979.Circularon 371 ediciones, hasta 1992.
En la referida revista Sur, un faro de la literatura en habla castellana, publicó el gran humanista dominicano decenas de artículos. En esas mismas páginas escribieron Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez y muchos otros famosos del mundo de las letras.
En 1934 fue designado académico correspondiente de la Academia Argentina de las Letras, en Representación de la República Dominicana, después de 10 años demostrando cada minuto su alta categoría intelectual y su incansable vocación didáctica.
Pedro Henríquez Ureña publicó, en calidad de editor, junto con Jorge Luis Borges, en el 1937, una obra titulada Antología clásica de la literatura argentina, la cual abarca escritores de ese país desde el siglo XVI hasta el 1890. El famoso argentino hizo que luego se supiera que el mayor aporte a esa obra provino del sabio dominicano.

Durante su residencia en Argentina escribió una gran parte de sus investigaciones sobre la métrica, la cual él definió como la “porción esencial y efectiva de la técnica literaria”. Además, allá amplió y divulgó el análisis que en el 1904 había hecho de la obra y vida del novelista y crítico de arte irlandés Bernard Shaw. Igual hizo con su ensayo sobre el poeta y novelista también irlandés Oscar Wilde, que había publicado en el 1905.
Es importante señalar que Pedro Henríquez Ureña, ya afincado en Argentina, metió el escalpelo de la crítica literaria en un libro del poeta nicaragüense Rubén Darío titulado “El canto a la Argentina, oda a Mitre y otros poemas”. Su objetivo principal en ese tema era enseñar a sus alumnos las fluctuaciones de que es susceptible el estilo literario de un autor.
En esa investigación demostró que el vate centroamericano definido con justicia y razón por muchos como el “príncipe de las letras castellanas”, y mayor impulsor de la literatura en lengua española en el marco del modernismo, usó en ese texto versos de diferentes cantidades de sílabas, puntualizando que actuó así “abandonando…su locura armoniosa de antaño”. (Resurgimiento de la versificación irregular en la poesía culta (1895 a 1920): Rubén Darío. PHU).
Descubrió, y así lo difundió para el conocimiento general de las futuras generaciones de estudiosos del fértil terreno de la literatura, que todavía en las primeras décadas del siglo XX en Argentina se cultivaban pequeñas colecciones de cantares y “se han recogido romances”. (Estudios métricos. Obras Completas PHU. Editora Universal, R.D., 2003, Tomo III.P418).
Pedro Henríquez Ureña analizó los motivos de la versificación con el mismo número de sílabas (isosilábica) del tango argentino. De esa manera agrandó la investigación que en el 1914 hizo el famoso polímata Leopoldo Lugones Argüello en su ensayo titulado “La música popular Argentina”.
También hizo estudios de las letras de bailes folklóricos, como la “vidalita”, famosa especialmente en el noroeste de Argentina. Escribió ampliamente al respecto, concluyendo que: “La seguidilla gitana no existe que yo sepa, pero la vidalita del Río de la Plata tiene igual base…”Demostró lo anterior haciendo una exégesis literaria de esta famosa vidalita: “Palomita blanca, pecho colorado, llévale un suspiro a mi bien amado”.
En resumen, la labor docente y cultural de Pedro Henríquez Ureña, durante más de 20 años viviendo en Argentina, ha sido de alto valor, dejando huellas profundas en cada tramo del rico florilegio de ese país situado al fondo del sur de América.
JPM-AM
Muchas gracias y siga con sus aportes