OPINION: Don Johnny Ventura

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Johnny Ventura

Tuve el privilegio de conocer y tratar muy bien a la gloria del arte popular y de nuestro ritmo por excelencia, el merengue, don Johnny Ventura, a través de sus hijos, Juan José y Juan de Dios, ya que durante muchos años residimos muy cerca en el sector de Arroyo Hondo y compartimos muchas veces en el club homónimo, practicando deportes y en fiestas de amigos.

Sin embargo, desde muy niño, y antes de conocerlo, ya era un fanático de su discografía y de sus cadenciosos merengues, la mayoría de los cuales son clásicos de nuestra música popular, tanto por sus letras, la inconfundible voz y estilo de su intérprete, como por su inigualablemente alegre y contagiosa melodía.

La discografía de don Johnny, compuesta por 107 álbumes, es la más extensa que artista alguno, probablemente en el mundo, haya grabado, por lo que ha requerido y requiere de libros enteros para ser analizada por los expertos.

La misma abarca desde temas jocosos emblemáticos como “La agarradera”, su primer éxito nacional e internacional, “El difunto”, “El sueño”, “Pitaste”, “La protesta de los feos”, “El cachimbo”, “Capullo y sorullo”, “El cuabero”, “Ley seca”, “Cuando yo me fue muera”, “El tabaco”, “Las indias de Baní”, “El hombre lloró”, “Filete”, “Fiquito y Toño”, “Cabo e vela”, “Lo que te gusta”, “Patacón pisao”, entre muchísimos otros, hasta merengues de profundo contenido social, tales como “El pique”, de su autoría, “vengo con un pique, vengo del batey, de ver tanta gente sin na que comei…”, y “Carbonero”, autoría de don Freddy Beras Goico, “antes de que te vayas Carbonero, en las blancas paredes de la vida, escribe con carbón tu despedida, para que te recuerde el pueblo entero, que a ti el progreso te causó una herida, donde yacen tus cosas más queridas, cubiertas por el hombre y el dinero”.

Se trata de un coloso de nuestra música popular, músico, arreglista y compositor del setenta por ciento de sus canciones, el cual también grabó merengues románticos de letras preciosas, tales como: “Agonía”, “La verdad”, “Cuando tú estás cerca de mí”, entre otros.

Ni hablar de merengues navideños que durante décadas han sonado en la radio nacional y se bailan en esa época del año por todas partes en la República Dominicana y otros países: “Esta navidad”, “El vecino”, “Salsa pa´ tu lechón”, entre muchos otros, la mayoría de su autoría y con sus arreglos musicales. 

A pesar de que “el Caballo Mayor” siempre fue un “Merenguero hasta la tambora”, en su dilatada trayectoria musical también grabó mucha salsa y fusiones de ritmos exitosos, algunos de los cuales llamó “biombos”, tales como: “1920”, “El pingüino”, “Guataco”, y “Bobiné”, entre otras piezas de ritmo cadencioso.

Como han resaltado expertos y estudiosos musicales como el maestro Ramón Orlando Valoy, la leyenda dominicana revolucionó el merengue introduciendo en él elementos del Rock and Roll, y “el bombo, el drum, el sintetizador (…)”, reduciendo la cantidad de músicos en las orquestas y haciendo que toquen parados, agregándoles bailarines y coreografía en su frente, entre muchos otros aportes que modernizaron, elevaron e internacionalizaron nuestro ritmo.

A todo eso se añade el carisma personal, la gracia sin igual con que bailaba y la alegría que irradiaba con su canto y su estilo incomparable, con lo cual cautivó no sólo al pueblo dominicano durante más de cinco décadas, sino a mucha gente en escenarios como Puerto Rico, Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá, Chile, México, Estados Unidos y gran parte de Europa, llegando incluso a tocar su música en Dubái.

Por su calidad y su trascendencia artística, su lamentable, irreparable e inesperado deceso no sólo ha sido destacado por The New York Times, El País, CNN, la BBC, Univisión y muchos otros medios de comunicación internacionales, sino que han generado gran pesar en la Academia Latina de la Grabación (Latin Grammy) y en estrellas de la música latina de fama internacional como Marc Anthony, Oscar de León, Rubén Blades, Willy Colón, Gilberto Santa Rosa y Juan Luis Guerra, para citar solo a algunos.

Pero los aportes de este gran dominicano no se limitaron a la música, también fue un exitoso presentador y productor de televisión. Su programa “¿Cuánto vale el show?”, logró alcanzar una audiencia notable y un amplio apoyo comercial.

También fue un empresario y político exitoso, y siendo un hombre mayor, realizado y famoso, logró graduarse de licenciado en derecho, lo que demuestra su inagotable deseo de superación y su interés por cultivarse y aprender continuamente.

El autor es abogado. Reside en Santo Domingo

Recuerdo que cuando él estudiaba derecho en la Universidad de la Tercera Edad, el autor también cursaba su carrera en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, por lo que agoté con él largas conversaciones sobre temas jurídicos, que muchas veces derivaban en temas políticos, históricos, literarios y de carácter social.

Don Johnny muchas veces me trataba como si fuéramos dos compañeros de estudio de la misma edad y escuchaba con atención mis opiniones cuando me preguntaba o trataba algo, lo cual no dejaba de impresionarme, porque no sólo era uno de mis artistas preferidos, sino porque siempre fui consciente de que conversaba con una leyenda.

Algo que me parece importante resaltar del excepcional artista que físicamente se nos ha ido, es que siempre se mantuvo alejado de los vicios, sobre todo de las drogas, del alcohol y del cigarro, y se preocupó porque sus hijos también se mantuvieran alejados de ellos.

Puedo asegurar también que, a pesar de su fama nacional e internacional, fue siempre un caballero, un hombre sencillo, decente, afectuoso y tratable, que evitaba los escándalos y los chismes propios de la farándula, palabra cuyo significado resaltaba constantemente.  

Siempre respetó al público nacional e internacional expresándose apropiadamente en los medios de comunicación, lo cual debe servir de ejemplo a muchos artistas que se endiosan con la popularidad y se dan licencia para utilizar toda clase de palabras vulgares y ofensivas en la radio y la televisión.

Don Johnny Ventura fue un ejemplo de superación. Nació y se crió en los estratos menos favorecidos de la sociedad hasta convertirse en una gloria del arte dominicano y en una celebridad en Hispanoamérica. Representó nuestra música, nuestra cultura y nuestra patria en los escenarios internacionales con orgullo, elegancia, gracia, decencia y dignidad.

Asimismo, se trató de un ciudadano preocupado por la suerte de su pueblo. Participó en múltiples jornadas en favor de la libertad de los presos políticos en los doce años de gobierno represivo del doctor Balaguer y en favor del respeto a la Constitución y a las leyes.

Por todos los aportes y las cualidades positivas de este extraordinario artista y ciudadano, desde esta modesta columna me permito proponer que el Congreso Nacional apruebe una ley que declare a don Johnny Ventura Soriano: “Gloria del arte popular y del merengue de la República Dominicana”, y que su discografía se declare: “Patrimonio inmaterial del pueblo dominicano”.

Hasta siempre entrañable, admirado y respetado amigo, inmortal del arte dominicano

JPM.

 

 

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