Medicina basada en la indigencia
Como respuesta al gran incremento de las demandas a médicos por supuesta mala práctica, en Estados Unidos y los países ricos de Europa surgió la llamada “Medicina Defensiva”.
Este ejercicio de la medicina se caracteriza por la solicitud de un número exagerado de análisis de laboratorio y estudios complementarios de diagnósticos radiológicos y sonográficos, de interconsultas, de referencia de pacientes a otros médicos, de mayor estancia hospitalaria, de prescripción innecesaria de medicamentos, de diferimiento de procedimientos quirúrgicos, de referencia a terceros niveles de atención médica o de alta especialidad.
Esta conducta, el médico la realiza consciente o inconscientemente, no con el propósito de beneficiar al enfermo, sino con el propósito explícito y la creencia de que ante la posibilidad de litigio o reclamación por parte del paciente o sus familiares, podrá justificar ante el juez que se cumplieron y se rebasaron las obligaciones de medios, de diagnóstico y de seguimiento en el proceso de atención médica del paciente, o sea, con la motivación primaria de reducir el riesgo de responsabilidad profesional.
Pero a los médicos de los países ricos que comenzaron a practicar este tipo de medicina no les gustó el calificativo que se le dio a la misma, llamándola “Medicina Defensiva”, de manera que decidieron buscarle un nombre más aristocrático y comenzaron a llamarla “Medicina basada en la evidencia”.
Como los países latinoamericanos no podían darse el lujo de competir con los países ricos e incurrir a nivel institucional en esos enormes gastos en estudios diagnósticos innecesarios, como respuesta a los reclamos judiciales contra los médicos y en rechazo a la medicina defensiva de los países desarrollados, surgió en México lo que llamaron “Medicina Asertiva”.
El propulsor de esta propuesta, el mexicano Carlos Tena Tamayo, la justifica afirmando que: “Hoy, más que nunca, la relación médico-paciente se encuentra deteriorada por diversos factores, entre los que destaca la demanda que ha propiciado la práctica de la medicina defensiva, actitud que en muchos países ha demostrado ser inapropiada, costosa y poco ética”.
Se invita al médico a recuperar la medicina humanista y la relación médico-paciente. Para él, médico asertivo es aquel que tiene confianza en sí mismo, porque está seguro de sus conocimientos, opiniones e intenciones; es expresivo, espontáneo y seguro, y se relaciona con sus pacientes mediante una comunicación deliberativa, respeta los derechos de los demás y promueve que se respeten los suyos.
Ante esa disyuntiva, el médico dominicano se inclinó por la propuesta del Dr. Tena Tamayo, encontrando, para su sorpresa, que nuestros pacientes, cuando ven posibilidades de conseguir dinero son capaces de olvidar gratitudes y hasta familiaridad. En consecuencia, por lo menos en la práctica privada, tuvo que echar mano de la “Medicina Defensiva”, o sea la llamada “Medicina basada en la evidencia”, con buenos resultados. Esto implica, que unos pocos reciben atención médica integral, humana, oportuna y de calidad, sustentada en su condición económica.
Cuando se hace lo mismo en la práctica hospitalaria institucional aparece el problema de que el Hospital carece de los equipos para realizar los estudios diagnósticos solicitados y en los casos en que los posee, los mismos se encuentran en desuso por avería, y los pacientes, por su parte, confiesan al médico que no tienen recursos para realizarse los estudios indicados en el medio privado.
En estas condiciones de precariedad en que se manejan nuestros hospitales públicos, esperar excelencia y calidad de atención en salud es mera utopía y un sofisma de distracción. Además, no hay que olvidar, que aun en los hospitales públicos, el binomio de la relación médico -paciente, se transformó en el trinomio: médico-intermediario financiero (ARS)- paciente, y el ejercicio médico pasó a ser un acto fundamentalmente mercantilista.
Sumado a todo lo anterior, la realidad es que el sector de profesionales de la salud, padece la peor crisis, la cual se traduce en bajos salarios, en agotamiento de los patrimonios familiares, precarias o nulas prestaciones sociales, pérdida de la dignidad como personas y como profesionales y el verse obligados a trabajar en condiciones antiéticas.
Por todo lo anterior, a pesar de que nos resulta doloroso, tenemos que admitir que, como bien apuntó hace años en Colombia, Stevenson Marulanda, Jefe del Departamento de Cirugía del Hospital La Samaritana, en los hospitales públicos de nuestro país no practicamos la “Medicina basada en la evidencia”, ni tampoco la “Medicina Asertiva”. Para vergüenza nuestra, aquí practicamos la “Medicina basada en la indigencia”.
jpm

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