Los problemas mundiales y nuestra cuota en RD

Vista desde el espacio, se ve que del planeta tierra se elevan, tristes, varias columnas de hum desde Gaza, Israel, Ucrania, Afganistán, Irak, Siria… es el humo que hacen los hombres, cuando se matan los unos a los otros. Pero existió un humo primigenio. Fue cuando Dios les pidió a los actores del Génesis Abel y Caín, a que lo homenajearan con sacrificios y alabanzas. Dicen, en un relato gnóstico, que Abel, mató y cocinó un delicioso cordero. Caín, puso al fuego lo poco que daba su terruño árid un pasto seco, alguna rama de espinillo. «Dios sabrá entender mi buena intención», pensó. Fue así como se elevaron las dos columnas de humo hacia el cielo, cada una con su perfume, para que Dios elija al verdadero Máster Chef. Entonces Dios, que todo lo puede menos el veganismo, eligió premiar el olor de la carne tierna de Abel, despertando los celos fatales de Caín.Caín luego mato a Abel. Eso sí está en la Biblia. Querido lector, créal el fin de la paz en la Tierra fue por envidia. Aquella batalla originaria entre el ser (ser observante de Dios y vanidoso, como Caín) y el «tener» (Abel, el incondicional a Dios, ahorrativo) la ganó el tener. El ahorrativo, incondicional, es el mejor y debe ganar.A partir de allí el hombre no paró de competir jamás por quién tiene más agua, más poder, más oro, más tierras cultivables, más petróleo, más dólares, más influencia comercial, más influencia cultural, más patentes farmacéuticas, más medallas deportivas, etc. etc. Esa historia irreal del Génesis, se puede interpretar, de cómo el mal ganó al bien y es la moraleja de la historia. El libre albedrio de los hombres motiva esta soberbia, envidia y rencor que perdura y perdurará hasta el infinito, porque no tenemos control y no queremos el control. En nuestro país las divisiones y las guerras de intereses no acaba y nadie es amigo solidario, todo es circunstancial. Mire esto. En el transcurso de un día, los dominicanos somos capaces de pasar del asombro y desconcierto que genera la noticia del detenido en la orilla de enfrente, a raíz de un choque que provocó dos muertes, a una indiferencia total cuando en una esquina una mujer y su hijo de tres años mueren atropellados por un automovilista que decidió hacer de la calle una pista. En la RD, ese individuo, as del volante permanecerá libre con fianza y hasta es protegido para que ningún vecino “desequilibrado” intente hacerle daño. De alguna manera podría decirse que cuidamos a los victimarios y olvidamos las víctimas. No faltará quien aduzca que la señora y su vástago cruzaron demasiado despacio o no se detuvieron en medio de la calle para que el auto pasara sin molestarse. Argumentos bien dominicanos para justificar lo injustificable. No es ese un simple dato, ni una anécdota, ni acaba la gran contradicción de RD con la crítica a esa especie de garantismo jurídico que, en rigor, no es sino un eufemismo para justificar que la justicia no importa un ápice cuando la economía se mantiene medianamente estable. Lo económico es, en definitiva, el único componente tenido en cuenta para medir y explicar el crecimiento y la calidad de vida. El 27 de Febrero pasado, ni en discursos recientes, se ha dicho, en la proclama de los índices macroeconómicos por nuestros funcionarios, que nosotros tenemos hoy, más que en el pasado, el temor a ser víctimas de la delincuencia, a morir en una carretera, ni se menciona el crecimiento de los habitantes en cementerios, paradero irremediable ante el olvido de otras variables ajenas a los números muy ausente en los discursos oficiales. Los «muertos» votarán en las elecciones, ya son tantos que no se puede actualizar ningún padrón a tiempo. Nos estamos muriendo por delincuencia, hambre y enfermedad. Eso deben contabilizarlo. Nos matamos por conflictos de intereses y eso no se dice en las cifras oficiales.Si no resolvemos problemas básicos como luz, comida, transporte, justicia y salud tendremos protestas y columnas de humo saliendo del despacho de funcionarios que no aguantaran la presión. Esperamos más nombramientos. ¿Verdad Sr. Cardenal, Nicolás López R y Don Agripino? Servir y no servirse del Estado es un dilema en RD. Esto, está que arde y no por ser fin de verano

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