Miguel Espaillat: insólito, dramático y ridículo
Los que me honran leyendo mis peroratas escritas han notado que invariablemente las termino con una frase que hace alusión a mantener la lucha mientras se tenga un hálito de vida. Es algo así como una de esas promesas que nos hacíamos en los años mozos, cuando el idealismo nos embargaba y creíamos firmemente en la redención del género humano a través de las luchas revolucionarias tradicionales. Eran los tiempos de transición, la época de la Guerra Fría. “Vivimos, seguiremos disparando” reza la frase en cuestión y se le atribuye ser el lema de la “Legión Heroica”; el grito de guerra de los tanquistas republicanos durante la guerra civil española. Con el tiempo -y aunque sigo usándola para abotonar mis trabajos de opinión- he descubierto que me queda grande. Porque al día de hoy, viviendo yo el otoño de la vida, no resulta nada convincente, eso de “luchar hasta el final”, que es el mensaje intrínseco de la gloriosa consigna. Sin embargo, voy a honrar esa promesa de lucha sin tregua; y desenvainaré de nuevo la espada; pero la espada de la palabra escrita, que en ocasiones resulta más efectiva y hasta justiciera, que cualquier fusilamiento físico. No obstante, pueden estar ustedes seguros de que no me anima sentimiento alguno de odio o repulsa contra la persona que en este caso es objeto de mis críticas. Me refiero al columnista Miguel Espaillat Grullón, que publicó un trabajo sobre la lectura que él tiene de la pasada contienda por la nominación demócrata en el distrito 13, para las elecciones generales de Noviembre próximo. El escribidor en cuestión, titula su trabajo “Charles Rangel: una afrenta a Martin L King” y como siempre, Miguel Espaillat va de lo insólito a lo dramático, pasando por lo ridículo y evidenciando un gran problema de adaptación a las reglas de la convivencia civilizada y al libre juego de las ideas. Confieso que lo que me llamó la atención fue el título del artículo. Me sedujo la idea de averiguar cómo se mete el autor entre estos dos negros afroamericanos. Todos sabemos que Martin Luther King es un ícono de las luchas por los derechos civiles de los hombres del mundo y que Charles Rangel es un exitoso congresista que cuenta con el apoyo de una buena parte de los dominicanos, que entiende que él ha sido un socio muy bueno y que siempre nos ha ayudado. Miguel Espaillat es un santiaguero que aunque comparte el apellido con el último contrincante de Rangel, no se le conoce parentesco con él; y tiene una idea tan distorsionada de lo que ha sido la historia de los negros en el mundo, que difícilmente alcance a entender la grandeza real de Martin Luther King y menos aun -guardando las diferencias de categorías- lo importante que ha sido Charles Rangel, ni el papel que ha jugado para los dominicanos desde el Congreso de Estados Unidos, al margen de que seamos negros, mulatos o blancos, como muy probablemente debamos definir al señor escribidor. EL PREAMBULO Cuando el autor dice que “en el caso de los negros, sus padecimientos tienen su raíz en el hecho de ser negros”, me pareció que estaba en presencia de un simple caso de ignorancia, de alguien que no sabe que la esclavitud ha afectado a blancos, indios, negros y orientales casi por igual; que la esclavitud no es una mísera práctica de los blancos contra los negros; ni que muchos de los esclavos traídos por la fuerza hasta América -donde con toda seguridad vinieron mis antepasados- fueron vendidos a los portugueses, holandeses y a otros “negreros” por otros también negros que se consideraban superiores. A continuación el laureado escritor hace una dramática descripción de lo que él supone -y puede que tenga razón- son las vicisitudes que pasaron mis ancestros al ser extrañados de su lar nativo y reducidos a la simple condiciónde animales bípedos. En situaciones normales, yo debería agradecer al susodicho, la cursi apología que hace de los sufrimientos de mi familia; porque aunque se sabe que el decimero no es poeta, se le reconoce la buena intención al rimar versos. Sin embargo, hay algo que me impide reconocerle mérito al autor, al momento de hablar de la historia de los negros en el Nuevo Mundo; y es una expresión de aparente inocencia, pero de profundo contenido racial, cuando dice: “Ellos, por la negritud del corazón de millones de blancos….”; resulta evidente, y por mas florida que sea su prosa, que el autor cree que los “blancos malos tienen el corazón negro”. ¡Qué lástima que el escribidor esté tan lejos en el tiempo! Puede que yo esté exagerando, pero esa es una declaración inaceptable para nosotros, los negros y mulatos, especialmente en este siglo. LA INTENCION Con la impronta dejada por el autor al exponer un juicio de valor tan claro sobre “la negritud del corazón de millones de blancos, que en vez de humanos se comportaron como bestias”, los párrafos tercero y cuarto del relato de marras vienen siendo sólo palabras huecas, destinadas a hacer creer a los lectores que quien escribe es un humanista. Pero ya veremos más adelante que la intención es otra y que toda esta verborrea anti esclavista es una simulación, destinada a ganar solidaridad del lector y socavar la dominicanidad. El “peine aparece”, como decía mi abuelo Jacinto Heredia, justo al momento de desenredar la maraña: “Miles de negros, descendientes de los esclavos aludidos y que fueron traídos a Quisqueya del vecino Haití