OPINION: Un colmado dominicano en Nueva York

En Cuba le llaman bodega; en Puerto Rico le dicen tienda; nosotros en
nuestro país le llamamos colmado, y en algunas regiones del país le dicen
pulpería; y así podríamos encontrar, en todos los países de América
Latina, otros nombres diferentes con que se le denomina al sitio
popular de los barrios donde los pobres y la clase media baja adquieren
diariamente sus comestibles. Aquí en Nueva York se llama bodega, y
en inglés grocery store.

Con la proliferación de ciudadadanos de origen mejicano que se están
radicando en las áreas de los barrios pobres de la ciudad de Nueva York,
se han estado abriendo algunas bodegas exclusivas para mejicanos, y hasta
pintan con los colores de la bandera de Méjico los toldos donde ponen
los letreros con el nombre de la bodega. El «Spanish
Harlem», lado poblado desde los años '50s principalmente por
hispanos de origen puertorriqueño, del famoso barrio negro de Harlem, por lo que
popularmente ha sido conocido como «El barrio», es en
la actualidad mayoritariamente poblado por mejicanos y sus descendientes.

Debido al Tratado de Libre Comercio entre los países de América del Norte
(NAFTA, por sus siglas en inglés), exportadores desde Méjico, en
combinación con importadores en los Estados Unidos, traen mercancías por
miles de millones de dólares que distribuyen por todo el país a través de
estas pequeñas bodegas. Per ¿son norteamericanos (estadounidenses)
estos importadores y exportadores involucrados en este gran negocio?
Personalmente nos parece que en más de un 90% son mejicanos.

Datos estadísticos oficiales ofrecidos este año por las autoridades indican
que en el área triestatal de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut existen
alrededor de 18 mil bodegas, de las cuales el 80% tienen como dueños y
empleados a ciudadanos dominicanos, y que el monto económico que representan
estos negocios equivale a 40 mil millones de dólares anuales. Queremos
dar constancia en este artículo que también un alto porcentaje de los
supermercados de cadenas norteamericanas como los C-town, Bravo, Met-Food,
Pioner, y otros más, establecidos en barrios latinos, y algunos hasta en
barrios anglosajones, son propiedad de dominicanos, la mayoría de ellos hombres
de campos, que emigraron desde nuestro país hacia este país cuando apenas
eran niños.

Entonces: ¿por qué los dominicanos que vivimos aquí tenemos que comer
plátanos ecuatorianos, aguacates mejicanos, piñas salvadoreñas, yuca
nicaragüense, batatas hondureñas, maíz costarricense, queso guatemalteco y
hasta beber ron puertorriqueño? En el Tratado de Libre Comercio entre la
República Dominicana, los países centroamericanos y los Estados Unidos de América
(DR-CAFTA, por sus siglas en inglés), los únicos que salen ganando son los
grandes importadores de nuestro país, quienes compran millones de dólares en
mercancía barata en los países centroamericanos, y sin pagar impuestos al
introducirlos en nuestro país, los venden a precios por las nubes a los
consumidores, quienes tienen además actualmente que pagarle al gobierno el
18% del ITEBIS.

Creemos que el gobierno dominicano debe de establecer mecanismos para que
se incremente la producción nacional de estos rublos agrícolas que tanta
demanda tienen en el mercado local de los Estados Unidos a través de las
bodegas y los supermercados propiedad de dominicanos y de facilitar con
medidas favorables a que exportadores dominicanos conjuntamente con
importadores residentes en los Estados Unidos colmen todas estas bodegas y
supermercados de productos dominicanos. Esperamos que algún día nosotros
les podremos decir a nuestros hijos o nietos «vete y cómprame en el
colmado dominicano de la esquina de la calle 185 y Broadway 10 plátanos, dos
aguacates y un queso, todos productos dominicanos, que esta noche vamos a
cenar como si estuviéramos allá.

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