OPINION: Ahorros y bajas tasas de interés

A raíz de los últimos acontecimientos económicos y financieros de los Estados Unidos, Europa y China, en cuanto a la desaceleración de sus economías como resultado de  la guerra comercial, el Brexit, la baja inflación y demanda interna, se ha buscado dar respuesta efectiva a los mismos mediante una política monetaria laxa como respuesta al comportamiento de enfriamiento de los mercados financieros lo que ha obligado a las demás economías pequeñas y grandes llevar a cabo ajustes a tono con la realidad que hoy se vive.

De ahí que la política monetaria de las principales economías se haya tenido que flexibilizar ajustando hacia a la baja los tipos de interés a los fines de hacerla más dinámica o caliente y por supuesto más competitiva ante las demás naciones ya que hoy las dos principales economías del mundo se encuentran enfrascadas en una guerra comercial y monetaria que muchos consideran insulsa.

Las decisiones de política monetaria deben diseñarse y aplicarse de tal manera de que no dañen la dinámica natural que tienen que observar las actividades de los mercados ya que de irse a los extremos estas podrían afectar de manera pronunciada y negativas unos que otros sectores económicos.

Siempre se prevé que tales medidas de carácter monetario deben tomarse en búsqueda del objetivo principal de la banca central como es el equilibrio de los precios a los fines de alcanzar el deseado crecimiento económico sostenible.

Como el dinero es todo aquello que sirve de medio de cambio o de pago comúnmente aceptado, este también funciona como unidad y depósito de valor.

El dinero surgió para facilitar el comercio. Hoy en día, se conoce que el dinero sirve para  realizar transacciones (M1), constituido por el efectivo y los depósitos a la vista o cuentas corrientes o de cheques.

Otro concepto de dinero, es el que se conoce como el dinero en sentido general (M2) que comprende el dinero M1 y los cuasi dineros muy líquidos, como las cuentas de ahorro.

Ambos tipos de dinero han cambiado extraordinariamente deprisa en las últimas décadas, como consecuencia de las rápidas innovaciones de los mercados financieros.

Estos cambios dificultan más la ejecución de la política monetaria, ya que las definiciones monetarias son ambiguas cuando aparecen nuevos activos.

Los tipos de interés son el precio que se paga por el dinero prestado y se expresan en divisas al año pagado por cada unidad monetaria prestada o bien en porcentaje anual.

El público paga intereses gustosamente porque los fondos prestados le permiten comprar bienes y servicios con el fin de satisfacer las necesidades de consumo o hacer inversiones rentables.

Existe una amplia variedad de tipos de interés. Estos se diferencian por el plazo de vencimiento de los préstamos, por el riesgo y la liquidez de la inversión y por los costos administrativos que comportan.

Los tipos de interese nominales o monetarios suelen subir durante los periodos inflacionistas para reflejar el hecho de que el poder adquisitivo del dinero disminuye cuando suben los precios.

Para expresar los intereses en bienes y servicios reales, se utiliza  el tipo de interés real, que es igual al nominal o monetario menos la inflación.

La demanda de dinero difiere de la de otras mercancías. El dinero no se tiene por su valor directo sino por su valor indirecto. Pero las tenencias de dinero son limitadas porque tener fondos en dinero o atesorar el mismo o simplemente coleccionarlo en lugar de invertirlo otros activos tiene un costo de oportunidad: dejar de percibir interese.

Sin lugar a dudas el dinero es sensible a los tipos de interés: cuando estos suben, la demanda de M disminuye (dinero), Paul A. Samuelson y William D. Nordhaus (1996).

Hoy los bancos centrales se han visto en la necesidad de ajustar a la baja los tipos de interés a lo fines de estimular las actividades económicas y hacer las exportaciones de bienes y servicios más competitivos.

Medidas que favorecen el sector demandante de capitales ya que el costo de capital disminuye y desfavorece a los proveedores o inversores de recursos financieros ya que los primeros se benefician de las bajas tasas de interés mientras los segundos ven disminuir la ganancia sobre sus capitales, obligándolos a buscar mayores rendimientos en otros mercados con menores riesgos.