contratados por el gobierno como braceros y luego dejados a su suerte terminada la zafra, les ha tocado la penosa vida de semi-esclavitud en los campos de caña de la República Dominicana”. Nada más falaz y descabellado que este párrafo, que es donde el escribidor empieza a dejar caer todo su veneno anti dominicano. Los braceros haitianos siempre llegaron al país autorizados por el gobierno haitiano, que cobraba al dominicano una cuota en dólares por cada trabajador que salía de Haití a ganarse la vida. Es muy cierto que los campos de caña y los bateyes siempre fueron enclaves de miseria, pero allí igual malvivían haitianos y dominicanos, y el maltrato y la segregación no eran exclusivos para los descendientes de africanos. Resulta una barbaridad, declarar que en Quisqueya se mantenía a los braceros en condiciones de semi esclavitud, sin mencionar, y ocultando que la sociedad de donde ellos venían, los trataba -y aun los trata- como verdaderos animales; por esa razón se quedaban en el país, que es todavía hoy un lugar mil veces más habitable que su tierra natal. EL VERDADERO OBJETIVO Está bien claro que el discurso anti dominicano, traído por las greñas por este impostor, sólo pretende exculpar a la clase gobernante haitiana, que muy bien puede definirse con los calificativos de “perversa y egoísta”, que con tanto fervor usa el deslenguado articulista. Ya en el párrafo séptimo del libelo éste, el escribidor identifica su objetivo básico de oponerse a la sentencia TC168-13, que es el más genuino intento de dignificar nuestra frontera, obligando al Estado dominicano a empezar a poner orden en materia de migración. A partir de este séptimo enunciado y hasta el décimo primero, el articulista Espaillat se dedica a despotricar contra la gloriosa sentencia, tal y como lo han estado haciendo los vende-patria nacionales por los últimos nueve meses. Pero como se dice que el tiempo es el juez de todos los conflictos, justamente el tiempo se ha encargado -y seguirá haciéndolo- de reducir al mínimo la presencia pública de estas bocinas anti-dominicanas. Aunque debemos precisar que más que el tiempo, la voluntad nacional, patriótica y decidida como siempre, es quien realmente ha acorralado y disminuido hasta la condición de grupúsculo a estos aventureros de la politiquería barata. OTRO PROPOSITO A partir de este párrafo número once y hasta el final de su escrito, Miguel Espaillat se dedica a lo que parece ser su segundo objetiv acercarse a Adriano Espaillat sobre la base de despotricar contra quien él cree que es el enemigo del Senador. Si la memoria le funciona, Miguel Espaillat debe recordar que su intento de congraciarse con la gente de Hipólito Mejía insultando a Miguel Vargas Maldonado, no le dejó beneficio alguno; lo que si le causó fue un gran susto cuando al cambiar de objetivo y entrarle a Hipólito en otro de sus famosos artículos, casi lo linchan en uno de los locales disidentes del PRD. Claro, la gente del PPH tenía algo de razón, porque lo que pretendía el intrépido articulista era treparse en la carroza de Luis Abinader usando de parapete a Hipólito Mejía y a Miguel Vargas Maldonado. Esta práctica carroñera de acercarse a un grupo político denostando al grupo supuestamente contrario, parece ser el modus operandi de este escribidor santiaguero y está claro que no le augura un futuro honroso. Un día de estos lo agarran con los dos pies metidos en el mismo zapato, y eso sí que es peligroso, porque no podrá ni siquiera correr con libertad y hasta los pantalones se les pueden caer. Sería una gran pena que un nativo de la ciudad de los treinta caballeros, que se supone ha de ser también un “caballero”, se viera en tan molesta posición pública; y todo por querer “coger los mangos bajitos”. Si lo que busca Miguel Espaillat es ser tomado en cuenta por su “primo” Adriano Espaillat, que lo aborde directamente y le proponga un acuerdo de trabajo para desde ahora mismo empezar a reconstruir su imagen y tratar de enfrentar a Charlie Rangel en el 2016, digo, si es que el escenario lo resiste. Pero antes que eso, Miguel deberá ayudar su primo a seguir siendo Senador Estatal, porque sin una cosa no hay la otra. Adriano Espaillat puede necesitar los servicios de una pluma, ágil, fina y copiosa, como la de su “primo” Miguel. La sarta de disparates que sobre Charlie Rangel dice Miguel Espaillat en su panfleto amarillista, no van a ayudar a Adriano ni a nadie. Ya el juego se terminó y los ganadores cobraron. Lo que Miguel “el gurabero” debe hacer es apostar para el próximo partido, pero hacerlo para fortalecer a su equipo, no apostar a los errores que pueda cometer el contrario. Al final de su sensacionalista y enjundioso trabajo, el autor expresa una preocupación porque la gente no lo comprende; ni a él ni a los no más de cincuenta escribidores que quieren hacer de todo este tema un embrollo; cuando todos sabemos que es un asunto de preservar la dominicanidad, de cumplir con el Juramento Trinitario. La verdad monda y lironda es que esas “desnacionalizaciones” argumentadas por la gleba de “opinadores” públicos anti-dominicanos, sólo existen en las mentes calenturientas de los que se quedaron en los años 60’s. Los que pretenden, a contra corriente, analizar los problemas de hoy con las reglas del siglo pasado. Los que piensan que “los hombres blancos son malos porque tienen el corazón negro”. ¡Vivimos, seguiremos disparando!