El suicidio de una sociedad

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EL AUTOR es historiógrafo, poeta y político. Reside en Santo Domingo.

A la luz de los extraordinarios diagnósticos  elaborados por Jared Diamond (Colapso,  Debate, Madrid, 2006), ¿quién podría  sustentar en la actualidad que la evolución del medio ambiente no ha llevado a la desaparición de las culturas y de las civilizaciones, de las naciones,  tal como ocurrió con los habitantes de la isla de Pascua, los pobladores de Groenlandia, los anasazi  del Chacó y otros pueblos que han desaparecido?

Según Diamond hay cuatro razones para que estas circunstancias se produzcan:

  • El grupo humano en cuestión no consigue percibir un problema del que no tiene una experiencia anterior o bien porque ha olvidado las consecuencias de los acontecimientos que están viviendo .
  • Porque establece falsas analogías con circunstancias  que nada tiene que ver con lo que ocurre realmente. Nada demuestra que el fenómeno migratorio que  acaece en el país, que opera como una colonización tenga las mismas características que las migraciones en otros países, donde los inmigrantes suelen incorporarse a la sociedad.
  • La sociedad puede hallarse tan desconectada de la realidad que ni siquiera intenta resolver el problema;  desconocen los fenómenos dinámicos que se mueven por debajo de la sociedad. Puede ser necesario que pasen varios años para que la población despierte de la amnesia y se entere de  cómo ha cambiado brutalmente su vida. Probablemente, aun conociendo, el problema un parte del liderazgo sin criterio nacional, apátrida, puede considerar que le conviene asociarse a la destrucción del país.
  • El grupo social  puede tratar de resolver el problema que se plantea sin lograrlo. Bien porque aplica métodos ineficaces, o bien porque las dimensiones del desafío  le resultan  tan gigantescas que terminan aceptando su propia destrucción como un acontecimiento inevitable.

En 1966, la depredación que habían producido las dos naciones que se reparten la isla de Santo Domingo (Haití y la República Dominicana)  había alcanzado el 11 y el 13% respectivamente. Las dos sociedades iban hacia al suicidio territorial.   Los dos países tomaron, sin embargo,  derroteros distintos.

En ese año fatídico, Joaquín Balaguer prohibió la tala de los bosques. Estableció un sistema de multa a las cargas de carbón. Subvencionó el uso de estufas de gas propano. Cerró los aserraderos y los comercio de madera. Dispuso la importación de madera de Chile, Honduras y los Estados Unidos para uso del país. Se hicieron, parejamente, campañas educativas para cambiar la cultura  de la destrucción boscosa. La diferencia de precios entre el gas subvencionado y las pacas de carbón conseguidas, tras proezas peligrosas encareció  el carbón y los usuarios cambiaron hacia el gas propano. No fue, desde luego, un súbito rapto de la razón, sino la visión de un estadista.  Inmediatamente se produjo el regreso del PRD al poder se autorizó nuevamente la apertura de los aserraderos. Pero al volver en 1986,  Balaguer reanudo las políticas conservacionistas.

Al cabo de cincuenta años, nos hallamos, pese a las recaídas, en un 39% de capa boscosa, gracias a esas políticas. El Ejército dominicano sembró millones de árboles; se construyeron 32 presas para alimentar de agua las ciudades, para la agricultura, la industria y los enclaves turísticos; se declararon 111 zonas protegidas y se crearon los parques de las ciudades.  Se creó el Parque Botánico, el   parque  Zoológico, el Acuario, el Museo de Historia Natural.

