El gigante se reinventa

Bajo el lema ‘Sistema de Conformidad’ para el ‘desarrollo sostenible de manera ética, íntegra y transparente’, la gigante de la construcción mundial, Odebrecht, ha emprendido un camino hacia su recuperación tras el impacto negativo de los escándalos que la estremecieron desde finales del 2016.

El reputado investigador judío-británico Aaron Mois Brisman, en su estudio sobre ‘corrupción y políticos’ establece con crudeza la tesis de que las grandes corporaciones no son corruptas per se, sino que son corrompidas por los políticos, no solo en los países subdesarrollados y de débiles estructuras institucionales, si no también en los altamente desarrollados, donde los sistemas judiciales e investigaciones son más fuertes, severos en sus sanciones, con decisiones confiables para la sociedad. Decir esto parece un pecado capital. Es odioso y enajena críticas y rencores.

Y esto es lo que parece haber ocurrido con Odebrecht en América Latina, donde la competencia es más fiera entre los políticos que brindan favores que cobran con dinero del Estado, que entre empresas que pujan en eficiencia y calidad por los millonarios contratos públicos. La cantidad de políticos presos, acusados, perseguidos en latinoamérica por el escándalo de corrupción que protagonizó, así lo demuestra.

Esa la realidad, aunque quien se atreve a comentarlo corre el riesgo de ser sometido al escarnio de esa claque que se presumen puros, ángeles y alcangeles. A mi me dan par de tres.

Odebrecht se ha confesado y paga sus culpas. En Brasil altos ejecutivos purgan prisión y la empresa sufrió el descrédito frente a sus financistas. En latinoamérica algunas obras han sido detenidas, en otros ha llegado a acuerdos con Gobiernos, pagando millonarias multas. Ha respondido por sus errores y ha apelado a retomar el camino de la transparencia lo que ha sido bien visto, incluso, por la autoridad de Estados Unidos, donde se destapó el escándalo y quienes supervisan sus actividades.

En República Dominicana Odebrecht admitió sus errores, llegó a acuerdos con la Justicia, con el Estado, asumiendo un pago de $184 millones de dólares –$92mm confesados como soborno y $92mm como multa–, mientras la autoridad nacional tiene un juicio abierto en los tribunales, en lo que aseguran es un sólido expediente contra imputados de recibir sobornos. En su carpeta, Odebrecht tiene 14 obras impecablemente construidas y otras siete en proceso, incluyendo las trascendentes plantas de Punta Catalina (a un 91% de ejecución), así como el corredor ecológico de Santiago (85%), carretera Cibao-Sur (75%), acueducto Hermanas Mirabal (85%), carretera Bávaro-Uvero Alto-Miches-Sabana de la Mar (95%) y el corredor Duarte II (60%). Ha operado con 553 empresas subcontratistas, 946 proveedores privados, 95% de mano de obra nacional, 35,500 puestos de trabajo directos y 41 programas de corte social.

Marcelo Hofke, director regional Caribe y EEUU de Odebrecht, ha destacado “la voluntad de poner nuestro mayor empeño en la ejecución y culminación exitosa, a tiempo y con la calidad que nos es reconocida, de los proyectos en los cuales participamos, consientes de que con ello contribuimos a generar valor en las comunidades donde trabajamos… este es el nuevo camino que elegimos para volver a merecer la confianza del pueblo dominicano”.

Como el ave fénix se levanta de sus cenizas, con el nuevo compromiso asumido: “luchar y no tolerar la corrupción en cualquiera de sus  formas, e incluso la extorsión y el soborno”… “decir no con firmeza y determinación a oportunidades de negocios que entren en conflicto con este compromiso”… “adoptar principios éticos, íntegros y transparentes  en el relacionamiento con agentes públicos y privados”… “no invocar jamás condiciones culturales o usuales del mercado como justificativa para acciones indebidas”.

Siete spots que se difunden por las redes sociales muestran este proceso introspectivo y los compromisos del accionar presente y futuro de Odebrecht en República Dominicana, donde apuesta a seguir contribuyendo con el desarrollo de infraestructuras públicas, como lo hace en Estados Unidos, en su propia Brasil y como propuso el saliente presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.

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