La indiferencia ante las agresiones
Entre aquellos que tienen la responsabilidad de defendernos de las amenazas que podrían arruinar nuestra vida, hay dos actitudes que podrían resultar trágicas:
- Practicar la ceguera ante las agresiones y amenazas dirigidas contra la autodeterminación del pueblo dominicano y contra sus instituciones.
- Dedicarse a complacer a los enemigos, aun sea a expensas de nuestros derechos como nación.
Los que actúan de esta manera, piensan que bastaría rechazar la idea de enemigo, para que en el entorno desaparezca la posibilidad de la agresión o se disuelva la conjura contra nuestra existencia. Como decía Regis Debray, una nación sin enemigos no tiene historia. La ingenuidad consiste en pensar que es usted quien elige a su enemigo, cuando, en verdad, es el enemigo quien lo elige a usted (Julien Freund). Se ha llegado a tal grado de anulación personal, que, muchas de los partidarios de la agresión contra lo propio, prefieren que lo maten, antes que matar. Prefieren que desaparezca la soberanía, si el precio de defenderla resulta ser la guerra. Se acepta el sufrimiento, la aniquilación, a cambio de un dogma y un sacrificio que nadie le reconoce, y a los que le atribuyen una superioridad moral. Si esa realidad se implanta en las personas que deben preservar nuestra existencia como Estado independiente, nos hallaremos ante políticos irresponsables, cobardes, sin capacidad estratégica, que han renunciado de antemano a defender a su país.
- La ceguera ante la agresión del intervencionismo internacional.
Para contradecir a los defensores de la nacionalidad dominicana, sometida a toda clases de ataques, los grupos que apoyan la desnacionalización de la República Dominicana, lanzaron al ruedo la tesis siguiente: prefiero ser traidor a mi patria, antes que serlo a la humanidad. Se trata de una flagrante muestra de auto desprecio; practican la ingenuidad de confundir sus deseos con la realidad. Haití no representa más a la humanidad que la República Dominicana. En todo caso, si se examina el contingente demográfico, se verá que los dominicanos representamos una proporción apreciable, en igual medida, de la humanidad que la que se quiere contraponer a la existencia de nuestra patria.
¿Se encuentra nuestro país ante amenazas a su soberanía, que podrían abolir su Independencia nacional? Se ha vivido sumergido en la idea, rotundamente ingenua, de que el país no tiene enemigos, y de que las relaciones entre los países se desarrollan en ámbitos angelicales. Tales concepciones los llevan a la ceguera ante las esplendidas maniobras que se desarrollan ante nuestros ojos.
Examinemos las amenazas que representa la vecindad con Haití:
- Amenaza la seguridad: Una frontera inestable por la cual entran drogas, contrabando, armas de todo tipo. Una demarcación con un país sin un polo de autoridad, con presencia copiosa del crimen organizado.
- Una amenaza sanitaria: inmigrantes con los más bajos índices sanitarios, prevalencia de todas las enfermedades transmitidas por vectores: animales, agua, etc. riesgos de pandemia: malaria, filariosis, cólera etc.
- Una amenaza medioambiental. Un territorio definido como desastre ecológico, con apenas 1,2% de capa boscosa; consume 6 millones de metros cúbicos de madera por año. Se abastece, en la actualidad, del bosque dominicano.
- Una amenaza interna (grupos paraestatales, ONG, organizaciones internacionales) convertidas en el brazo interventor del poder internacional con el objetivo de sembrar estereotipos e imágenes de descrédito que preparen el terreno de una intervención mayor.
En el primer Gobierno del Presidente Fernández (1996-2000) se produjo, por instancias del entonces embajador ante la OEA, don Flavio Darío Espinal, la inclusión sin reservas de nuestro país en la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH). Un recorte de soberanía que no había pasado por la aprobación de la representación general del país, centrada en el Congreso.
Los resultados de estas políticas han sido negativos.
- El ingreso en la CIDH nos produjo una primera condena en 1999, por el caso de las niñas Dilcia Yann y Violeta Bosico; nos produjo una segunda condena internacional por el caso Nadege Dorzema y nos acarreó una resonante tercera condena en México por el caso Tide Méndez en el 2014. Finalmente, la CIDH manipuladas por las ONG prohaitianas radicadas en el país, plantearon la modificación de la Constitución de la República y llegaron incluso a suplantar los tribunales internos del país, sin que ello estuviere en el acuerdo de incorporación a la Corte.