La última acción política de Balaguer, a la edad de noventa y cuatro años, consistió en pactar con el presidente electo Mejía para bloquear el plan del presidente Fernández de reducir y debilitar la red de reservas naturales. Balaguer y Mejía consiguieron ese objetivo mediante una inteligente maniobra legislativa, según la cual enmendaban la propuesta del presidente Fernández con una cláusula adicional que hacía que la red de reservas naturales dejara de ampararse en una orden ejecutiva (y, por tanto, sujeta a modificaciones como las que proponía Fernández) para quedar administrada por una ley general, bajo condiciones similares a las que había quedado en 1996 al final del último período presidencial de Balaguer y antes de las maniobras de Fernández. (…) . En sus días postreros, cuando el Presidente Fernández afirmaba que dedicarle el 32% de territorio del país a zonas protegidas, resultaba excesivo, Balaguer respondió que el país entero debería ser un territorio protegido (Colapso, pág. 285).

EL  CASO HAITIANO

.Para penetrar en el meollo del problema que representa la destrucción del medio ambiente en Haití, hay que introducir dos variables.  El examen cronológico y la dinámica del presente.

  • El examen cronológico.

Tras la caída de la colonia francesa de Saint Domingue (1697-1804) sobre cuyas ruinas se construyó el Estado haitiano, el paí se hallaba sometido a una agricultura intensiva, de auto subsistencia y depredación t. En 1825, tras  la firma del Tratado entre Boyer y Carlos X,  para  indemnizar a los colonos franceses, a los que se habían  incautado todas sus propiedades y riquezas, , privados de los derechos de propiedad, de residencia y de nacionalidad en el nuevo Estado, el grupo humano más antiguo en la colonia de Saint Domingue, fue indemnizado en una gran proporción sacrificando el bosque . En ese momento, los bosques dominicanos fueron sometidos a la mayor expoliación de toda su historia.Haití llegó a convertirse en el más grande exportador de maderas preciosas de continente. Nuestros bosques pagaron un precio altísimo, tal como aparece descrito con lujos de detalles, en los informes de las exportaciones reseñados por el historiador Beaudroun Ardouin, que atestigua de la calamitosa destrucción emprendida durante la dominación haitiana (1822-1844) .

En 1923, un siglo después  de la invasión a la porción oriental de Santo Domingo, Haití tenía el 60% de capa boscosa. En 1966, la cobertura forestal se hallaba en 12%. En 2000, se ha llegado a la catastrófica circunstancia de 2% de cobertura boscosa, y en el 2008 ya ronda 1,5%  (3  Rapport National de la République d’Haïti sur la mise en œuvre de la convention sur la lutte contre la désertification, page 4, juin 2006.).

La dinámica del presente

Ese drama no concluye. En la actualidad, el 75% de toda la energía necesaria para la cocción de los alimentos proviene de los árboles convertidos en leña y del carbón vegetal, principal combustible consumido por una población de aproximadamente 8 millones de haitianos. Entre 30 y 50 millones de árboles son devorados cada año . Ante una circunstancia que atañe al funcionamiento de la sociedad haitiana.  Ante tanta destrucción surgen inevitablemente las preguntas: ¿ Quién es responsable de la calamidad que ha destruido el porvenir de esas poblaciones?

Surgen los expertos que tratan de hallar la culpa en el pasado. He oído tesis estrambóticas: , los franceses que partieron en 1804 han destruido Haití. Los americanos, durante cuya administración (1915-1934)  aparecieron las primeras zonas protegidas, fueron los autores materiales de toda esta depredación. Dentro de esa vertiente hay una montaña de libros que tienen como finalidad des responsabilizar al pueblo haitiano de la deforestación, y atribuirle toda esa destrucción la presente y la pasada a unos extranjeros perversos, y al mismo tiempo volver a la obsesiva  victimización.  Esas son las tesis fundamentales de Alex Bellande ( Haití deforestee, paysages remodelés , CIDHICA, 2015). Para los haitianos, lo importante no es resolver el problema, y asumir su responsabilidad sino hallar un culpable externo, un torturador designado sobre el cual arrojar todas los ultrajes.

