Los frágiles abrazos 

A pesar del insomnio y de las terribles angustias del momento, sintonizar la radio a eso de las cuatro de la mañana y oír Las hojas verdes es un glorioso y memorable acto de amor para el corazón que se niega a envejecer.

     Entonces, desde la misma cama donde uno se ha desvelado, extender el brazo y alcanzar el ejemplar de Palabras, el libro más popular en toda la historia de la poesía francesa de la autoría de Jack Prévert, autor también de los versos de la famosísima canción, es un acto de íntima justicia.

Pero ha de correr el tiempo, como es natural. Al insomne le arden los ojos, se le quiebra la memoria ahora tan débil como nuestros propios sueños- Se presiente el mar como un pálido patriarca en mansedumbre, se siente el escozor que va dejando el humo de Duquesa y hasta el polvo del Sahara que ha llegado a destiempo. La piel reacciona erosionada, las manos y los labios con una resequedad sin precedentes.

El amanecer se quita la máscara y sale el sol, tibia es la brisa y te reclama el deber. Te apuñalan los diarios con noticias atroces. Es pesada la atmósfera y revela incertidumbres y descreimiento desde el litoral que se exprese. Políticos y comerciantes, y hasta determinadas autoridades, insisten en reabrir la actividad comercial como si se ignorara que sería una especie de suicidio, casi negando el holocausto que sería.

Tímidamente, la calle empieza a poblarse, pero son pocos los transeúntes, y se ven cabizbajos y vencidos. La desilusión es casi palpable y muchos que han asumido la vida como un perico ripiao o una bachata ahora van por ahí con la mirada perdida, inseguros los pasos e incierto el destino.

Afuera la nube de humo, el gorrión como hechizado por el cielo. Las palabras son frágiles como el propio amor, pues ha dejado de existir eso que se ha llamado naturaleza histórica del futuro. Parece que el mañana ya ha pasado, así sucede en algunos poemas de Trilce, el magnífico y fundacional libro de poesía de César Vallejo publicado en 1922 (98 años) y que sigue deslumbrando a los lectores.

Un despacho internacional informa que este mes, mayo, nos regala la posibilidad de ver hasta 40 estrellas fugaces por hora. Llega la superluna del año, una luna llena de flores, pero el mundo no está en eso, está siendo muy golpeado por la asfixiante realidad que promete un exterminio si no se toma definitivamente con rigurosa seriedad o si ponen el capital económico por encima del insustituible recurso humano. Me moriré en París con aguacero -dijo el poeta Vallejo- un día del cual tengo ya el recuerdo.

Vivir es afanar, afán constante, se ha dicho. Pero ahora mantenerse distante de la muchedumbre y seguir en cuarentena porque se han modificado las maneras es otra forma de vivir. Toser o estornudar son actos de terrorismo. Quien tose es malmirado y lo dejan solo porque le huyen y nadie quiere caer en los brazos de la parca.

La organización Mundial de la Salud (OMS) ahora nos golpea donde más duele, pues advierte que probablemente el mundo no podrá volver a la normalidad después del fin de la pandemia, algo que dilatará mucho tiempo, y por eso mismo recomienda no levantar las restricciones abruptamente, sino endurecer los métodos a ser aplicados.

Nadie puede romper con el pasado ni con el presente, nadie puede negar esta dura realidad por más fuertes que sean los golpes que nos propina.

Después de tantas humaredas, tanto insomnio y tantos abrazos frágiles y ausentes, estas palabras parecen ser el testimonio de un milagro.

reyesvasquez23@hotmail.com

JPM

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Maria Belen Chacon
Maria Belen Chacon
3 Años hace

Definivamente, es la prosa poematica mas hermosamente vivencial que tenemos los dominicanos. Me fascina como este aeda escribe. Un abrazo.