Una parte importante de la sociedad dominicana, no cree en el accionar de los partidos políticos. Estima que son corporaciones donde cada cual busca su beneficio individual. La lucha por el bienestar colectivo ha desaparecido dentro del partidismo. Se vive la hora del oportunismo a diario.
A los partidos se ingresa para utilizarlos como trampolín para el salto social. Estiman que es una forma de ascenso que no se da en el trabajo profesional, ni tampoco en la lucha diaria en la universidad de la vida. Esa catapulta da resultados de modo individual, pero ahoga las aspiraciones colectivas en la desesperanza.
Sin embargo, a mano no hay ningún organismo o institución que pueda sustituir, o hacer de relevo en el papel de los partidos. En medio de todos sus tropezones, el partido es el único organismo que puede canalizar cambios sociales que son necesarios en un país sub-desarrollado.
Por eso hay que abogar por su limpieza, el resurgir de su pureza, y que sean instrumentos de lucha a favor de todos los sectores sociales. Un partido es un frente de masas, donde se aglutinan los diferentes sectores sociales, y por ello se debe guiar con mesura y una visión profunda de como deviene la lucha de clases.
En los viejos códigos de los grupos de izquierda los partidos eran los estandartes de la clase obrera, la consigna era todo el poder para los proletarios. Lo más que se llegaba era a unir proletarios y campesinos en un mismo color, o la confluencia de trabajadores de la ciudad y del campo.
En el país, los partidos son maquinarias electorales. Sin importar su tamaño y militancia, los partidos solo se activan cuando están cerca las elecciones. En los últimos años ese trabajo es casi permanente, porque se dan las primarias, donde internamente se procede a escoger candidatos a regidores, síndicos, diputados, senadores y presidente de la república.
Para que cambie la visión en los partidos, tiene que surgir un nuevo liderazgo. Ahora mismo estamos casi en las puertas de la terminación de una generación partidista, para dar paso a la militancia del siglo 21.
Cuando desaparecieron los tres principales caudillos de la política nacional, se dio un lento cambio de liderazgo, pero la metodología siguió siendo la misma. Lo que se trenzó fue la clara visión de que lo más importante era el poder. Esos nuevos líderes en busca de ser caudillos olvidaron las reivindicaciones, para conformarse con el poder por el poder.
La sociedad actual necesita cambio, y los partidos son los encargados de conducir esa marcha hacia nuevos tiempos. No importan las siglas, ni los colores, ni la ideología, el renacer de la vida dominicana se impondrá.
Surgirán dentro de la coyuntura grupos y personas que motoricen la evolución social del siglo 21. La gran inquietud es ¿cuándo, cómo, dónde y quién?.
JPM

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