En la República Dominicana resuena con una frecuencia preocupante la afirmación de que ciertos sucesos pudieron haberse evitado. Desde la lamentable pérdida de vidas en el ámbito de la salud hasta los trágicos accidentes de tránsito y los escándalos de corrupción que erosionan la confianza pública, una y otra vez nos enfrentamos a situaciones donde la negligencia, la falta de previsión o el incumplimiento de normas parecen ser los denominadores comunes.
Esta reiteración de lo evitable, lejos de generar una reacción contundente, corre el riesgo de normalizarse, de integrarse en una cultura del «así mismo es» que paraliza la acción y perpetúa el sufrimiento.
La reciente tragedia del derrumbe de la discoteca Jet Set se inscribe dolorosamente en esta dinámica. La pérdida de tantas vidas jóvenes y las heridas sufridas por cientos de personas no solo conmocionaron al país, sino que también levantaron interrogantes cruciales sobre la seguridad de las edificaciones y la supervisión de los establecimientos públicos.
Si bien la magnitud de este suceso lo destaca, no es un hecho aislado. Forma parte de un patrón donde las fallas estructurales, la falta de diligencia y la aparente permisividad ante el riesgo convergen para producir consecuencias devastadoras.
Pregunta
La pregunta que emerge con fuerza es: ¿hasta cuándo en la República Dominicana permitiremos que lo evitable se convierta en la norma? La mortalidad materna e infantil por falta de recursos o atención adecuada, los accidentes de tráfico prevenibles con una mayor conciencia y cumplimiento de las leyes, y ahora, el colapso de una edificación que presumiblemente debía cumplir con ciertos estándares de seguridad, son síntomas de un problema más profundo.
Parecemos estar tolerando niveles inaceptables de riesgo y negligencia, reaccionando con lamento después de la tragedia en lugar de actuar con determinación para prevenirla.
El caso del Jet Set, por su impacto y visibilidad, puede y debe ser un punto de inflexión. No se trata solo de lamentar las pérdidas, sino de analizar con rigor las causas, identificar las responsabilidades y, sobre todo, implementar medidas concretas para evitar que una tragedia similar se repita.
Sin embargo, esta urgencia no debe limitarse a este caso particular. Debe extenderse a todos los ámbitos donde lo evitable sigue cobrando vidas y generando dolor en la sociedad dominicana.
Fortalecer las instituciones, mejorar la educación, promover una cultura de respeto a la vida y al cumplimiento de las normas, y exigir una rendición de cuentas efectiva son pasos fundamentales para romper este ciclo. La tragedia del Jet Set nos presenta una oportunidad ineludible para dejar de normalizar lo que no debe ser normal, para dejar de lamentar lo que se pudo haber evitado, y para asumir colectivamente la responsabilidad de construir una República Dominicana donde la prevención y la seguridad sean prioridades inquebrantables.
Espejo de la negligencia evitable
La tragedia del Jet Set ilumina con crudeza cómo la desatención a las normativas y la posible negligencia pueden tener consecuencias catastróficas. La investigación exhaustiva que demanda este suceso debe arrojar luz sobre el cumplimiento de los códigos de construcción, la regularidad de las inspecciones, la idoneidad de los permisos otorgados y la responsabilidad de todos los actores involucrados, desde los propietarios y operadores hasta las autoridades competentes.
Si se confirma que fallas estructurales, modificaciones no autorizadas o la falta de mantenimiento adecuado contribuyeron al colapso, estaremos ante un claro ejemplo de cómo lo evitable se transformó en una tragedia por la omisión o la acción indebida.
Este caso, lamentablemente, no es un hecho aislado en un país donde las noticias sobre infraestructuras deficientes, construcciones irregulares y laxa supervisión son relativamente frecuentes.
La sensación de que «esto se veía venir» o que «era una bomba de tiempo» tras una tragedia como la del Jet Set revela una conciencia latente de que los riesgos no siempre se gestionan de manera adecuada. Esta percepción socava la confianza en las instituciones y alimenta la frustración ante la aparente impunidad o la falta de consecuencias efectivas.
Superar esta tendencia a la reacción tardía y construir una verdadera cultura de prevención en la República Dominicana requiere un abordaje multifacético: Es imperativo robustecer los organismos encargados de regular, supervisar y hacer cumplir las normativas en todos los sectores, desde la construcción hasta la salud y el transporte.
Fomentar una cultura de respeto a la vida y a la seguridad desde las etapas tempranas de la educación es fundamental. La impunidad ante la negligencia y la corrupción envía un mensaje perverso que perpetúa la cultura de lo evitable. Las leyes y regulaciones deben ser revisadas y actualizadas periódicamente para adaptarse a las nuevas realidades y garantizar los más altos estándares de seguridad.
La hora de actuar es ahora
La República Dominicana no puede permitirse seguir lamentando tragedias que, en muchos casos, eran evitables. El caso del Jet Set, por su dolorosa magnitud, debe ser un catalizador para un cambio profundo y sostenido. La urgencia de evitar lo evitable ya no puede postergarse, requiere un compromiso firme y coordinado de las autoridades, el sector privado y la sociedad civil para construir un país donde la seguridad, la prevención y el respeto a la vida sean los pilares fundamentales.
Solo así podremos transformar la dolorosa pregunta de «¿pudo haberse evitado?» en una certeza de que estamos construyendo un futuro donde las tragedias evitables sean cada vez más una excepción y no una lamentable constante.
Al final, un buen gobierno debería aspirar precisamente a eso: a crear las condiciones para que los ciudadanos vivan seguros, con oportunidades y con la menor exposición posible a riesgos prevenibles.
Que la tragedia del Jet Set sea un recordatorio constante de esta urgencia en la República Dominicana y nos impulse a construir un futuro donde lo evitable deje de ser una fuente de dolor y pérdida.
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