Mucho falta para alcanzar la paz
ELVIS VALOY
Mis lectores y lectoras deben recordar cuando hace unas cuantas semanas escribí un humilde artículo sobre un deseado acuerdo de paz en Siria. En esa oportunidad me referí a lo difícil que sería un compromiso multi-partita, a fin de lograr el anhelado sosiego y la tranquilidad a esa zona de Asia en sempiterno conflicto. Pues pueden observar que nuestro escrito describió pie juntilla la realidad de esos territorios, en donde la geopolítica mundial y los intereses particulares dicen presentes, mas, la paz mundial dice ausente.
Los horripilantes hechos de sangre acaecidos el pasado viernes 13 demuestran que faltan muchas cosas por hacer para lograr la paz mundial. El hecho de que un grupo de fanáticos religiosos terroristas irrumpiera en varios establecimientos parisinos y dispararan a diestra y siniestra, asesinando vilmente a decenas de personas inocentes, debe llevar a toda la humanidad a la reflexión.
Las grandes potencias junto a la Organización de la Naciones Unidas (ONU), están en la obligación de trabajar día y noche para lograr una verdadera y duradera distensión mundial, luego de este y otros bochornosos acontecimientos en donde han caído brutalmente asesinados miles de ciudadanos y ciudadanas, sin que el mundo vea el final de esta ola sangrienta que por momentos da la sensación que nos encontramos en los albores de la Tercera Guerra Mundial.
El ajedrez político que domina la agenda de las grandes potencias hace que nadie exprese muestras de interés por la paz mundial, sino que todo se mueve en base a las conveniencias políticas, económicas y sociales de los países que confluyen en los centros de conflictos en ese momento.
El denominado Estado Islámico, que reivindicó los cobardes ataques del pasado viernes en París, y el atentado de un avión ruso en donde murieron más de 200 personas, es una organización que en sus inicios fue aupada y financiada por grandes países, que junto a la prensa internacional, lo llegaron a presentar como los guerreros de la democracia en Siria, para luego recibir como respuestas del EL, ataques indiscriminados en donde se tiñe el suelo de sangre inocente, y en donde se pone en peligro la vida de millones de seres humanos, que son el caldo de cultivo de sus subrepticios y letales ataques suicidas.
Pero el expediente de la mayoría de países occidentales apoyando bandas armadas con el objetivo de derrocar a regímenes que les son desafectos se vivió durante los acontecimientos de África Magreb, instantes en que los gobiernos de Egipto, Túnez y Libia fueron defenestrado, para luego hacer de esos territorios, estados fallidos, en donde la anarquía y la incesante violencia se han entronizado.
La guerra en Irak es un fiel ejemplo de lo expuesto anteriormente, pues también ocasionó diferentes frentes que Occidente preparó, y que hoy son parte del conflicto (chiitas, sunitas, kurdos, etc.) que golpea al mundo. Pero indiscutiblemente que ha sido el caso sirio el que rebosó la copa, pues la animadversión hacia el presidente Bashar, y la decisión de derrocarlo a como diera lugar, generó un fuerte frente de apoyo a las milicias yihadistas, creando con recursos tanto económicos como militares una especie de Frankenstein, que es en estos momentos una de las más serias amenazas planetarias.
Los sangrientos acontecimientos parisinos del pasado viernes 13, llevan a la triste realidad de que falta mucho para alcanzar la paz verdadera. A pesar de que fue tema de la reunión del G20 en Turquía, se nota de que las agendas del liderazgo mundial no parecen tener en cuenta el deseo de la humanidad de respirar aires de armonía y concordia, y que de una vez y por todas podamos convivir en un mundo de tolerancia, sin odios, sin temores, y sobre todo, de respeto a la vida humana.