Molestias premenstruales

Las experiencias premenstruales son reales pero su construcción como enfermedad es cultural. No niego la existencia de las experiencias premenstruales, pero discrepo en que se conviertan en patologías o enfermedad. ¿Por qué llamarle síntomas a las expresiones de la mujer como ser humano? Las palabras tienen poder. Un síntoma es un fenómeno revelador de una enfermedad. No es ingenuidad llamar síntomas a los eventos que viven las mujeres antes de llegarles la menstruación. Si bien los eventos premenstruales han existido siempre, ¿por qué desde hace unas décadas han decidido catalogarlos como enfermedad?, ¿Quiénes se benefician? En la antigüedad, la menstruación fue considerada una señal de impureza y se prohibía la entrada en las iglesias a las mujeres que estuvieran menstruando. La menstruación se relacionó con una imperfección de la mujer que nos ha llevado a establecer una serie de tabúes sociales que afectan indistintamente a las mujeres. En el momento en que la ciencia considera los eventos premenstruales una enfermedad, se reemplaza los elementos religiosos por elementos médicos. Las diferencias biológicas justifican las diferencias de género y se refuerza la exclusión de la mujer de los puestos de decisión. El espacio de poder, vetado por la historia para las mujeres, encuentra en las experiencias premenstruales la mejor herramienta para dificultar la inclusión de las mujeres. Las mujeres aprenden a acusar a sus hormonas de su exclusión y terminan negando su propio cuerpo como respuesta a una interpretación negativa del mismo. Al medicalizar los procesos biológicos de las mujeres se beneficia el modelo patriarcal que se sostiene gracias al mantenimiento de las mujeres en el espacio privado, y la industria farmacéutica que encuentra en lo cambios cíclicos hormonales de las mujeres un nicho de mercado de dimensiones incalculables. El vínculo de las experiencias premenstruales tienen relación con el apego a los roles de género Una investigación realizada en Estados Unidos describe que las quejas menstruales más severas provenían de mujeres católicas, asiduas y rigurosas practicantes y de mujeres judías ortodoxas, ambos grupos caracterizados por adherirse fuertemente a los modelos de género tradicionales. El deterioro de la salud de las mujeres no se reduce a las hormonas. Cuando los eventos premenstruales presentan características anormales sugieren problemas de salud, de nutrición, o de estrés físico o mental. Las molestias de las mujeres se debe en espacial a factores externos y psicosociales como al estrés físico y mental que produce las múltiples jornadas impuestas por el género, y en especial al trabajo emocional que constantemente realizan las mujeres en su papel de cuidadoras de toda la familia y de su entorno.

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