Pactos políticos

imagen
EL AUTOR es estudiante universitario. Reside en España.

Por JULIO ALBERTO MARTINEZ

Me encontraba leyendo algunas reflexiones sobre la Democracia Representativa en la biblioteca María Zambrano cuando repentinamente me llegaron algunos mensajes vía Whassap que reproducían algunas frases emitidas por los congresistas que deliberaban en la Cámara de Diputados, el pasado miércoles.

Ingresé al link de la asamblea para presenciar el debate de manera virtual y pude confirmar la información del rumor que había circulado esta semana, sobre un posible pacto entre los partidos políticos tradicionales, PRD, PLD y PRSC, para un gobierno de Unidad Nacional.

De inmediato, muchos han comenzado a pronosticar el fracaso del sistema de partidos políticos e incluso, algunas aves agoreras, hablan sobre una inminente crisis de la democracia y han apelado a la convocatoria del pueblo en una hipócrita defensa de la institucionalidad.

La democracia representativa nace con el Estado liberal, para superar los vicios del poder absolutista que detentaban los monarcas en la Europa del siglo XVIII. En ese sistema político, se crea un mecanismo de pesos y contrapesos para los ostentadores del poder.

La sociedad no se subordinaba a la arbitrariedad de quien lo dirige, sino que delega su influencia en representantes o funcionarios  que garantizan sus intereses. Los liberales partían de la premisa de que el gobierno debía rendir cuentas ante el parlamento y la opinión pública, y que el individuo no debía renunciar al disfrute de sus placeres privados, ni  dedicarse por completo al servicio de lo público.

En este sistema político, con sus carencias y virtudes, el pueblo delega y otorga poder a sus representantes para que a través de instituciones defiendan sus intereses, en un contexto donde se afianza cada día más la división social del trabajo. Hay dos principios fundamentales en este tipo democracia para la solución de  las diferencias entre las organizaciones políticas: la negociación y las votaciones.

Negociaciones entre diversas organizaciones políticas significa pactar, no claudicar a sus principios, es llegar a acuerdos para viabilizar un proyecto de ley en el cual ninguna fuerza posee mayoría absoluta. Emprender políticas públicas en común desde el gobierno, o actuar con la lógica política que marque el tiempo electoral.

En España de 1978, los partidos políticos no solo desempeñaron un papel fundamental en lo que se denominó el pacto de la Moncloa, para iniciar la transición hacia la democracia, sino que hoy en día, luego de los resultados que arrojó el reciente proceso electoral, las principales organizaciones históricamente antagónicas, el Partido Socialista Obrero Español, Partido Popular y los emergentes Podemos y Ciudadanos, se están cortejando para posibles acuerdos y poder gobernar en mayoría en distintos Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.

En la Venezuela de 1958, se firmó lo que se denominó el pacto de punto fijo, en el cual las principales organizaciones políticas, iniciaron la transición hacia la democracia, y más que el colapso de Acción Democrática, COPEI y URD, lo que fracasó fueron las políticas públicas y sociales que aplicaron tanto AD como COPEI, cuando a cada partido le toco asumir las riendas del Estado que, desde mi perspectiva, fue lo que minó el terreno para el surgimiento de una figura de la dimensión de Hugo Rafael Chávez Frías.

Basta con echarle un vistazo a la historia política dominicana a principios del siglo XX, cuando el año  1903, dos fuerzas antagónicas; los Bolos, encabezados por los Jimenistas y los Coludos, encabezados por los Horacistas, forzaron a la capitulación del presidente Alejandro Woss y Gil y culminaron con un acuerdo en 1904, donde resultó electo el presidente Carlos Morales Languasco y como vicepresidente Ramón Cáceres. Al igual que en 1924, cuando se constituyó la alianza entre el Partido Nacional de Horacio Vázquez y el Partido Progresista de Federico Velázquez, que otorgó la victoria a la Alianza Nacional Progresista.

En la historia contemporánea es conocido el intento de Peña Gómez, en 1990, de pactar con el PLD, al cual se opuso el profesor Juan Bosch. Seis años más tarde, el PLD, y su histórico adversario el PRSC, constituyeron una alianza electoral denominada el Frente Patriótico que resultó triunfante en la segunda vuelta de las elecciones de 1996.

De manera que, la reconfiguración del tablero político dominicano tiene antecedentes históricos, lo trascendente es que se haya hecho entre las tres principales organizaciones políticas, hazaña loable, solo posible por un procurador de poder que ha construido un capital político sin parangón en nuestra historia democrática.

Para que la democracia entre en crisis deben conjugarse dos factores: en primer lugar, una deslegitimación de las instituciones políticas, y en segundo lugar, un fracaso de las políticas económicas y sociales. Y ambos argumentos se desmontan fácilmente, no puede carecer de legitimidad un presidente que goza de más de un 90% de aprobación, conjuntamente, con una administración, que se destaca por la efectividad en la aplicación de sus políticas públicas.

martinezjulioalberto@gmail.com

Compártelo en tus redes:
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
3 Comments
Nuevos
Viejos Mas votados
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios