OPINION: Luis no es el cambio
Luís Abinader, candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno y la colación que lleva por nombre La Convergencia, no es el cambio que precisa la sociedad dominicana urgentemente; el cambio somos todos. Individualizar el cambio es reducirlo, minimizarlo, imposibilitarlo, segregarlo.
Producir una modificación en la manera de hacer política, de conducir el Estado y sus instituciones no es, ni debe ser, tarea de un hombre, no importa que sea presidente de la República; es tarea de todos y de todas.
Justamente uno de los grandes problemas que históricamente hemos tenido como país y como sociedad es el sentido presidencialista, ha sido otorgarle todo el poder a una persona para que maneje el Estado como si fuera suyo, como si lo heredara.
Luís Adinader forma parte importante del cambio, pero no es el cambio. El cambio es la voluntad popular, es el empoderamiento de los ciudadanos en la política para impedir que sus derechos les sean escamotados por un partido o un presidente.
El cambio es Luís, ciertamente, pero también lo son Hipólito Mejía, Eduardo Estrella, Juan Hubieres, Guillermo Moreno, Fidelio Despradel, Milagros Ortiz Bosch, Andrés Bautista, Miguel Ceara Hatton, César Cedeño, Guido Gómez Mazara, Emmanuel Esquea, Arturo Martínez Moya, Fidel Santana, Alberto Atallah, Serbio Tulio, Juan Bolívar Díaz, Geanilda Vásquez, Eddy Olivares, Minou Tavares Mirabal, el padre Rogelio, Andrés L. Mateo, Fulcar, Jesús Ferris Iglesias, Alma Bobadilla, Hatuey Decamps, Max Puig, Rafal Chaljub Mejía y Fafa Taveras, entre cientos y miles de hombres y mujeres preocupados por la salud económica, espiritual, cultural y política del pueblo.
Es fundamental la unidad alrededor de un programa de gobierno novedoso, posible, que agrupe a los sectores democráticos y populares junto a profesores, médicos, abogados, empresarios, religiosos, etc., para sacar la nación del hoyo en que lo ha metido la Corporación PLD, para la cual el país es un botín que se reparten sicarios y mercenarios de la política a los que la gente no le importa.
El cambio no es Luís Abinader, no es el PRM, ni siquiera la Convergencia en sí misma, el cambio es la unidad programática, el compromiso, el trabajo con espíritu de cuerpo de todo el que se sienta comprometido con el progreso y el desarrollo del país.
No es un hombre, ni un nombre; no es una figura paradigmática lo que necesitamos, es unidad de acción ciudadana, es empoderamiento colectivo, es lucha de masas, no individualismo. La unidad, el plan, el programa, la voluntad política, los principios, la ética, la moral, la solidaridad, el sacrificio. Es ahí donde está el cambio, donde está la posibilidad de derrotar la Corporación PLD junto a sus nefastos aliados sanguijuelas del erario.
Tras el triunfo electoral, Luís Abinader, como presidente de la República será, como en los países de verdad, un catalizador, un brazo ejecutor de las políticas públicas aprobadas en el plan de gobierno por la Convergencia, no un ser mesiánico, ni un dios dueño del Estado y del presupuesto nacional para gastarlo como le dé la gana, como hace Danilo Medina.
Es dentro de esa lógica de participación ciudadana, que veo el cambio.
Cuando digo que Luís no es el cambio, no es para descalificarlo; todo lo contrario, es para rescatar la visión emprendedora de unidad, de participación protagónica de las masas, de volver a confiar en su capacidad transformadora y revolucionaria.
El propio Luis así lo entiende y así lo predica en las reuniones y encuentros con los dirigentes de su partido y de los posibles aliados. Cero sectarismo, cero exclusión. Como decía Tony Rafúl en el programa Tribuna Democrática de Peña Gómez: “¡Venga pueblo, venga gente…! En la Convergencia caben todos los que quieren ser parte del cambio y del progreso del país.