OPINION: Ante una posible recesión
Al final del año 2019 y durante el año 2020 a casi 12 años de la crisis financiera e hipotecaria de los Estados Unidos del año 2008 la cual afectó a casi todas las naciones del planeta, surgen premoniciones de una desaceleración sincronizada de la economía mundial.
Cuando los economistas y financistas tratan el tema de una recesión o déficit del crecimiento económico de un país o de todas las naciones se refieren a tres trimestres de ralentización del Producto Interno Bruto (PIB).
Las personas con previo conocimiento de los efectos de una situación de parálisis económica tienden a tomar medidas precautelatorias a los fines de resguardar su patrimonio de una posible erosión del mismo.
No es para menos ya que una recesión representa pérdida de empleo, bajo consumo interno y externo, depreciación del signo monetario, baja producción, caída de los mercados de valores, aumento de la inflación, exportaciones e importaciones deprimidas, en fin pérdida de la calidad de vida del ciudadano más vulnerable, principalmente.
Son muchos los malos augurios que se entretejen ante los problemas comerciales entre Estados Unidos y la China, la salida definitiva del Reino Unido de la Zona Euro (Brexit), la situación geopolítica, factores idiosincráticos que están provocando tensiones macroeconómicas en varias economías de mercados emergentes y factores estructurales como la escasa productividad en las economías.
Además de eso, el Fondo Monetario Internacional proyecta para el año 2020 una leve mejoría del crecimiento de un 3.4%, es decir, 0.2% menos de lo previsto en abril pasado, pero esa leve mejoría no es global por lo que se prevé que la misma sea muy precaria en muchos países.
En el caso de Estados Unidos, la incertidumbre vinculada al comercio internacional ha producido efectos negativos en la inversión, pero el empleo y el consumo siguen siendo vigorosos, apuntalados también por políticas de estímulo.
Mientras en la Zona Euro, baja el crecimiento debido a la debilidad de las exportaciones, en tanto que la incertidumbre generada por la eminente salida del Reino Unido de la Unión Europea, ahora con más vigor por el triunfo de las elecciones legislativas del Partido Conservador del Primer Ministro Boris Johnson, situación que continua socavando el crecimiento en dicho país inglés.
Algunas de las rebajas del crecimiento más notables afectan a economías avanzadas de Asia, incluyendo a Corea, Hong Kong y Singapur, expuestas a la decreciente economía de China y los efectos de contagio generados por las tensiones comerciales entre China y los Estados Unidos.
Ante este lúgubre escenario no dejan de surgir noticias o pronósticos alentadores pues la Reserva Federal o Banco Central de los Estados Unidos de Norteamérica estima mantener sin cambio para todo el año 2020 las tasas de interés entre 1.50% a 1.75% ya que prevén un repunte en las actividades económicas pues la tasa de desempleo sigue a la baja, actualmente se encuentra en 3.4% y la inflación rondando la meta de 2%, los mercados con sus altas y bajas se mantienen estables a pesar de las tensiones comerciales anteriormente mencionadas.
No obstante a ello, el ser humano se espanta por cualquier asomo de pérdida de estabilidad y bienestar en su diario vivir y siempre se resiste a los cambios por la incertidumbre que esta pueda crear.
De manera que a los fines de contrarrestar los efectos adversos que pudiesen surgir por una posible recesión, economistas y financistas regularmente acostumbran hacer una serie de recomendaciones que nunca están demás aunque se sostiene que del dicho al hecho hay tremendo trecho y en lo que el hacha va y viene es necesario ser previsor. No es lo mismo escribir bonito que enfrentarse a la realidad.
Hay personas que le tienen miedo a los malos augurios, como el diablo a la cruz y tienden a no pensar sobre los mismos, en vez de ser negativo optimista ante el futuro, alejando así las aves de mal agüero.
En el marco de un ambiente como el descrito las finanzas personales pueden ser objeto de fragilidad ante los efectos de una crisis económica nacional o global.
En ese sentido, se recomienda tomar algunas medidas para proteger el patrimonio personal como por ejemplo no endeudarse o no sobreendeudarse, si es posible ahorrar, evitar las compras compulsivas a los fines de protegerse de un aumento de precio a menos de que sean compra de bienes duraderos que se aprovecharán durante largos períodos.
Además, ser estricto en los gastos, los cuales deben ser erogaciones de dinero necesarias y no vanidosas, comparar los precios de los bienes y servicios a los fines de escoger los más económicos con buena calidad y garantía.
En caso de hacer alguna inversiones es preferible que sean de bienes raíces, obras de arte o en oro como resguardo del valor patrimonio. Se deben diversificar las fuentes de ingresos, crear un fondo de emergencias para hacer frente a los gastos en caso de cualquier emergencia fortuita, si no se dispone del mismo empezar a ahorrar por lo menos el 10% de los ingresos.
Pagar lo más rápido posible los compromisos de préstamos, fundamentalmente, aquellos de tasas de interés más altas, dividir los gastos en: 1) prioritarios: pago de servicios, alimentos, medicinas y colegiaturas, 2) deudas: tarjetas de crédito, préstamos para adquirir un automóvil, pago de hipotecas, 3) ahorro, 4) entretenimiento.
Recortar los famosos gastos hormigas: café, alimentos chatarra, o sea, eliminar consumos innecesarios. Diversificar el riesgo al no poner todos los huevos en una sola canasta, es decir, elaborar una buena cartera o portafolio de inversiones.
Tener conciencia de los mercados de capitales. Invertir para crear ingresos pasivos, es decir, ingresos a largo plazo. Armar siempre un plan de acción para los gastos y ahorros.
Acciones que si bien pueden aplicarse a nivel micro o a nivel personal o familiar también puedan ser aplicados en el plano nacional o local a los fines de evitar que los impactos de una posible recesión sean lo menos caóticos, frustrantes o que deterioren significativamente el patrimonio de una nación o un individuo.
Realmente se está a tiempo para que se tomen las medidas de lugar y se hagan las previsiones pero de manera oportuna evitándose lógicamente el sensacionalismo.
La nación dominicana se prepara el próximo año 2020 para cambiar de autoridades gubernamentales encabezadas en lo adelante por el señor Luis Abinader Corona y el el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y si bien es cierto que en asuntos económicos y financieros nada resulta por arte de magia no se pierde nada con que las palabras previsoras se lleven a la práctica por hombres y mujeres que comprenda los momentos turbulentos que vive el mundo hoy.
felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com
JPM/of-am