En una economía libre, los fondos se asignan por medio del sistema de precios. La tasa de interés es el precio que se paga al recibir fondos en préstamo, mientras que en el caso del capital contable (acciones preferentes, acciones comunes u ordinarias y utilidades no distribuidas), los inversionistas esperan recibir tanto dividendos como ganancias de capital.

Es oportuno recordar que los factores fundamentales que afectan el costo del dinero son: las oportunidades de producción (rendimiento obtenido de las inversiones en activos productivos), las preferencias de tiempo por el consumo (consumo inmediato en oposición a ahorrar para consumir en el futuro), riesgo o probabilidad de que un activo financiero (acciones, bonos u otros) no gane los rendimientos prometidos y la  inflación o la tendencia de los precios a aumentar a través del tiempo.

La tasa de rendimiento o interés pagada a los ahorradores depende básicamente de: la tasa de rendimiento que esperan ganar los productores sobre el capital invertido, las preferencias de tiempo de los ahorradores por un consumo instantáneo versus un consumo futuro, el grado de riesgo del préstamo y la tasa de inflación esperada o expectativa futura.

Un riesgo e inflación más alta conducen a tasas de interés más altas, pero ahora ante estas variables a la baja, la banca central propicia tipos de interés bajos a los fines de estimular las actividades económicas y financieras.

La baja o nula remuneración de los depósitos provoca la pérdida de poder adquisitivo del dinero. La alternativa se encuentra en los fondos mixtos de la gestión de carteras.

La continua baja de las tasas de interés deprime mucho más la rentabilidad del ahorro. La expectativa tiempo atrás era de una subida de tipos de interés a  finales de este año, que sacaría de la parálisis la remuneración del ahorro. Pero el panorama actual, es totalmente contrario.

Analistas esperan que hasta el año 2022 no se prevé un aumento de tasas de interés, lapso en el que se prevé que los tipos de interés sigan bajando lo que implicará que el ahorrista siga percibiendo menores rendimientos al extremo de que este pueda ser negativo al extremo de que los inversionistas de capitales y ahorristas tengan que pagarle a los  intermediarios financieros por tener su dinero en los mismos en caso de que las tasas bajen por debajo de cero y se hagan negativas.

Ante esa posibilidad de tasas negativas o remuneración negativa del dinero los riesgos que pueden afectar sacarlo de la banca y llevarlo a un mercado desconocido hace que el ahorrista conservador o debajo nivel de tolerancia al riesgo o de baja cultura financiera lleve a este a  permanecer en la banca con la esperanza de que los rendimientos mejores.

Ante tanta incertidumbre económica y financiera, ¿qué hacer? , lo más recomendado es la diversificación de los ahorros e inversiones a los fines de que los ahorros no pierdan poder de compra o adquisición, realizar inversiones a largo plazo, llevar el dinero a los fondos de inversión, comprar oro como refugio, comprar obras de arte o simplemente invertir en bienes raíces en caso de que el índice inflacionario se eleve.

Por el lado de la banca y con el propósito de torear las turbulencias económicas y financieras esta debe tomar medidas para controlar o bajar los costos, comprar bonos soberanos, incrementar el patrimonio en fondos de inversión y aumentar el crédito a favor de las Pequeñas y medianas empresas (pymes) y al consumo en búsqueda de mayor margen, entre otras recomendaciones de expertos financieros del momento.

El hecho es crear en los ahorristas e inversionistas más conservadores mayor confianza y atenuar su aversión al riesgo disminuyendo de un  10% de impuesto sobre la rentabilidad de los ahorros e inversiones a un 5%, así como también que la banca múltiple absorba algunos costos que regularmente pagan los ahorristas e inversionistas, con el fin de que los rendimientos no se vean tan menguados en el tiempo.

Estas y otras ideas propuestas con el propósito de estimular no solo a los agentes económicos sino también a los ahorristas e inversionistas pequeños que con sus ahorros e inversiones en productos financieros continúan siendo los cimientos de las grandes inversiones de capitales reproductivos que tanto requiere la República Dominicana para transitar por el sendero sostenible del crecimiento y el desarrollo económico y social anhelado, siempre en procura del bienestar de todos pero básicamente de los desvalidos.

felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com

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