Los sectores populares y la cruzada cívica contra la corrupción

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EL AUTOR es periodista y reside en San Pedro de Macorís.

POR ENRIQUE CABRERA VASQUEZ
Desde hace varias semanas se vienen escenificando movilizaciones de protesta contra la corrupción y la impunidad en las principales ciudades del país que han estado acompañada de duros pronunciamientos, denuncias y comparecencia pública a través de los medios de los más connotados organizadores y convocantes de esta jornada, que también ha tenido el respaldo de reconocidas personalidades del ámbito social y comunicacional.

El éxito de la llamada marcha-caminata verde llevada a cabo el pasado domingo 22 de enero en Santo Domingo demostró el grado de repudio que ha concitado en la sociedad nacional el flagelo de la corrupción y el robo en la administración pública.

Pero, ¿dónde están los sectores populares, la gente de a pie, los que viven y residen en los barrios de miseria  y pobreza? ¿Dónde están los más afectados por los ladrones de los fondos públicos? Los que acuden a los hospitales por salud  y lo encuentran abandonados, sin medicamentos ni equipos tecnológicos para hacerle los diagnósticos.

¿Dónde está ese pueblo, que se le ha visto ausente en esta lucha social y patriótica?

La indiferencia y el poco interés mostrado, hasta ahora, por los sectores populares en sumarse a esta lucha quizá parta de la percepción que tiene  mucha gente de que la mayoría de los partidos y políticos son mentirosos, farsantes, ladrones, corruptos, hipócrita y demagogo.

Percepción fortalecida por los constantes  hechos de corrupción ocurridos en los últimos gobiernos. Pues mientras más personas crean que de nada vale combatir este mal, más posibilidades tienen ellos de ser intocables y continuar su felonía y latrocinio.

Es verdad que desde el poder se mantiene una línea perversa de acoso, intimidación, chantaje y presión psicológica contra los beneficiarios de la Tarjeta Solidaridad, Comer es Primero, Bono Gas y demás programas sociales del gobierno. La intimidación y amenazas hay denunciarlo sistemáticamente, verlo como una flagrante violación a los Derechos Humanos.

La protección a los políticos y funcionarios corruptos tiende a desmoralizar  a la ciudadanía para no integrarse y luchar contra la impunidad. Entienden que todo es pantalla y que al final todo seguirá igual o peor.

La lucha contra la impunidad debe incrementarse desde una propuesta programática posible. Desarrollar actividades culturales, sociales y públicas directas en el seno de la población. Esta jornada cívica debe traspasar la frontera de los medios y los círculos pensantes.

JPM
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