OPINION: La dificultad del diálogo en Venezuela
Cuando el secretario general de la Organización de Estados Americanos –OEA-, Luis Almagro, anunció que esa organización le activaría la Carta Democrática a la dictadura chavista presidida por el marxista Nicolás Maduro, me dije: por fin va a actuar en consecuencia la organización que agrupa a las naciones americanas, la que está supuestamente para contribuir y velar porque sus miembros respeten las normas que se enmarcan en los mandatos de dicha organización regional.
Y es que han pasado tantos años, 17 para ser mas exactos, que el chavismo ha gobernado a Venezuela violando las libertades, irrespetando la propiedad privada y desmantelando sistemáticamente el estado de derecho, controlando mañosamente todos los poderes que conformarían un régimen de corte democrático.
En esos años hemos visto como el régimen dictatorial ha ido socavando el aparato productivo de la nación, expropiando industrias, y con su accionar populista, errático y clientelista, aplicando políticas que van contra un buen desempeño macroeconómico, llevando la situación a deteriorarse de tal manera que el país ya está al borde de un estallido social de consecuencias imprevisibles.
La alarmante situación que se caracteriza por una gravísima crisis de desabastecimiento, por la inflación mas alta del planeta, escases de agua potable, electricidad, entre otros grandes males como la alta ola de violencia social que azota implacable, algo sin precedentes en una nación otrora próspera y admirada por su estabilidad económica y vida democrática, donde primaba el libre mercado sin las trabas que hoy lo caracterizan.
Pensamos en ese momento de tan importante anuncio, que la esperanza había renacido en el continente y que por fin se iba a intentar ponerle coto a los desmanes que impunemente, comete día a día el régimen en contra de la oposición democrática hoy atrincherada en la Asamblea Nacional y de la población en general, con la tácita complicidad, conscientemente o por omisión, del continente y del mundo en general.
Sin embargo, de inmediato surgieron las voces disidentes que se oponen a que se aplique tal procedimiento, porque increíblemente alegan que es una acción radical que no se justifica, a pesar de todas las evidencias que urgentemente claman por una intervención salvadora que evite que la situación devenga en una gran tragedia que acelere el paso que lleva el país hacia el precipicio, al que lo están guiando, Maduro y el castrismo parasitario.
Estos sectores encabezados por el gobierno argentino privilegian un dialogo que ha estado impulsando el mismo Maduro con el fin, a mi entender, de ganar tiempo y así boicotear el referendo que promueve la Asamblea Nacional en su contra; diálogo que ha sido encargado dirigir, a los ex presidentes Rodríguez Zapatero, de España, Leonel de República Dominicana y Martín Torrijos de Panamá, con la anuencia de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Aunque la oposición no confía en dicha comisión, ya que considera que estos intermediarios están mas inclinados al régimen de Maduro que a la causa de la democracia, por antecedentes obvios que comprometen a dichos comisionados a favorecer en todo caso las claras intensiones estratégicas del chavismo.
De antemano los demócratas venezolanos están poniendo como condición para dialogar, que se libere a todos los presos políticos y que no se ponga en juego la realización del referendo, algo que Maduro difícilmente va a aceptar.
Hay que esperar para ver en que parará todo esto, ya que es casi imposible que una dictadura realmente quiera dialogar, en vista de que ese no es su fuerte.