Se ha ido creando una leyenda negra, que tilda a nuestro país de practicar la apatridia, fraguada por los haitianos, las ONG radicadas en el país, que tiene ya carta de vecindad en el Departamento de Estado de EE UU, al punto de que todo los informes de la diplomacia estadounidense se hallan plagados de todas esas acusaciones contra el país, y lo mismo acaece en las organizaciones internacionales, que dan como ciertas todas las imputaciones que nos hacen los haitianos en el foro de CARICOM y que han servido de caballo de Troya contra el país .
El victimismo se exhibe como un mecanismo para darle el aspecto de cruzada a la lucha contra el Estado dominicano. ¿Debería desaparecer el derecho a la independencia de los dominicanos y anular el pasado que la definió en 1844, como radicalmente emancipada del influjo haitiano? Como se ve, nuestra sociedad no se halla rodeada de entidades sosegadas, pacificas, sino que debe defenderse de la agresión territorial, diplomática, contra su soberanía.
La ilusión según la cual vivimos en un mundo sin amenazas a la soberanía y a la integridad territorial, olvida las amenazas, proferidas por un enemigo que manipula en los organismos internacionales, y cuyo proyecto objetivo es anular la soberanía dominicana.
- La estrategia de complacer al enemigo
La idea de que complacer al enemigo resulta necesario para evitar su radicalización se revela como rotundamente falsa. El presidente Leonel Fernández aplicó una política de concesiones insólitas y una rocambolesca servidumbre diplomática que llevó a ese Gobierno a regalarle una Universidad al régimen haitiano, pagada con los fondos del Estado dominicano al costo de más de 50 millones de dólares, a hacerse de la vista gorda ante el desplazamiento de poblaciones durante el periodo del terremoto del 2010, a indulgencias imprudentes, tal la exención de impuestos a los estudiantes universitarios haitianos, entrega de un minibús, a la inclusión de un presupuesto millonario de ayuda a Haití, para construcción de obras en Haití, dependiente del Ministerio de Economía y Desarrollo, y dirigido por doña Urda Lorenzo.
La idea que prevalecía en los promotores de esa política era que al hacerle esas concesiones, los haitianos tendrían otra actitud y mantendrían un trato muy diferente ante los políticos que renuncien a las prerrogativas de su soberanía, para ponerse al servicio de los propósitos expansionistas de los haitianos.
En tal sentido, el Estado dominicano organizó e hizo la inversión de la conferencia de Punta Cana. Se hicieron buenas cantidades de viajes pidiendo la ayuda financiera para Haití. Esa estrategia fue mal recibida y declarada improcedente por los propios haitianos, llenos de soberbia y de orgullo, interpretaron que nadie tenía derecho, y que particularmente el Presidente dominicano no podía hablar en nombre de ese país.
La Dirección de Migración y las autoridades dominicanas encargadas de retener el ingreso ilegal de haitianos quedaron desmoralizadas, y hubo gobernadores de las provincias fronterizas dedicados al tráfico de haitianos para las fincas, y como negocio.
- La concesión de exenciones a los estudiantes haitianos, multiplicó enormemente la población estudiantil de Haití en el país, Tal como revela, un estudio de Harold Pierre, se pasó de una población que alcanzaba 14 mil estudiantes haitianos, se pasó a la friolera de más 30 mil estudiantes. Para decirlo en palabras concretas, tenemos tantos estudiantes universitarios haitianos que equivalen a toda la matricula de una Universidad como la Pontificia Madre y Maestra, y desde luego más estudiantes que la Universidad del Estado haitiano. ¿Volverán esos estudiantes a su país, tal como han imaginado, torpemente, los autores de esa política, para llevar a cabo la redención de su país? Desde luego que no. Ese enfoque ha creado otro problema adicional. El desplazamiento de los haitianos a porciones del mercado laboral que le resultaban vedadas, y que ahora ocuparán ampliamente: médicos y personal para médicos, abogados, veterinarios, agrónomos, ingenieros informáticos no suelen volver a Haití, sino que se propagan en el tejido laboral dominicano, y se convierten en la avanzadilla y la plataforma para nuevas oleadas de inmigración de sus compatriotas.
