POR GUARIONEX LUPERON
La construcción del muro fronterizo en el gobierno del presidente Luis Abinader, con una visión unidimensional muy cerrada, abominable y discriminatoria, propio de la Roma, el Asia Antigua y e las culturas bárbaras y totalitarias, es en el fondo del ser de la política criolla la coronación y el triunfo del discurso político de los verdugos del Dr. José Francisco Peña Gómez.
Hace tiempo escribí que «el tema haitiano ha posibilitado a un conjunto de Organizaciones No Gubernamentales nacionales e internacionales definir y fortalecer su campo de acción y ha servido a una élite de la pequeña burguesía más conservadora del país para configurar la esencia de su discurso y cimentar su presencia en el escenario político nacional¨.
Figuras de las élites simbólicas (políticos, periodistas, abogados, comentaristas, escritores, historiadores, intelectuales, tecnócratas prestigiosos…) que se cobijaron bajo el manto de los valores autoritarios del pensamiento tradicional dominicano, expresándose orgánicamente a través del movimiento llamado Unión Nacionalista (movimiento que no tiene ningún vínculo con los fines de la agrupación patriótica que encabezó el intelectual Emiliano Tejera, en el 1920), el Partido Reformista y la Fuerza Nacional Progresista.
Actores políticos que, en los noventa, abogaban, en primer lugar, por políticas migratorias de exclusión, segregacionistas, restrictivas y de garrote que impidieran la inmigración haitiana, y en segundo lugar, asumiendo un discurso de confrontación política con el liderazgo del PRD, con José Francisco Peña Gómez y según ellos, con los asociados a sus fines, llámese los que este movimiento y partidos llamaban «injerencia de países y las organizaciones frentistas locales». (A los que después que murió Peña Gómez se aliaron).
Jinetes caribeños que exhibían y exhiben una práctica política de un “Nacionalismo fraudulento, por lo tanto, al servicio de la coyuntura electoral”, como argumenta el escritor Andrés L. Mateo en «Al Filo de la Dominicanidad», que por cierto echamos de menos la circulación de sus ideas sobre un tema tan espinoso y trascendental como el muro, o sobre la realización de la utopía conservadora dominicana de la línea épica fronteriza, que se levanta.
Con el muro triunfó el discurso racista de los enemigos de Peña Gómez, basado en una “instrumentalización del sentimiento nacional por la inmediatez política”. El grupo de ¨los Vincho¨ y todos esos intelectuales rancios que le hicieron la vida imposible a Peña Gómez, levantando una campaña espuria, han recibido la coronación electoral.
Disfrutan de las mieles del banquete del poder que legitima su razón política de tres décadas. Ya no solo son enunciados, sino sujetos políticos con espacio y discurso definido (el muro fronterizo simboliza la consumación de su épica o relato nacionalista) frente a la derrota del discurso de la democracia, los derechos humanos, la igualdad y la solidaridad.
Solo en Manzanillo, donde comienza la patria, la irracionalidad de este muro inútil y segregacionista, va a desalojar a más de 250 personas, más de 47 viviendas. Una cosa de loco, separación de la comunidad del paisaje ribereño y del estuario de la boca del río Masacre. Destrucción y separación del paisaje fronterizo, una insensatez, porque esa zona tiene su línea limítrofe natural: el río Masacre.
Al Gobierno no le ha importado que acabáramos de pasar por una terrible pandemia y que no haya necesidad de que por complacer a los grupos que le apoyaron en las elecciones del 20, se genere la frustración y el desasosiego que están viviendo cientos de familias de Dajabón y Manzanillo.
La mayor parte del territorio fronterizo, más del 60 % posee una línea limítrofe natural de índole fluvial. Por favor, paren el abominable negocio del muro fronterizo. Un faraón blanco contra la memoria de José Francisco Peña Gómez.
Ojalá el presidente Abinader no haga con la frontera lo que le pasó al rey de España en la época colonial, que narro en mi novela inédita Gobernadora Luna: «Las hormigas y quilópodos como aquel agitador Baltazar López de Castro que incitaron al rey de España (como en todos los regímenes) para que el gobernador don Antonio Osorio cremara toda la zona norte de la Isla, preñada de paisajes y de sabias herejías, acabando con la prosperidad y el florecimiento del comercio marítimo».
jpm-am