Sobre el papel que desempeña esta depredación en la actualidad he leído, como si se tratara de una apasionante novela, la tesis de máster de Alexandre Racicot “ Durabilité de combustible de substitution au bois energie en Haití- filières renouvables pour la cuisson des aliments” (Université Sherbrooke, Canadá, 2011). Se trata de un diagnóstico que debería ser conocido por todos aquellos a los que les preocupe la suerte de la República Dominicana. Al momento, de la elaboración de su tesis sobre medio ambiente  nos hace el retrato siguiente: “ la cobertura boscosa haitiana se compone de bosques (2,6%), zona agroforestal (18,3%), manglares (0,7%), malezas (31,8%), zonas húmedas (1,4%), pastos (1,1%) y cultivos intensivos (44,1%.  (PNUD, 2010).  ( pág.3).  “ Se estima que el 95% de los hogares haitianos utiliza la leña para la cocción de los alimentos… las cifras más recientes calculan que la leña representa por sí sóla 55% del consumo energético de los hogares (…) la cantidad de madera de bosque extraida anualmente se sitúa entre 3 y 4 millones de árboles millones de toneladas métricas, es decir,  entre 12 y 30 millones de árboles.

Junto con la depredación de los árboles para transformarlos en leña, se halla la producción de carbón vegetal. Una industria brutal llevaba a cabo con suma ineficacia. En los hornos empleados por los haitianos se  utilizan  5,6% tonelada de bosque para producir una tonelada de carbón, es decir, un rendimiento mediocre de un 18%. El potencial de bosque se calcula en unos 26 millones de toneladas, y el ritmo de la depredación es de un 3,8%. Según la CEPAL “ A ese ritmo de explotación (5,4, millones de toneladas por año), si la producción de madera tiene como fuente única el bosque haitiano, y no se toma ninguna medida concreta, los bosques que quedan en Haití deberían desaparecer en unos siete años ·(CEPAL,2005 pág. 23).

De ahí que toda esta devastación se halla conectada con nuestro país. En el documental “ Cortes por mil muertes” (2016, Fundación Punta Cana) se muestra que industria de destrucción ya instalada en el país se ha convertido  en la fuente de abastecimiento no sólo de las cocinas haitianas, sino que incluso ha llegado hasta las barbacoas de Nueva York. En la encuesta ONE (2012), se establece que el 60% de los inmigrantes  haitianos que se hallan  en la zona rural   emplean el carbón vegetal. Según el Banco Mundial (), cada años se trasiegan 50 mil toneladas de carbón vegetal  desde la Republica Dominicana hacia Haití. El 85% del abastecimiento se hace a expensas del bosque dominicano.  Los haitianos reproducen en el territorio dominicano el comportamiento que ya habían desarrollado en su país.

En toda esa operación se halla comprometida la supervivencia de la  República Dominicana, las escorrentías de sus cuencas hidrográficas, el riego de la agricultura, y la provisión de agua y alimentos a las ciudades y a los enclaves turísticos.

¿Cómo hacerle frente al mayor desafió en todo el continente americano?

Racoucit reconoce que semejante circunstancia no resulta sustentable en el largo plazo. Sin embargo, se halla con escollos importantes. La depredación del bosque genera el 16% de todos los ingresos de la población rural y emplea unas 150.000 personas. Si a ello se añade la producción, comercialización, distribución del carbón nos hallaríamos  con una barrera económica infranqueable: mientras que las importaciones de hidrocarburos: GLP, keroseno, rebasa muy ampliamente los precios  de un recurso que se halla en la naturaleza insular, los costos de los hidrocarburos involucran desembolsos de divisas extranjera.

Una de las empresas contratista de la USAID, Chemonics, inicio un programa grandilocuente para introducir estufas de GLP en la estructura de las cocinas de Haití. En esas operaciones se invirtieron unos cincuenta millones de dólares. De los miles de personas contactadas, solo unos 357 pinches de cocinas adoptaron el GLP, y de las poblaciones  con las que se había conectado los expertos de Chemonics  se habla de un logro ínfimo, apenas unas 7000 estufas de GLP en Puerto Príncipe adoptaron el programa de la empresa, y en las evaluaciones realizadas por la USAID se reconoce el fracaso de Chemonics.