- La idea que esa política de contención de nuestros propios derechos, que conlleva a traspasarle obligaciones al pueblo dominicano que son extra territoriales y extra nacionales, nos llevaría a un escenario deseable de distensión, amistad y un cambio de actitud por parte de los haitianos se revela rotundamente falsa. En el 2013, los haitianos iniciaron una política de veda que llevaron a la ruina a cantidades grandes de productores de huevos del país. Nos hicieron una campaña internacional con miras a llevar al hundimiento del turismo dominicano, hicieron manifestaciones en el extranjero y convirtieron a la Republica Dominicana en el blanco de todas sus reclamaciones internacionales. El propio Presidente Fernández fue ovacionado, tras su visita a Haití, con una sonata de tiros, al punto de que fue necesario la intervención de un pequeño batallón aéreo que blindara el desplazamiento del jefe de Estado dominicano, y el vehículo que ocupaba la Ministra de Educación, Alejandrina Germán quedó abandonado en las calles de Puerto Príncipe.
- La fundación Global estableció un capítulo de colaboración con Haití: producción de películas, becas para estudiantes haitianos, extensión de los festivales de cines etc. Ninguna de esas adulaciones evitaron que un conjunto de personalidades, la crema y nata del mundo intelectual y artístico, escribiese una correspondencia pública de condena y de ruptura con el ex Presidente Fernández, refrendada por muchos de los beneficiarios de los programas de la Fundación Global .
Todos esos enfoques se mantuvieron, y se han transformado en grandes decisiones del Estado, en el Gobierno del Presidente Medina.
El Gobierno haitiano ha aplicado dos estrategias:
- Las vedas al comercio para doblegar a los dominicanos, todo se inició con la prohibición de huevos, pollos por una falsa acusación de presencia de gripe aviar. Actualmente, se mantiene la obligación de emplear los puertos haitianos para el ingreso de mercancías, lo cual encarece los trámites comerciales. Tales medidas inamistosas no tienen reciprocidad, porque los productos haitianos no se hallan sometidos a medidas semejantes en nuestro país.
- Tras el terremoto del 2010, los puertos dominicanos sirvieron de recipiendarios de todas las mercancías y exportaciones haitianas al exterior. Esa concesión mantenida por el Presidente Medina no evitó la aplicación de medidas rotundamente brutales contra el comercio dominicano, que aún se mantienen. Una vez se abrieron dichas posibilidades para el comercio haitiano, aumentó el tráfico de drogas, al través de los puertos dominicanos, mancillando con el descrédito nuestras propias exportaciones.
Entre dos naciones enfrentadas el motivo de la rivalidad que puede ser territorial, económico, ideológico, político se vuelve secundario. Porque esa distinción comprende las nociones de amigo y enemigo.
¿ Quién es nuestro enemigo? El que se opone a nuestra existencia como Estado independiente, el que se propone arrebatarnos el territorio, saquear nuestra prosperidad, el que nos desacredita en todos los foros internacionales, el que vuelve la defensa de nuestro derechos, ante los ojos, del mundo en una afrenta criminal. El pacifista puede no desear la guerra ni el conflicto, puede preferir mirar para otro lado cuando se nos declara la guerra, cuando con su rechazo de lo real se pone al servicio de su enemigo que no se desvía el objetivo de su destrucción.
Todo eso en nombre del victimismo haitiano y del antirracismo, pero quién en ese fandango representa al pueblo dominicano. El derecho favorece el statu quo, las circunstancia de facto, instalan al perdedor en un orden detestable. Nosotros no aceptamos la mutilación de la República Dominicana. A nosotros nos parece una inmoralidad que en nombre de las buenas relaciones o la paz, se prive de la autodeterminación en su territorio a la República Dominicana. No es con votaciones en el Consejo de Seguridad que los haitianos que no respetan ningún compromiso, ningún acuerdo , que actúan con un infantilismo desbordado podrán modificar las leyes dominicanas. Quien nos ha declarado su enemigo, no desea escuchar nuestros razonamientos, sino nuestra rendición incondicional. No lo lograrán.
SIN PALABRAS PROFESOR…. MEJOR DE AHI SE DAÑA, MIS RESPETOS COMO SIEMPRE !!!!