Oigamos la voz de la iglesia sobre el peligro reeleccionista

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EL AUTOR es abogado y político. Reside en Nueva York.

 

Todos los dominicanos de buena voluntad han celebrado y visto con simpatía que la iglesia Católica haya decidido cumplir una misión más terrenal, que haya decidido bajar de los pulpitos y de lo celestial para denunciar y enfrentar el peligro que se cierne sobre nuestra nación en estas horas en que hombres lleno de codicia buscan atentar contra la débil salud institucional del país.

La iglesia Católica, demostrando que no vive al margen de los problemas que ocurren en la sociedad y que no es ajena a las amenazas que acechan al país, ha procedido a agarrar al toro por los cuernos, antes de que nuestra nación sufra las consecuencias que otras naciones vecinas han sido objeto en la última década.

Una vez más, la iglesia se vuelve a conectar con el sentir nacional, velando por la calidad de la democracia dominicana, y su llamado a salvaguardarla de los cuchilleros del reeleccionismo, no puede caer en el vacío.

La alta dirección de la iglesia Católica en las voces de los sacerdotes que dirigieron el Sermón de las 7 Palabras, con su grito de alerta se hicieron eco de las grandes preocupaciones que palpitan en el país a propósito de los aprestos reeleccionistas de quienes pretenden eternizarse en el poder, aunque se lleven entre las patas de sus caballos desbocados, la paz social, la estabilidad democrática y la continuidad del progreso.

Ante la inoperancia y la pusilanimidad de una oposición disfuncional que no cumple con su papel, le ha tocado a la cúspide de la iglesia asumir el rol que le corresponde a los opositores, encarando con duras y sabias palabras de advertencia a las nefastas intenciones de quienes buscan revertir el orden institucional del país.

El contenido del Sermón, fue una contundente radiografía de cómo ven y sienten el país. Y en esa radiografía  se vio claro el cáncer que representa la perpetuidad en el poder del grupo gobernante.

Sin dudas que esas palabras sacerdotales fueron de inspiración divina. Como ante lo fueron las palabras de los profetas que nos alertaron de plagas, pestes, fuego y diluvios para que la humanidad se salvara. Y ahora nos alertan a tiempo para que el pueblo dominicano se salve del fuego consumidor que representas los regímenes dictatoriales.

Fue un claro llamado a la conciencia nacional para que reaccione y se pongan en alto ante la embestida de la sinrazón, y como era de esperar, sacudió la sensible epidermis reeleccionista, haciendo que los voceros del oficialismo la emprendieran contra la cúpula clerical que se levantaba como una muralla de acero contra los esfuerzos de arrojar el país al caos como hoy están algunas naciones vecinas.

Cualquiera que tenga un poco de sensibilidad patriótica sabe lo que entraña abrirle la puerta a otra modificación constitucional para acomodar la reelección presidencial y con ella la reelección en sus cargos de quienes quieren seguir apretando las secas ubres de la ‘vaca nacional’.

Nuestras deficiencias institucionales no aguantan más remiendo a la Constitución. Y tampoco el Partido de la Liberación Dominicana sobreviviría, sin resquebrajarse, a otra violación de los principios y de los ideales boschistas que forman parte de sus esencias fundacionales. Los intentos parecidos de irrespetar la democracia en otras naciones de la vecindad latinoamericana, como Venezuela, deben aleccionarnos para no permitir que aquí se replique lo mismo que allá.

Después de las sabias y orientadoras palabras eclesiásticas, ahora sí es verdad que “no hay marcha atrás”.

 

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