La primera preocupación de Racoucit es la imposibilidad de que tal circunstancia pueda sustentarse en el tiempo, que su continuación pueda comprometer el porvenir de todas las generaciones  futuras.

Inmediatamente  entran el teatro de las consideraciones las consecuencias de este desastre:

Racoucit no pierde la esperanza. Sus recomendaciones se centran en dos vertientes del problema. 1. ¿ Cómo lograr sustituir el carbón de madera por otras materias que puedan popularizarse rápidamente?, y 2. ¿Cómo regenerar el bosque devastado ¿?

Las medidas recomendadas para afrontar la sustitución de la leña y del carbón vegetal se centran la fabricación de briquetas energéticas:

  • Fabricar briquetas con las montañas de residuos  dejados por las pacas de carbón. Cosa que, al parecer, ya ha realizado con una fabrica modestísima recogen las montañas de polvo de carbón . Se mezcla  con la melaza  y finalmente se comprime  en una prensa y secado al sol.
  • Fabricación de briquetas con el bagazo de caña, las carcasas del coco, la paja del arroz. Se trata de una faena simple, se emplea un tonel convertido en caldera. Se carboniza el bagazo, luego se pulveriza. La masa se mezcla con una amalgama de harina de yuca, empleado como fijador y luego se coloca en el molde y se seca.
  • En el Senegal se ha introducido el llamado carbón verde. Se trata de un sencillo procedimiento recoger la paja del campo, someterla a la carbonización , y con harina de yuca u melaza u otra masilla fabricar las briquetas. A esta experiencia se le ha llamado el carbón verde.
  • Emplear el metano producido de la degradación de la basura orgánica. Lo que permitiría la creación de cocinas colectivas, convertidas en combustible eficaz y los vestigios podrían servir como  fertilizante en la agricultura.
  • Una solución complementaria sería la introducción de cocina de sol.  El horno se crea con unas cajas forradas de papel de aluminio, y se coloca al sol para la cocción de los alimentos y para la purificación del agua.

La segunda vertiente del problema es cómo rehabilitar el  un territorio  que se halla en una circunstancia de degradación alarmante.

  • Emplear la jastrofa curcas, arbusto endémico en la isla de Santo Domingo. En Haití es conocido con el nombre criollo de gwo medsiyen. Se trata de una planta que puede perfectamente desarrollarse en suelo degradados. Su fruto oleaginoso puede transformarse muy fácilmente en biodiesel. La madera de Jastrofa curcas no se presta a la combustión, y el fruto no es comestible. Porque es altamente tóxico. Los haitianos lo habían empleado como purgante. Al triturar la semilla de la jastrofa en un trapiche manual se obtiene el aceite (1 litro por 4 kg) , que puede ser utilizado directamente como combustible. La jastrofa podría combinarse con otros cultivos de vocación agrícola y acompañarse con el agave, la planta de la que se hace el tequila, y que suele crecer en zonas desérticas y vapuleadas por la deforestación.

Pero , ¿ Hay razones para el optimismo?

En una conversación sostenida entre el Secretario privado del ex Presidente Preval, Francois Severin  y  el agronómo Joel Ducasse ( véase Altepresse, 6/6/14)  se llega a esta penosa conclusión relacionada con  la explotación del carbón vegetal:  “ Se trata de una de las grandes industrias del país con una cifra de negocios de 400 millones de dólares por año. Es, además,, la industria que reparte de forma más igualitaria los ingresos en todos el país, en el medio rural, urbano y suburbano. Ninguna otra industria puede pretender crear tantos empleos, generar ingresos de manera tan regular y repartirlos tan equitativamente”.

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