Luís Abinader e Hipólito Mejía
La noche del pasado 15 de mayo tuve la oportunidad de participar en un encuentro de gran interés. Por una convocatoria del doctor José Rafael Abinader, se reunió una pléyade de intelectuales y pensadores, muchos de ellos vinculados al PRD. Entre ellos se dio un conversatorio sobre la viabilidad de La convergencia.
Para mi sorpresa algunos de estos planteaban una posible candidatura de Hipólito Mejía como la opción más idónea de este nuevo conglomerado político. La coalición opositora compuesta por distintas fuerzas políticas y sociales, decididas a frustrar las aspiraciones del PLD de perpetuar su administración absoluta de poder debe mirarse en el espejo de República Dominicana.
Mi principal reacción fue detenerme a reflexionar los motivos de esta posición. Lejos de la posible mezquindad política, creo que el detonante viene de la realidad de quienes planteaban la misma. Personas para quienes la actividad política tiene un punto final cercano. Solo en el entendido de que el mundo acaba en 2016 y el esfuerzo político que muchos nos planteamos fuera un impulso desesperado, tendría sentido poner en riesgo el liderazgo con mayor capacidad de influencia, arrastre y movilización con que cuenta la oposición política en la actualidad.
Para quienes la biología impide ver más allá de sus narices no habría ningún problema. Sin embargo, ¿hemos pensado seriamente qué sucedería frente a una nueva derrota electoral de Hipólito Mejía en 2016? Su capital político se vería liquidado de manera irreversible y con él, la capacidad de arraigar un liderazgo a futuro amparado en las tradiciones de los sectores democráticos de nuestro país. Constituye un acto político irresponsable plantear una nueva postulación de Hipólito Mejía a la presidencia. Sus consecuencias serían mucho peor que los resultados de la intentona reeleccionista de 2004.
Los números fríos de todos los estudios de opinión creíbles plantean que el licenciado Luís Abinader concita hoy igual o mayor respaldo al interior del PRD que Hipólito Mejía, teniendo muchos mejores números hacia fuera y mayores posibilidades de crecimiento en el tiempo. Es importante tomar en cuenta que Luís Abinader cuenta con la simpatía y la atención de una mayoría que busca figuras nuevas y frescas que den respuesta a la necesidad de otro rumbo para el país.
La apuesta debe ser, en ese sentido, satisfacer a la generalidad, construyendo una fuerza que conecte con todos los sectores, pero que permita atraer a quienes están desinteresados, desesperanzados, expectantes. Solo una figura con la potabilidad de Luís Abinader puede lograrlo. Esto no quiere decir que se deba relegar a Hipólito Mejía al olvido. Hipólito es el líder. Cuenta con gran arraigo y simpatía entre perredeístas y tiene la sabiduría política y la capacidad para convertirse en el árbol a cuya sombra deberá crecer un espacio político para el futuro, con capacidad y ganas de gobernar por la gente, con la gente y para la gente.
No perdamos de mira nuestro objetivo de construir una fuerza cohesionada, con capacidad de poder y unidad en la diversidad. Miremos el espejo del Chile de la Concertación. Para sumar debemos contar con quienes suman. Hipólito es el líder del perredeísmo mayoritario, Luís Abinader es el candidato con mayor posibilidad de hacer converger a todos los sectores de oposición. Hagamos lo que es debido. Hipólito es el líder, Luís Abinader es el candidato.