Nueva York se convierte en el epicentro de la segregación educativa

NUEVA YORK.- «Las escuelas americanas están ahora tan segregadas o más que hace 40 años. Nuestro informe no es catastrófico. Simplemente, denuncia la falta de voluntad para asumir una profunda desigualdad y la ausencia de un trabajo serio en favor de la integración», denuncia Gary Orfield a El País de España.
Orfield y John Kucsera firman un estudio del Proyecto de Derechos Civiles de la Universidad de California-Los Angeles (UCLA).
«Estamos ante un problema legal, político e institucional que determina una enorme diferencia de oportunidades entre unos estudiantes y otros», comentó el investigador.
El Departamento de Educación de Nueva York asume la denuncia, pero destaca la, a su juicio, discutible interpretación de la concentración racial en algunos barrios.
De acuerdo al medio español, Nueva York es la ciudad más diversa y heterogénea de Estados Unidos: 50% de sus residentes son negros y latinos, el 40% son blancos y el resto, básicamente, asiáticos.
Sin embargo, muchos barrios ofrecen poca o ninguna diversidad. La clave del problema, según Orfield, es la ausencia de políticas integradoras o las medidas adoptadas en los últimos años a partir de una concepción mercantilista de la educación. «Los neoyorquinos me dicen a menudo que la integración es una buena idea, pero que es imposible de alcanzar. Los neoyorquinos tienen miedo de tomar medidas en favor de la integración porque no han experimentado sus ventajas. No pueden imaginar los avances que en muchas ciudades del Sur han supuesto décadas de escuelas integradoras».
Carmen Fariña, canciller de las escuelas públicas de Nueva York, es una de las funcionarias más importantes de la ciudad. Nacida en Brooklyn e hija de emigrantes gallegos, Fariña invitó a El País a visitar una escuela en el extremo norte de Manhattan, la Dos Puentes Elementary School. Situada en un barrio de mayoría dominicana y mexicana, el centro ofrece un perfil muy segregado (81% de niños hispanos, 16% de blancos y 2% de afroamericanos y asiáticos).
«Somos conscientes de lo que sucede. Estamos ante un problema de clases sociales. Aquí, en Nueva York, tú mandas a los hijos a las escuelas del barrio donde vives. Si vives en uno con un determinado perfil racial, esa es la gente que va a ir a esas escuelas. Lo que tenemos que hacer es dar la oportunidad de que los niños puedan ir a escuelas de otros barrios. Particularmente, donde podemos tener más efecto es en el bachillerato (high school), donde los centros están abiertos a estudiantes de otros barrios. Ahí es donde estamos analizando qué se puede hacer para evitar institutos segregados», explicó.
Desde su despacho en la 7ª avenida de Brooklyn, Jill Bloomberg, directora del Park Slope Collegiate, no solo tiene una vista privilegiada de Manhattan, sino también del fenómeno contradictorio de una segregación escolar persistente en un distrito, el número 15 (Park Slope), cada día más integrado y diverso socialmente (40% de hispanos, 26% de blancos, 16% de negros y 16% de asiáticos).
Tras diez años en su puesto, Bloomberg cree que las raíces del problema son profundas: segregación inmobiliaria, libre elección de centros, selección de alumnos por parte de los colegios, políticas que apuestan por institutos especializados.
«El informe de Orfield no es exagerado, pero mucha gente quiere pensar que la segregación es un asunto resuelto. Nueva York es una ciudad diversa, no integradora. El problema de la segregación no se ha solucionado. La gente se siente cómoda con él. En 1954, el Tribunal Supremo dijo que la separación escolar por razas no era legal. La cuestión es que, aunque no la ampare la ley, si hay separación hay desigualdad. No es ilegal tener una escuela con el 100% de alumnos negros. La separación conduce a la desigualdad, es intrínsecamente injusta», comentó.
«La segregación inmobiliaria es determinante. Hasta 1948 era legal negarse a vender la casa a un negro. Ya no lo es, pero los patrones permanecen. Se ha hecho muy poco para corregir esto. Y, sin embargo, hay barrios que son intencionadamente integrados porque sus habitantes creen en las ventajas de la integración y toman medidas. Luego es posible hacer algo. Si los barrios están segregados, las escuelas lo estarán también. Las notas que los chicos obtienen están directamente ligadas los ingresos de sus padres. Bajos ingresos, bajos resultados; altos ingresos, altos resultados», agregó.
En 2010, según los datos censales disponibles, casi la mitad de los estudiantes de Nueva York procedían de familias con escasos recursos. Sin embargo, el estudiante blanco tipo acude a escuelas en la que solo el 30% de sus compañeros proceden de familias con bajos ingresos, mientras que el estudiante negro o latino estudia en centros donde el 70% de los alumnos padece ese problema.
La mitad de los jóvenes negros y latinos de Nueva York acude a colegios en los que la presencia de blancos es mínima, apenas un 10%. Solo el 20% de los distritos escolares del área metropolitana de Nueva York se considera integrado racialmente. En los 32 distritos de la ciudad, 19 tienen el 10% o menos de estudiantes blancos. Esto incluye todos los de Bronx, dos tercios de Brooklyn, la mitad de Manhattan y un tercio de Queens. Y la situación no ha hecho más que empeorar. Por escuela segregada se entiende la que tiene entre el 50% y el 100% de alumnos afroamericanos; muy segregada, entre el 90% y el 100%; y escuela apartheid, entre el 99% y el 100%.
El País resalta que en los institutos especializados los datos mueven también a la preocupación. Pese a que hispanos y negros constituyen más de dos tercios del total de estudiantes de la ciudad, solo representan el 9% en el Bronx High School of Science (más de 3.000 alumnos), uno de los mejores. En el Stuyvesant High School de Manhattan (3.200 alumnos), de los 952 estudiantes que obtuvieron plaza para el próximo curso, solo 21 eran hispanos y siete, negros.
De los más de 5.000 estudiantes a los que se ofreció una plaza en alguno de los ocho centros especializados que realizaron examen de ingreso para el próximo curso, solo el 11% eran negros o hispanos.
Los motivos que explican que el Estado de Nueva York haya sido el más segregador de todo el país son variados, según los autores del informe del Proyecto de Derechos Civiles. Orfield atribuye la causa principal al abandono de las políticas integradoras que caracterizaron los años 60 y 70, además de una «intensiva segregación inmobiliaria, fragmentación de las ciudades en distrito escolares muy pequeños y un sistema de elección de centros que favorece la separación por razas en función del nivel de renta».
Pedro Noguera, sociólogo de la Universidad de Nueva York (NYU) y autor de muchos trabajos de investigación sobre desigualdad en las escuelas, comentó a El País: «Si concentramos los niños más pobres en determinados colegios, esos colegios son los que más problemas tendrán. El Gobierno anterior, con Michael Bloomberg, no dedicaba recursos a esos centros. Los colegios se deterioraban y los cerraban. Conocían el problema, pero no tenían estrategia para afrontarlo. La razón era ideológica. Su estrategia era hacer que los colegios rindiesen cuentas, que se viesen sus datos y que se viese cómo estaban funcionando, y si no mejoraban, en primer lugar se ejercía presión, se imponían sanciones y luego se cerraban».
«Si no preparamos a nuestros alumnos para interactuar con gente diversa, les estaremos privando de una buena educación. Hubo una época en que este tema era importante. Ahora se acepta la segregación. Hemos vuelto a la idea de separados pero iguales. La igualdad no se ha alcanzado, pero mucha gente se siente satisfecha con la separación», afirmó Noguera.

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